Depresión

PorWilliam Coryell, MD, University of Iowa Carver College of Medicine
Revisado/Modificado oct 2023 | Modificado nov 2023
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Datos clave

La depresión es un sentimiento de tristeza y/o una disminución del interés o del placer en las actividades que se convierte en un trastorno cuando es lo suficientemente intensa como para interferir con el funcionamiento normal de la persona. Puede sobrevenir tras la pérdida de un ser querido u otro acontecimiento doloroso, aunque con respecto a este resulta desproporcionado y de una duración mayor a la esperada.

  • Pueden contribuir a la depresión factores diversos: hereditarios, efectos secundarios de determinados medicamentos, acontecimientos dolorosos con elevada carga emocional y cambios en los niveles hormonales o de otras sustancias presentes en el organismo, entre otros factores.

  • La depresión genera un cuadro de tristeza y decaimiento y/o de pérdida del interés y del placer en la realización de actividades que solían ser del agrado de la persona afectada.

  • El médico basa el diagnóstico en los síntomas.

  • El tratamiento con antidepresivos, la psicoterapia y en ocasiones la terapia electroconvulsiva son beneficiosos.

(Véase también Introducción a los trastornos del estado de ánimo.)

El término depresión se utiliza a menudo para describir un estado de ánimo triste o desalentador que es consecuencia de acontecimientos emocionalmente angustiosos, como un desastre natural, una enfermedad grave o la muerte de un ser querido. Una persona puede decir que se siente deprimida en ciertos momentos, como durante las vacaciones (depresión vacacional) o en el aniversario de la muerte de un ser querido. Sin embargo, estos sentimientos no suelen implicar un trastorno. Por lo general estos sentimientos son temporales, ya que duran días y no semanas o meses y ocurren en oleadas que tienden a estar relacionadas con pensamientos o recuerdos del acontecimiento traumático. Además, estos sentimientos no interfieren sustancialmente con el funcionamiento normal de la persona durante ningún periodo de tiempo.

La depresión es el segundo trastorno de salud mental más frecuente (la ansiedad es el más frecuente). Alrededor del 30% de las personas que acuden a la consulta de un médico de atención primaria presentan síntomas de depresión, pero menos del 10% de tales personas sufren depresión grave.

La depresión suele iniciarse en la adolescencia o entre los 20 y los 30 años, si bien existe la posibilidad de que comience a cualquier edad, incluida la infancia.

Si no se trata, un episodio de depresión suele durar alrededor de 6 meses, pero a veces se prolonga durante 2 años o más. Los episodios tienden a repetirse varias veces a lo largo de la vida.

Edad y salud: depresión

La depresión afecta aproximadamente a una de cada seis personas de edad avanzada. Algunos ancianos tuvieron episodios de depresión en etapas anteriores de su vida. Otros los desarrollan por primera vez durante la vejez.

Causas de depresión en personas de edad avanzada

Algunas causas de la depresión pueden ser más frecuentes entre las personas de edad avanzada. Por ejemplo, las personas de edad avanzada son más propensas a experimentar acontecimientos emocionales traumáticos que impliquen pérdidas, como la muerte de un ser querido o la pérdida del entorno familiar (como una mudanza del domicilio habitual). También pueden contribuir otras fuentes de estrés, como los reducidos ingresos económicos, el empeoramiento de una enfermedad crónica, la pérdida gradual de independencia o el aislamiento social.

Los trastornos que pueden conducir a una depresión son frecuentes entre las personas de edad avanzada. Entre estos trastornos se encuentran el cáncer, el infarto de miocardio, la insuficiencia cardíaca, los trastornos tiroideos, los accidentes cerebrovasculares, la demencia y la enfermedad de Parkinson.

Depresión frente a demencia

En los ancianos, la depresión puede causar síntomas similares a los de la demencia, como ralentización del pensamiento, disminución de la concentración, confusión y problemas de memoria, y no tanto la tristeza que la gente suele asociar a la depresión. Sin embargo, los médicos diferencian la depresión de la demencia, ya que al tratar la depresión las personas afectadas recuperan su estado cognitivo previo. Las personas con demencia no. Además, los afectados por depresión se quejan amargamente de su pérdida de memoria y rara vez olvidan los acontecimientos importantes de actualidad o los asuntos personales. Por el contrario, los afectados por demencia suelen negar la pérdida de memoria.

