Los niños y adolescentes pueden participar en enfrentamientos físicos ocasionales, pero la mayoría no adopta un patrón sostenido de comportamiento violento ni interviene en delitos violentos. Los niños y adolescentes que se vuelven violentos antes de la pubertad pueden tener un riesgo más alto de cometer delitos.
El comportamiento violento es cada vez más frecuente en niños y adolescentes.
Pese al interés continuo en la posibilidad de una relación entre conducta violenta y defectos genéticos o anomalías cromosómicas, hay mínima evidencia de una relación de este tipo. En cambio, varios factores de riesgo se han asociado con conducta violenta; por ejemplo
Castigo corporal intenso
Abuso de alcohol y drogas
Participación en pandillas
Problemas de desarrollo
Pobreza
Acceso a armas de fuego
Parece haber una relación entre violencia y acceso a armas de fuego, exposición a violencia a través de los medios de comunicación y exposición del niño a maltrato y violencia doméstica.
En 2019, casi el 19,5% de los estudiantes secundarios varones de los Estados Unidos informaron haber llevado un arma por lo menos una vez durante el mes precedente cuando fueron encuestados como parte de un estudio sobre riesgos juveniles (1).
(Véase también Generalidades sobre los problemas de conducta en niños y Problemas de conducta en los adolescentes).
Referencia
1. Office of Juvenile Justice and Delinquency Prevention: Statistical Briefing Book: Self-report Behaviors. Released 09/21/2020.
Acoso (bullying)
El acoso (bullying) consiste en infligir deliberadamente daño psicológico o físico a niños más débiles. El acoso puede adoptar varias formas; por ejemplo
Burlas persistentes
Amenazas
Intimidación
Hostilidad
Agresiones violentas
Ciberacoso
El ciberacoso es el uso de correo electrónico, mensajes de texto, redes sociales y otras herramientas de comunicación digital para transmitir amenazas y/o difundir información hiriente con el fin de avergonzar o comunicar intencionalmente información falsa u hostil sobre otro niño. "Sexting", que es el acto de compartir mensajes o fotografías de naturaleza sexual (generalmente a través del teléfono celular), puede ser una forma de acoso cibernético si los mensajes o las fotografías se comparten intencionalmente con otras personas para avergonzar o dañar al niño que creó o que apareció en el mensaje o la fotografía.
Hasta un tercio de los niños pueden estar involucrados en la intimidación como matones, víctimas o ambos. Las tensiones sociales (p. ej., ingresos familiares bajos, niveles bajos de educación parental) son factores de riesgo para la intimidación.
Los acosadores actúan para aumentar su sensación de autovalor. Suelen referir que el acoso genera sentimientos de poder y control.
Tanto los acosadores como sus víctimas están expuestos a malos desenlaces. A menudo, las víctimas no le cuentan a nadie que son acosadas, debido a sentimientos de desamparo y vergüenza, y miedo a represalias. Tienen riesgo de lesiones físicas, escasa autoestima, ansiedad, depresión y ausentismo escolar. Los niños que son acosados pueden llegar a un límite, momento en el cual contraatacan con resultados potencialmente peligrosos o catastróficos. Muchas de las víctimas de acoso se convierten en matones ellos mismos. Los acosadores tienen más probabilidad de ser encarcelados más adelante en la vida; es menos probable que permanezcan en la escuela, consigan empleo o tengan relaciones estables como adultos.
Participación en pandillas
La participación en pandillas se ha vinculado con comportamiento violento. Las pandillas juveniles son asociaciones autoformadas de ≥ 3 miembros, cuyas edades suelen variar entre 13 y 24 años.
Por lo general, las pandillas adoptan un nombre y símbolos identificatorios, como un estilo particular de indumentaria, el uso de ciertos signos manuales, tatuajes o grafitis. Algunas pandillas exigen que los futuros miembros realicen actos aleatorios de violencia antes de otorgar la membresía.
La creciente violencia de las pandillas juveniles se ha atribuido, por lo menos en parte, a su participación en la distribución y el consumo de drogas. El uso de armas de fuego es una característica frecuente de la violencia de pandillas.
Prevención de la violencia en niños y adolescentes
La prevención de la violencia debe comenzar en la primera infancia. Las estrategias incluyen
Disciplina sin violencia en niños pequeños
Limitar el acceso a armas y la exposición a la violencia a través de los medios de comunicación y los videojuegos
Crear y mantener un ambiente escolar seguro para niños de edad escolar
Alentar a las víctimas a que discutan los problemas con padres, autoridades escolares y su médico
Enseñar a los niños mayores y los adolescentes estrategias para evitar situaciones de alto riesgo (p. ej., lugares o contextos en los que otros tienen armas o consumen alcohol o drogas) y para reaccionar ante situaciones tensas o distenderlas