Históricamente, la cirugía fue el primer tipo de tratamiento contra el cáncer. En la práctica actual, se usa solo o en combinación con otras modalidades para el tratamiento de tumores sólidos (véase también Generalidades sobre la terapia oncológica). El tamaño, el tipo y la localización del cáncer, así como el estado funcional del paciente, pueden determinar la operabilidad y el resultado. La presencia de metástasis a menudo impide la cirugía como parte del tratamiento primario, pero la resección de metástasis solitarias o procedimientos citorreductores puede estar indicada en situaciones específicas.
Los factores que aumentan el riesgo quirúrgico de los pacientes con cáncer son
Estado funcional (capacidad para realizar las actividades de la vida cotidiana)
Enfermedades concomitantes
El riesgo quirúrgico para los pacientes con cáncer se evalúa no en función de la edad cronológica, sino del estado funcional y las comorbilidades. Los pacientes pueden tener comorbilidades preexistentes u otras causadas por el cáncer o el tratamiento del cáncer. Pueden tener mala nutrición como resultado de la anorexia y las influencias catabólicas del cáncer. Estos factores pueden inhibir o retardar la recuperación posquirúrgica. Puede haber neutropenia o trombocitopenia, o trastornos de coagulación; estos cuadros aumentan el riesgo de sepsis y hemorragia. Por lo tanto, es primordial la evaluación preoperatoria. Para algunos pacientes, el riesgo de cirugía es demasiado alto y se utilizan tratamientos alternativos (p. ej., radioterapia).
Resección del tumor primario
Si un tumor primario no ha metastatizado, la cirugía es potencialmente curativa. Es importante que el tumor resecado tenga un margen claro (un área de tejido normal alrededor del tumor primario) para confirmar la resección completa y disminuir el riesgo de recurrencia. A veces se requiere el examen intraoperatorio de cortes tisulares por un anatomopatólogo. La resección inmediata de tejido adicional se realiza si los márgenes muestran cáncer.
La resección quirúrgica puede incluir la extirpación de ganglios linfáticos locales y regionales y/o la resección de un tejido u órgano adyacente comprometido.
Se puede administrar quimioterapia o radioterapia neoadyuvante antes de la cirugía para reducir el tamaño del cáncer, limitar la extensión de la cirugía y mejorar la eficacia. Se puede administrar quimioterapia adyuvante o radioterapia después de la cirugía para disminuir el riesgo de recurrencia.
Resección de metástasis
Los ganglios linfáticos locales y regionales a veces se extirpan en la cirugía para evaluar la extensión de la diseminación del cáncer y reducir la probabilidad de recurrencia del cáncer. Las metástasis limitadas (en tamaño, número o localización), especialmente en los pulmones, el hígado o el encéfalo, a veces pueden resecarse o tratarse con radioterapia.
Disminución del volumen tumoral (citorreducción tumoral)
A veces se implementa citorreducción tumoral (resección quirúrgica para disminuir el tamaño del cáncer) cuando es imposible extirpar todo el cáncer. La reducción de tamaño del tumor puede aumentar la sensibilidad del tumor remanente a otras modalidades de tratamiento a través de mecanismos poco claros (p. ej., quimioterapia).
Cirugía paliativa
La resección quirúrgica del tumor para aliviar los síntomas y preservar la calidad de vida es a veces razonable, incluso cuando la curación es poco probable o cuando está contraindicado el intento de cirugía extensa. La resección puede estar indicada para controlar el dolor, reducir el riesgo de hemorragia o aliviar la obstrucción de un órgano vital.
Cirugía reconstructiva
La cirugía reconstructiva puede mejorar la comodidad o la calidad de vida del paciente después de la cirugía (p. ej., reconstrucción mamaria después de la mastectomía).