Diagnóstico de la depresión en personas de edad avanzada

La depresión es a menudo difícil de diagnosticar en la población anciana por varias razones:

  • Los síntomas pueden ser menos perceptibles, ya que las personas mayores no suelen trabajar y tienen por lo tanto menos interacciones sociales.

  • Algunas personas creen que la depresión es un signo de debilidad y son reacios a explicar que sienten tristeza u otros síntomas.

  • La ausencia de expresión emocional se interpreta a veces como indiferencia y no como indicio de depresión.

  • Los familiares y amigos pueden considerar los síntomas de una persona con depresión simplemente como algo que se espera a medida que las personas envejecen.

  • Los síntomas pueden ser atribuidos a otras enfermedades, como la demencia.

Dado que la depresión es a veces difícil de identificar, es frecuente que los médicos realicen, de forma periódica, preguntas a la persona de edad avanzada acerca de su estado de ánimo. Los miembros de la familia deben estar atentos a cambios sutiles en la personalidad, en especial falta de entusiasmo y espontaneidad, pérdida del sentido del humor y aparición de despistes.

Tratamiento de la depresión en personas de edad avanzada

Los inhibidores de la recaptación selectiva de serotonina (ISRS) son, actualmente, la clase de antidepresivos de uso más frecuente en las personas mayores deprimidas, ya que suelen tener menos efectos secundarios. El citalopram y el escitalopram son particularmente eficaces.

Causas de la depresión

La causa exacta de la depresión no se conoce bien. Hay una serie de factores que predisponen probablemente a la depresión. Los factores de riesgo incluyen

  • Una tendencia familiar (hereditaria)

  • Acontecimientos que provocan alteraciones emocionales, en especial las pérdidas

  • Sexo femenino

  • Ciertos trastornos médicos generales

  • Efectos secundarios de algunos fármacos

La depresión no refleja una debilidad de carácter o una falta de intento de sentirse mejor. La clase social, la ascendencia y los aspectos culturales no parecen intervenir en la posibilidad de sufrir depresión alguna vez en la vida.

Los factores genéticos contribuyen a la depresión en aproximadamente la mitad de las personas que la padecen. Por ejemplo, la depresión es más frecuente entre los familiares de primer grado (sobre todo en un gemelo idéntico) de las personas con depresión. Factores genéticos pueden afectar a la funcionalidad de las sustancias que ayudan a las neuronas a comunicarse (neurotransmisores). La serotonina, la dopamina y la norepinefrina son neurotransmisores que pueden estar implicados en la depresión.

Las mujeres son más propensas que los varones a sufrir depresión, aunque las razones no se conocen bien. Los factores hormonales son los factores biológicos que parecen estar más implicados en la aparición de depresión. La alteración de los valores hormonales puede causar cambios de humor justo antes de la menstruación (tensión premenstrual), como parte del síndrome premenstrual, durante el embarazo, después del parto y durante la menopausia. Algunas mujeres sufren depresión durante el embarazo o durante las 4 primeras semanas después del parto (lo que se conoce como tristeza o melancolía puerperal o, si la depresión es más grave, depresión puerperal o posparto). Otro factor de predisposición bastante frecuente en las mujeres es la alteración funcional de la glándula tiroidea.

La depresión puede darse conjuntamente con una serie de trastornos o factores médicos generales o tener su origen en estos. Estos trastornos pueden causar depresión directamente (por ejemplo, cuando un trastorno tiroideo afecta a los niveles hormonales) o indirectamente (por ejemplo, cuando la artritis reumatoide causa dolor y discapacidad). Con frecuencia un trastorno causa depresión de forma directa e indirecta a la vez. Por ejemplo, la causa de la depresión por sida es directa si el virus causante de la enfermedad (virus de la inmunodeficiencia humana, VIH) lesiona el cerebro. En cambio, la causa de la depresión es indirecta cuando es debida a la repercusión globalmente negativa de la enfermedad en la vida de la persona.

Muchas personas refieren sentirse más tristes al final del otoño y durante el invierno, y atribuyen esta tendencia al acortamiento de las horas de luz natural y a las temperaturas más bajas. Sin embargo, en algunas personas, esta tristeza es lo suficientemente grave como para ser considerada un tipo de depresión (denominada trastorno afectivo estacional).

