La vejez suele ser un período lleno de transiciones (p. ej., retiro, mudanza) y de adaptaciones a pérdidas.
El retiro (jubilación) suele ser el principal elemento de transición enfrentado por el anciano. Sus efectos sobre la salud mental y física difieren de una persona a otra y dependen de la actitud del paciente y la razón por la cual deja de trabajar. Alrededor de una tercera parte de estos individuos experimenta dificultades para aceptar ciertos aspectos del retiro, como la disminución de los ingresos y la alteración de la función social y los beneficios adquiridos. Algunas personas deciden retirarse, ya que desde hace tiempo deseaban dejar de trabajar, mientras que otros son obligados a hacerlo (p. ej., debido a problemas de salud o a la pérdida del trabajo). La preparación apropiada para el retiro y el asesoramiento de estos individuos y sus familias cuando experimentan dificultades pueden ser útiles.
Los adultos mayores pueden tener que mudarse varias veces en esta etapa, por ejemplo a una vivienda para mayores con servicios deseados, a una vivienda más pequeña para reducir el costo de mantenimiento, al hogar de hermanos o hijos adultos o a una residencia para ancianos. El estado físico y mental, y una preparación sensible y adecuada, predicen la posibilidad del paciente de adaptarse a la mudanza. Las personas que responden mal a la reubicación tienen más probabilidades de vivir solas después de mudarse y/o de permanecer socialmente aisladas, pobres y/o deprimidas. Los hombres toleran esta situación menos que las mujeres.
Cuanto menor es el control que tienen sobre la mudanza y cuanto menos predecible es su nuevo entorno, mayor tensión produce la mudanza. Las personas deben adaptarse al nuevo ambiente por adelantado. En los individuos con compromiso cognitivo, el alejamiento del entorno familiar puede exacerbar la dependencia funcional y los trastornos conductuales. Debido a complicaciones financieras, sociales y de otra índole, algunos adultos mayores sienten que deben permanecer en las casas o barrios problemáticos a pesar de su deseo de trasladarse. Los trabajadores sociales pueden ayudar a esas personas a evaluar sus opciones para la reubicación o modificación del hogar.
El duelo afecta numerosos aspectos de la vida de una persona anciana. Por ejemplo, las interacciones sociales y las compañías pueden disminuir y el nivel social puede modificarse. La muerte de un esposo o esposa afecta a las mujeres y a los hombres en forma diferente. Durante los 2 años siguientes a la muerte de una esposa, la tasa de mortalidad masculina tiende a aumentar, en especial si la muerte fue inesperada. En las mujeres que pierden a su esposo, los datos son menos contundentes, pero en general no indican un aumento de la tasa de mortalidad.
Algunos trastornos del sueño y de ansiedad son normales durante el duelo y este efecto suele resolverse varios meses más tarde sin tratamiento farmacológico. En cambio, el duelo prolongado y abrumador se considera patológico. Se caracteriza por lo siguiente:
Síntomas típicos de un episodio depresivo mayor que dura > 2 meses
Sentimientos fuertes y frecuentes de anhelo por el fallecido y urgencia de unirse a él en la muerte
Preocupación por los pensamientos sobre el fallecido o las circunstancias o consecuencias de la muerte
Intensos sentimientos de soledad, shock, vacío, entumecimiento, injusticia, ira o falta de sentido
Continuar escuchando o viendo al fallecido, o experimentando el dolor que el fallecido sufrió
Evitar o reaccionar de manera intensa frente a factores que rememoran a la persona fallecida o ante recuerdos de esa persona
Los cuidadores y los profesionales sanitarios deben buscar estos síntomas y tener en cuenta que los pacientes que transitan un duelo presentan un riesgo elevado de suicidio y de compromiso del estado de salud. En todo el mundo, en 2017 se documentó la muerte por suicidio de alrededor de 16 cada 100.000 personas de 50 a 69 años y en alrededor de 27 cada 100.000 personas ≥ 70 años, en comparación con alrededor de 11 cada 100.000 personas de 15 a 49 años (1).
En los Estados Unidos en 2020, la tasa de suicidios fue aproximadamente 4 veces mayor en los hombres mayores que en las mujeres mayores (2). Se cree que las tasas de mortalidad por suicidio en los adultos mayores están muy subestimadas porque las muertes secundarias a sobredosis de opioides no se investigan y las muertes intencionales debido a interrupción voluntaria de la alimentación y la bebida no están documentadas (2). Los adultos mayores a menudo no dan advertencias sobre el suicidio y rara vez buscan tratamiento de salud mental. Es menos probable que los médicos ofrezcan tratamiento para la depresión a pacientes mayores que a pacientes más jóvenes. Aunque los adultos mayores intentan suicidarse con menor frecuencia que las personas de otros grupos etarios, tienen una tasa mucho más alta de muerte por suicidio porque tienen más probabilidades de usar armas de fuego en el intento (en el 71,3% de las muertes por suicidio entre los adultos mayores [2]), tienen más problemas de salud, son frágiles y evitan intervenciones, y tienen menos probabilidades de vivir con otras personas que podrían detectar y responder a los intentos de suicidio. Por lo tanto, el riesgo de muerte por suicidio entre adultos mayores con ideación suicida es muy alto.
