La mayoría de las infecciones maternas (p. ej., infecciones urinarias, de la piel y respiratorias) en general no son problemas graves durante el embarazo, aunque algunas infecciones genitales (vaginosis bacterianas y el herpes genital) afectan el trabajo de parto o la elección del método de parto. Por lo tanto, el principal problema es el uso y la seguridad de los agentes antimicrobianos.
Sin embargo, ciertas infecciones maternas pueden dañar al feto, como puede ocurrir con las siguientes:
La infección por HIV puede transmitirse de madre a hijo por vía transplacentaria o perinatal. Cuando la madre no recibe tratamiento, el riesgo de transmisión al nacer es de aproximadamente 25 a 35%.
La listeriosis es más común durante el embarazo. La listeriosis aumenta el riesgo de
La listeriosis puede transmitirse de madre a hijo por vía transplacentaria o perinatal.
La vaginosis bacteriana y posiblemente la infección genital por Chlamydia predisponen a
Trabajo de parto pretérmino
Los estudios para estas infecciones se realizan durante la evaluación prenatal de rutina o si aparecen síntomas.
El herpes genital puede ser transmitido al neonato durante el parto. El riesgo es tan alto que en las siguientes circunstancias es preferible la cesárea:
Cuando la mujer tiene lesiones herpéticas visibles
Cuando una mujer con antecedentes de infección herpética presenta síntomas prodrómicos antes del trabajo de parto
Cuando la primoinfección herpética aparece al final del tercer trimestre (cuando la descamación cervical del virus es probable en el momento del parto)
Si no hay lesiones visibles o pródromos, aún en mujeres con infecciones recurrentes, el riesgo es bajo y el parto vaginal es posible. Si la mujer es asintomática, los cultivos preparto seriados no ayudan a identificar a aquellas que presentan riesgo de transmisión. Si la mujer tiene infecciones herpéticas recurrentes durante el embarazo pero no presenta otros factores de riesgo de transmisión, a veces puede inducirse el trabajo de parto de manera que el parto ocurra entre las recidivas. Cuando el parto es vaginal, se realizan cultivos vaginales, cervicales y neonatales para herpesvirus. El aciclovir (oral y tópico) parece ser seguro durante el embarazo.
Antibacterianos
Es importante evitar la administración de antibacterianos a pacientes embarazadas a menos que exista evidencia firme de una infección bacteriana. El uso de antibacterianos durante el embarazo debe estar basado en si los beneficios superan a los riesgos, lo cual varía según el trimestre (véase Algunos fármacos con efectos adversos durante el embarazo para efectos adversos específicos). También deben considerarse la gravedad de la infección y otras opciones terapéuticas.
Los aminoglucósidos pueden usarse durante el embarazo para tratar la pielonefritis y la corioamnionitis, pero el tratamiento debe ser cuidadosamente controlado para evitar el daño materno y fetal.
Las cefalosporinas generalmente se consideran seguras.
El cloranfenicol, aun en grandes dosis, no daña al feto; sin embargo, los neonatos no pueden metabolizar adecuadamente el cloranfenicol, y los niveles sanguíneos elevados resultantes pueden producir un colapso circulatorio (síndrome del bebé gris). El cloranfenicol rara vez se usa en los Estados Unidos.
Las fluoroquinolonas no se usan durante el embarazo; tienden a tener una alta afinidad por el hueso y el cartílago, y por lo tanto pueden tener efectos musculoesqueléticos adversos.
Los macrólidos generalmente se consideran seguros.
El uso de metronidazol durante el primer trimestre solía considerarse polémico; sin embargo, en múltiples estudios, no se observaron efectos teratogénicos o mutagénicos.
La nitrofurantoin no es conocida como causa de malformaciones congénitas. Está contraindicada cerca del término, ya que puede causar anemia hemolítica en los recién nacidos.
Las penicilinas generalmente se consideran seguras.
Las sulfamidas en general son seguras durante el embarazo. Sin embargo, las sulfamidas de acción prolongada cruzan la placenta y pueden desplazar a la bilirrubina de sus sitios de unión. Estos agentes a menudo se evitan después de la semana 34 de gestación debido al riesgo de kernícterus neonatal.
Las tetraciclinas cruzan la placenta y se concentran y depositan en los huesos y dientes, donde se combinan con el calcio y deterioran el desarrollo (véase tabla Algunos fármacos con efectos adversos durante el embarazo); no se usan desde la mitad hasta el final del embarazo.
Conceptos clave
La mayoría de las infecciones maternas comunes (p. ej., infecciones urinarias, de la piel y respiratorias) en general no son problemas graves durante el embarazo.
Ciertas infecciones maternas que pueden dañar al feto incluyen la infección por citomegalovirus, herpes simple, rubéola, toxoplasmosis, hepatitis B y sífilis.
Administre antibacterianos a pacientes embarazadas solo cuando haya una fuerte evidencia de infección bacteriana y solo si los beneficios del tratamiento superan el riesgo, que varía por trimestre.