El uso de algunos medicamentos de venta con receta, como algunos betabloqueantes (utilizados para tratar la hipertensión), puede causar depresión. Por razones desconocidas, los corticoesteroides a menudo causan depresión cuando el organismo los produce en grandes cantidades como parte de un trastorno (como en el síndrome de Cushing), pero tienden a causar hipomanía (una forma más leve de manía) o, en muy pocos casos, manía, cuando se administran como medicación. A veces la interrupción de un tratamiento farmacológico puede causar una depresión temporal.

Existen diversos trastornos de la salud mental que predisponen a una persona a la depresión. Entre ellos se encuentran ciertos trastornos de ansiedad, el alcoholismo, otros trastornos por uso de sustancias y la esquizofrenia. Una persona que haya sufrido depresión tiene, en relación con las otras personas, mayor probabilidad de padecerla nuevamente.

Los acontecimientos angustiosos desde el punto de vista emocional, como la pérdida de un ser querido, pueden desencadenar a veces una depresión, pero por lo general solo en personas que están predispuestas a sufrirla, como las que cuentan con un historial familiar de depresión. No obstante, la depresión puede aparecer o empeorar sin que concurra ningún factor de estrés vital aparente o significativo.

Tabla
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Síntomas de depresión

Los síntomas de la depresión evolucionan habitualmente de forma gradual a lo largo de días o semanas y pueden ser muy variables. Por ejemplo, una persona que se está deprimiendo puede mostrarse aletargada y triste, o irritable y ansiosa.

Muchas personas con depresión no son capaces de experimentar de forma normal ciertas emociones, como el duelo, la alegría y el placer. Puede parecerles que el mundo se ha vuelto carente de vida y de estímulos. Pierden interés en las actividades de las que solían disfrutar o no experimentan ninguna satisfacción al realizarlas.

Las personas deprimidas se preocupan con intensos sentimientos de culpabilidad y autodenigración, y es posible que pierdan la capacidad de concentrarse. Pueden experimentar sentimientos de desesperación, soledad e inutilidad. Suelen presentar dificultades para tomar decisiones; se muestran retraídas, con frecuentes sentimientos de desamparo y desesperanza que aumentan a medida que evoluciona la enfermedad, y piensan en la muerte y en el suicidio.

La mayoría de las personas depresivas tienen dificultad para conciliar el sueño y se despiertan repetidamente, sobre todo de madrugada. Algunas personas con depresión duermen más de lo habitual.

La falta de apetito y la pérdida de peso pueden conducir a la caquexia, y en las mujeres puede interrumpirse la menstruación. Sin embargo, el exceso alimentario y el aumento de peso son frecuentes en personas con depresión leve.

Algunas personas deprimidas descuidan su higiene personal e incluso a sus hijos, a otros seres queridos o a sus mascotas. Algunas se quejan de padecer una enfermedad física, que les ocasiona diversas molestias y dolor.

Trastorno depresivo mayor

Las personas con trastorno depresivo mayor están deprimidas la mayoría de los días durante 2 semanas por lo menos. Suelen presentar un aspecto triste y abatido. Sus ojos pueden estar llenos de lágrimas, sus cejas fruncidas y las comisuras de la boca hacia abajo. Pueden mostrarse decaídos y evitar el contacto visual. Apenas pueden moverse, muestran poca expresividad facial y hablan en un tono monótono.

¿Sabías que...?

  • La depresión implica más aspectos que el de sentirse triste de manera permanente: la persona se siente inútil y culpable, pierde interés en lo que habitualmente le resultaba placentero o satisfactorio, sufre trastornos del sueño y pérdida o ganancia de peso.

Trastorno depresivo persistente

La persona afectada por el trastorno depresivo persistente ha estado deprimida durante la mayor parte del tiempo a lo largo de 2 años o más.

Los síntomas comienzan gradualmente, a menudo durante la adolescencia, y pueden durar años o décadas. El número de síntomas que se encuentran presentes a la vez es variable y en ocasiones son menos graves que en una depresión mayor.