La detección oportuna de la depresión y la ideación suicida es esencial cuando se trabaja con adultos mayores. Los médicos deben preguntar directamente sobre el suicidio (p. ej., "sé que ha estado experimentando dificultades y que pasa bastante tiempo solo. Me pregunto si a veces está pensando en el suicidio"). La evidencia de ideación suicida debe conducir de inmediato a la planificación de medidas de seguridad conra el suicidio. Antes del final de una interacción con adultos mayores suicidas, los médicos deben hacer lo siguiente:
Guardar en contactos el número telefónico de la línea de ayuda para la prevención del suicidio o de Crisis Text Line (1-800-273-8255 o enviar un mensaje de texto con la palabra "Hello" al 741741) en los Estados Unidos y mostrarles a los pacientes cómo encontrar y usar la información en su teléfono.
Avriguar a qué armas y otros medios de suicidio el paciente tiene acceso.
Mostrar preocupación y empatía frente a la situación del paciente (p. ej., "Sé que ha pasado por mucho. Me preocupo por usted y deseo volver a verlo; su seguridad es importante").
Conectar a los cuidadores y los miembros de la familia con los recursos educativos.
Desarrollar un plan de seguridad para el suicidio que ayude a las personas a reconocer lo que lleva a la ideación suicida y proporcionar una lista de estrategias de afrontamiento y recursos de apoyo, incluyendo aplicaciones en tabletas y teléfonos inteligentes para que los pacientes utilicen.
Los servicios de asesoramiento y apoyo (p. ej., National Widowers Organization) pueden facilitar las transiciones difíciles. El uso de ansiolíticos a corto plazo puede ayudar a los pacientes con ansiedad excesiva y las terapias con antidepresivos pueden reducir la intensidad de los síntomas depresivos. No obstante, debe evitarse su utilización prolongada o excesiva, porque puede interferir sobre el proceso de duelo y adaptación. El duelo patológico prolongado suele requerir evaluación y tratamiento psiquiátrico.
Referencias
1. De Leo D: Late-life suicide in an aging world. Nat Aging 2:7–12, 2022. https://doi.org/10.1038/s43587-021-00160-1
2. Centers for Disease Control and Prevention (CDC): Suicide Data and Statistics. Accedido el 24/03/23.
Más información
Los siguientes recursos en inglés pueden ser útiles. Tenga en cuenta que el MANUAL no es responsable por el contenido de este recurso.
National Institute of Mental Health (NIMH): Ask Suicide-Screening Questions (ASQ) Toolkit. Este sitio web proporciona un instrumento de cribado fácil de usar, breve, directo y validado que ayuda a los profesionales de la salud a evaluar el riesgo de suicidio de una persona. Esta herramienta consta de 4 preguntas y tarda 20 segundos en completarse. El NIMH proporciona orientación y explicaciones que pueden utilizar los profesionales de la salud. Accedido el 19/03/23.
The Columbia Lighthouse Project: The Columbia Protocol for Healthcare and Other Community Settings. Este protocolo (también conocido como Columbia-Suicide Severity Rating Scale) es un instrumento de cribado gratuito basado en la evidencia con una guía personalizada para diferentes entornos y entrenamiento en línea también gratuitos. Ayuda a los profesionales de la salud a determinar si una persona presenta un riesgo elevado de suicidio, a evaluar la gravedad y la inminencia del riesgo y a estimar el apoyo que necesita esa persona. Accedido el 19/03/23.
Suicide Is Different: este sitio web proporciona orientación, equipos de herramientas y asesoramiento para ayudar a los miembros de la familia y los cuidadores a dar apoyo a una persona con ideas suicidas y a mantenerse bien ellos mismos. Accedido el 19/03/23.
Zero Suicide: este sitio web proporciona recursos y herramientas de entrenamiento para mejorar la atención del suicidio en los sistemas de salud. Analiza las estrategias que pueden ayudar a mejorar la atención, como capacitación de los miembros del personal, uso de herramientas integrales de cribado y evaluación, participación de las personas en riesgo de suicidio en su plan de manejo y uso de tratamientos basados en la evidencia.
Substance Abuse and Mental Health Services Administration (SAMHSA): la SAMHSA proporciona una aplicación móvil que ayuda a los profesionales de la salud a identificar y evaluar a los pacientes con riesgo de suicidio. Proporciona información, herramientas de evaluación y recursos donde los pacientes pueden obtener apoyo.