La tibia puede torcerse al nacer. La torsión tibial puede ser externa (lateral) o interna (medial).
(Véase también Introducción a las malformaciones congénitas craneofaciales y enfermedades musculoesqueléticas.)
La torsión tibial externa se produce normalmente con el crecimiento: de 0° en el momento del nacimiento a 20° en la edad adulta. Rara vez es un problema.
La torsión tibial interna es frecuente en el momento del nacimiento, pero suele resolverse con el crecimiento. Sin embargo, un grado excesivo de torsión puede indicar un problema neuromuscular. También se observa torsión en la enfermedad de Blount. La torsión persistente, excesiva, puede causar desviación hacia adentro de los dedos de los pies y piernas arqueadas.
Para evaluar la torsión tibial, se mide el ángulo entre el eje del pie y el eje del muslo con el niño en decúbito prono y las rodillas flexionadas en 90°. Por lo general, el eje del pie está 10° lateral respecto del eje del muslo. Este ángulo también puede medirse sentando al niño y trazando una línea imaginaria que conecte los maléolos lateral y medial.
En la mayoría de los niños, la tibia vuelve a una posición normal sin tratamiento alrededor de los 5 a 6 años. Los niños que tienen un caso grave de torsión tibial pueden necesitar usar un dispositivo ortopédico, un yeso o aparatos para las piernas.