Las personas con este trastorno pueden ser taciturnas y pesimistas, escépticas, y pueden haber perdido el sentido del humor o la capacidad de divertirse. Algunas se muestran pasivas, apáticas e introvertidas. Algunas de ellas se quejan constantemente y son muy propensas a criticar a otros y a hacerse reproches a sí mismas. Puede preocuparles su propia incompetencia, el fracaso y los acontecimientos negativos, en ocasiones hasta el punto de encontrar un goce morboso en sus propios fracasos.

Trastorno disfórico premenstrual

Los síntomas graves se producen antes de la mayoría de los períodos menstruales y desaparecen una vez que estos terminan. Los síntomas causan un malestar significativo y/o provocan un deterioro funcional considerable en la persona que los padece. Los síntomas son similares a los del síndrome premenstrual pero son más graves, de modo que causan muchas molestias e interfieren negativamente en el funcionamiento normal en el trabajo y en las interacciones sociales.

El trastorno disfórico premenstrual puede aparecer por primera vez en cualquier momento después del primer período menstrual. Puede empeorar a medida que las mujeres se acercan a la menopausia, pero termina después de la menopausia. Afecta al 3-8% de las mujeres que están menstruando.

Las mujeres con trastorno disfórico premenstrual tienen cambios de humor y, de repente, se entristecen y lloran. Se muestran irritables y se enojan fácilmente. Se sienten muy deprimidas, desesperadas, ansiosas y nerviosas. Pueden sentirse abrumadas o fuera de control.

Al igual que ocurre en otros tipos de depresión, las afectadas por este trastorno pueden perder interés en sus actividades habituales, tener dificultad para concentrarse y sentirse cansadas y sin energía. Pueden comer demasiado y tener antojo de determinados alimentos. Pueden dormir demasiado poco o en exceso.

Trastorno de duelo prolongado

El duelo prolongado es la tristeza persistente que sigue a la pérdida de un ser querido. Se diferencia de la depresión en el hecho de que la tristeza se relaciona específicamente con la pérdida más que con los sentimientos más generales de tristeza y fracaso asociados a la depresión.

Se considera duelo prolongado cuando el duelo (como lo demuestra el deseo persistente o el anhelo y/o la preocupación por el fallecido) es de larga duración (al menos 12 meses), se experimenta durante gran parte del tiempo y es más profundo de lo que la cultura de una persona considera habitual. También debe ir acompañado de 3 o más de los elementos siguientes durante 1 mes como mínimo y en un grado que cause angustia o discapacidad:

  • Sensación de confusión de identidad (por ejemplo, sensación de que parte de uno mismo ha muerto)

  • Incredulidad sobre la muerte

  • Evitar los recordatorios de la pérdida

  • Dolor emocional intenso (por ejemplo, dolor relacionado con la muerte)

  • Dificultad para participar en los aspectos de la vida cotidiana

  • Sensación de entumecimiento

  • Sentimientos de falta de sentido

  • Intensa soledad

Suicidio

Los pensamientos sobre la muerte son uno de los síntomas más graves de depresión. Muchos depresivos desean morir o sienten que valen tan poco que merecen morir. El 15% de las personas con depresión que no reciben tratamiento acaba su vida suicidándose.

Una amenaza de suicidio es una situación de urgencia. Cuando alguien amenaza con quitarse la vida, el médico puede procurar su hospitalización con el fin de mantenerle bajo supervisión hasta que el tratamiento reduzca el riesgo de suicidio. Dicho riesgo es especialmente alto en los casos siguientes:

  • Cuando la depresión no es tratada o se trata de modo inadecuado

  • Al inicio del tratamiento (momento en que la persona comienza a sentirse más activa desde el punto de vista físico y psíquico, pero su estado de ánimo se mantiene sombrío)

  • Con motivo de un aniversario importante

  • Cuando existe una oscilación entre la depresión y la manía (trastorno bipolar).

  • Cuando la persona se siente muy ansiosa

  • Cuando la persona toma alcohol o consume drogas

  • En las semanas o meses después de que la persona haya intentado suicidarse, particularmente si utilizó un método violento

Abuso de sustancias

Las personas con depresión son más propensas a abusar del alcohol o de otras drogas recreativas en un intento de facilitarse el sueño o de sentirse menos ansiosas. Sin embargo, la depresión conduce al consumo de alcohol y a otros trastornos por consumo de sustancias con menos frecuencia de lo que se pensaba.

Se tiene una mayor propensión a fumar en exceso y a descuidar la salud. Por lo tanto, aumenta el riesgo de aparición o empeoramiento de otras enfermedades, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).

Otros efectos de la depresión

La depresión puede reducir la capacidad del sistema inmunitario para responder frente a los invasores externos o peligrosos, tales como microorganismos o células cancerosas. En consecuencia, las personas con depresión tienen mayor probabilidad de sufrir infecciones.

Además, la depresión aumenta el riesgo de desarrollar trastornos cardíacos y vasculares (como infartos y accidentes cerebrovasculares). La razón puede ser que la depresión causa ciertas alteraciones físicas que incrementan este riesgo. Por ejemplo, el organismo produce más cantidad de sustancias que ayudan a la coagulación de la sangre (factores de coagulación), y el corazón tiene una menor capacidad para modificar la velocidad con la que late como respuesta a diferentes situaciones.

Diagnóstico de la depresión

  • Evaluación médica, basada en los criterios estándar de diagnóstico psiquiátrico

  • Pruebas que permiten identificar los trastornos que pueden causar depresión.

Generalmente, el médico diagnostica la depresión basándose en los síntomas. Los médicos utilizan listas específicas de los síntomas (criterios) para diagnosticar los diferentes tipos de trastornos depresivos. Para facilitar la distinción entre la depresión y los cambios normales del estado de ánimo, los médicos determinan si los síntomas están causando una angustia significativa a la persona afectada, o bien menoscaban de manera significativa su capacidad para desenvolverse. La existencia de antecedentes personales o familiares de depresión ayuda a confirmar el diagnóstico.

La presencia de una preocupación excesiva, ataques de angustia y obsesiones son frecuentes en la depresión, de modo que el médico puede pensar, erróneamente, que la persona tiene un trastorno de ansiedad.

En personas de edad avanzada, es difícil determinar la existencia de un trastorno depresivo, sobre todo si no trabajan o tienen poca interacción social (véase Edad y salud: depresión). Además, la depresión puede confundirse con la demencia, porque sus síntomas pueden llegar a ser similares, como por ejemplo la confusión y la dificultad para concentrarse y pensar con claridad. Sin embargo, si tales síntomas son debidos a una depresión, se curan con el tratamiento antidepresivo. Cuando la causa es la demencia, no remiten.

El médico puede pedir a la persona que rellene cuestionarios estandarizados para ayudar a identificar la depresión y determinar su gravedad, pero no se pueden utilizar como forma única de diagnosticar la depresión. Dos de estos cuestionarios son la Hamilton Depression Rating Scale y el Beck Depression Inventory. Existe un cuestionario de escala de depresión geriátrica (Geriatric Depression Scale) para las personas de edad avanzada. Los médicos también suelen preguntar a su paciente si piensa en dañarse a sí mismo o si tiene planes para ello. Tales pensamientos indican que la depresión es grave.

Pruebas complementarias

No hay pruebas que puedan confirmar la existencia de depresión. Sin embargo, las pruebas de laboratorio ayudan al médico a determinar si la causa de la depresión es un trastorno hormonal u otro tipo de trastorno orgánico. Por ejemplo, se suelen realizar análisis de sangre para detectar un trastorno tiroideo o un déficit vitamínico. Se pueden realizar pruebas para detectar el consumo de drogas ilícitas.

Dado que la enfermedad de Parkinson también origina algunos síntomas similares a los de la depresión, se suele realizar un minucioso examen neurológico.

Las personas con un trastorno grave del sueño pueden requerir someterse a pruebas del sueño (polisomnografía) para diferenciar los trastornos del sueño de la depresión.

Tratamiento de la depresión

  • Tratamiento complementario

  • Psicoterapia

  • Fármacos, principalmente antidepresivos

La mayoría de las personas con depresión no requieren ser hospitalizadas. Sin embargo, algunas personas sí lo requieren, especialmente si tienen ideas de suicidio o lo han intentado, si están demasiado débiles por la pérdida de peso o si tienen riesgo de sufrir problemas cardíacos a causa de su estado de inquietud.

El tratamiento depende de la gravedad y del tipo de depresión:

  • Depresión leve: tratamiento complementario (incluyendo visitas frecuentes al médico y educación) y psicoterapia

  • Depresión entre moderada y grave: fármacos, psicoterapia, o ambos, y en ocasiones terapia electroconvulsiva.

  • Depresión estacional: fototerapia

  • Trastorno de duelo prolongado: psicoterapia adaptada a este trastorno

Habitualmente, la depresión puede tratarse con éxito. Si se ha identificado una causa (como una sustancia o algún trastorno determinado), hay que corregirla en primer lugar, pero también pueden ser necesario el tratamiento farmacológico de la depresión.

Tratamiento complementario

El médico explica a la persona afectada y a sus familiares que la depresión tiene causas físicas y que requiere un tratamiento específico, que suele ser eficaz. El médico les tranquiliza diciéndoles que la depresión no refleja un defecto de carácter, como una debilidad. Es importante que los miembros de la familia comprendan el trastorno, participen en el tratamiento y brinden apoyo.

Aprender acerca de la depresión puede ayudar a las personas a entender el trastorno y lidiar con él. Por ejemplo, se puede aprender que el camino hacia la recuperación es a menudo desigual y que los episodios de tristeza y de pensamientos oscuros pueden reaparecer, pero se detendrán. Así, se puede poner cualquier retraso en perspectiva y la persona afectada es más propensa a continuar con su tratamiento y no darse por vencida.

Ser más activo, por ejemplo dando paseos y haciendo ejercicio de forma regular, puede ser beneficioso, así como interactuar más con otras personas.

Los grupos de apoyo como la Depression and Bipolar Support Alliance, DBSA, pueden ser beneficiosos, ya que proporcionan la oportunidad de compartir experiencias y sentimientos comunes.

Psicoterapia

La psicoterapia como único tratamiento puede ser tan eficaz como la terapia farmacológica en el tratamiento de la depresión leve. Combinada con fármacos, la psicoterapia puede ser eficaz en la depresión grave.

La psicoterapia individual o de grupo ayuda a la persona que sufre depresión a hacerse cargo gradualmente de sus anteriores responsabilidades y a adaptarse a las presiones normales de la vida. La terapia interpersonal se centra en los papeles sociales del pasado y presente de la persona, identifica los problemas que aparecen en la interacción con los demás y proporciona orientación cuando la persona se adapta a los cambios en los papeles de la vida. La terapia cognitivo-conductual puede ayudar a combatir el desánimo y los pensamientos negativos.

Medicamentos para la depresión

Existen varios tipos de fármacos antidepresivos disponibles (véase la tabla Fármacos utilizados para tratar la depresión). Se incluyen los siguientes:

Los psicoestimulantes, entre ellos el metilfenidato y la dextroanfetamina, se suelen prescribir junto con los antidepresivos. Los psicoestimulantes se utilizan para aumentar el estado de alerta mental y la conciencia.

El hipérico (hierba de San Juan), una planta utilizada como suplemento dietético, se usa en algún caso para aliviar la depresión leve, aunque no se ha comprobado su efectividad. Debido a la existencia de interacciones potencialmente nocivas entre el hipérico y muchos tratamientos farmacológicos, las personas interesadas en tomar este suplemento dietético deben consultar con su médico sobre las posibles interacciones con su medicación.

Terapia electroconvulsiva

La terapia electroconvulsiva (TEC) (en el pasado denominada en ocasiones "terapia de choque") se usa algunas veces en el tratamiento de personas con depresión grave, incluyendo a personas psicóticas, que amenazan con suicidarse o se niegan a comer. Se utiliza también para tratar la depresión que acontece durante el embarazo, cuando los fármacos resultan ineficaces.

Este tipo de terapia suele ser muy eficaz y puede aliviar con rapidez los síntomas depresivos, a diferencia de la mayoría de los antidepresivos, cuyo efecto tarda en producirse incluso semanas. La velocidad con que actúa puede salvar vidas. Una vez se termina la terapia electroconvulsiva, los episodios de depresión pueden reaparecer. Para ayudar a evitar que reaparezcan, los médicos a menudo recetan antidepresivos.

En el procedimiento de la terapia electroconvulsiva, se colocan unos electrodos en la cabeza y se aplica una corriente eléctrica para inducir una convulsión en el cerebro. Por razones desconocidas, las convulsiones alivian la depresión. Generalmente se administran un mínimo de 5 a 7 sesiones, a días alternos.

Como la descarga eléctrica puede provocar contracciones musculares y dolor, es necesario aplicar anestesia general durante los tratamientos. La terapia electroconvulsiva puede originar alguna pérdida temporal de memoria y, en muy escasas ocasiones, una pérdida permanente de memoria.

Fototerapia

La fototerapia con una caja de terapia de luz es el tratamiento más eficaz para la depresión estacional, pero también puede ser beneficiosa para otros tipos de trastornos depresivos.

La fototerapia consiste en sentarse a una distancia determinada de una caja de luz que emite luz con la intensidad necesaria. A la persona se le indica que no mire directamente a la luz y que permanezca frente a esta durante 30 a 60 minutos diarios. La fototerapia puede realizarse en el propio domicilio.

Si la persona se acuesta tarde y se levanta tarde, la fototerapia es más efectiva por la mañana. Si la persona se acuesta temprano y se levanta temprano, la fototerapia es más efectiva a última hora de la tarde.

Otras terapias

Se pueden probar otras terapias que estimulan el cerebro cuando otros tratamientos iniciales no son efectivos. Entre estos factores se incluyen los siguientes

  • Estimulación magnética transcraneal repetitiva

  • Estimulación del nervio vago

Se cree que las células estimuladas liberan mensajeros químicos (neurotransmisores) que ayudan a regular el estado de ánimo y, por tanto, pueden aliviar los síntomas de la depresión. Estos tratamientos pueden resultar de utilidad a aquellas personas con depresión grave que no responden a los fármacos o a la psicoterapia.

En la estimulación magnética transcraneal repetitiva, se coloca una bobina electromagnética sobre la frente, cerca de la zona del cerebro que se cree que interviene en la regulación del humor. El electroimán produce pulsos magnéticos indoloros que los médicos piensan que estimulan las células nerviosas del área específica del cerebro que se desea activar. Los efectos secundarios más habituales son dolores de cabeza y molestias en la zona en la que se coloca el dispositivo.

Para la estimulación del nervio vago, se implanta un dispositivo parecido a un marcapasos bajo la clavícula izquierda y se conecta al nervio vago en el cuello con un cable que pasa por debajo de la piel. (El par de nervios vagos discurre desde el tronco cerebral, ubicado cerca de la base del cráneo, a través del cuello y descendiendo por cada lado del tórax y el abdomen hasta órganos como el corazón y los pulmones). El dispositivo se programa para estimular periódicamente el nervio vago con una señal eléctrica indolora. Puede ser útil para la depresión cuando otros tratamientos no son efectivos, pero por lo general tarda de 3 a 6 meses en tener efecto. Los efectos secundarios consisten en ronquera, tos y cambio en la voz, que se hace más profunda cuando se estimula el nervio.

Más información

Los siguientes son recursos en inglés que pueden ser útiles. Tenga en cuenta que el MANUAL no se hace responsable del contenido de estos recursos.

  1. Depression and Bipolar Support Alliance (DBSA), Depression: (Alianza para el apoyo a los afectados por depresión y trastorno bipolar [DBSA, por sus siglas en inglés]): información general sobre la depresión, incluyendo el acceso a teléfonos de ayuda (líneas de crisis) y grupos de apoyo

  2. Mental Health America (MHA), Depression: (Salud mental estadounidense [MHA, por sus siglas en inglés], Depresión): información general sobre la depresión, incluyendo sus diversos tipos, acceso a teléfonos de ayuda (líneas de crisis) y grupos de apoyo, además de enlaces a otros recursos

  3. National Alliance on Mental Illness (NAMI), Depression: (Alianza nacional para la salud mental [NAMI, por sus siglas en inglés]): información general sobre la depresión, incluyendo sus causas, síntomas, diagnóstico y tratamiento

  4. National Institutes of Mental Health (NIMH), Depression: (Institutos nacionales de salud mental [NIMH, por sus siglas en inglés]): información general sobre muchos aspectos de la depresión, incluyendo el tratamiento y las terapias, materiales educativos e información sobre investigación y ensayos clínicos

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