Cerebro

PorKenneth Maiese, MD, Rutgers University
Revisado/Modificado ene 2024
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Datos clave

    Las funciones del encéfalo son tan admirables como extraordinarias, dependen de miles de millones de neuronas y de la comunicación interna entre ellas. En el encéfalo se generan el pensamiento, las creencias, los recuerdos, el comportamiento y el estado de ánimo. El encéfalo es la sede del pensamiento y la inteligencia y el centro de control de todo el organismo. Coordina la capacidad para moverse, tocar, oler, saborear, oír y ver. Permite al ser humano formar palabras, hablar y comunicarse, entender y realizar operaciones numéricas, componer y apreciar la música, visualizar y entender las formas geométricas, planificar e incluso imaginar y fantasear.

    El encéfalo analiza todos los estímulos, tanto los procedentes de los órganos internos como los que proceden del exterior, de la superficie corporal, los ojos, los oídos, la nariz y la boca. Entonces reacciona a estos estímulos regulando lo siguiente:

    • Posición del cuerpo

    • Movimiento de las extremidades

    • Velocidad a la que funcionan los órganos internos

    • Estado de ánimo

    • Conciencia y estado de alerta

    El encéfalo

    El encéfalo está constituido por el cerebro, el tronco del encéfalo y el cerebelo. Cada mitad del cerebro (hemisferio) está dividida en lóbulos.

    La capacidad del cerebro humano es única, ni siquiera las computadoras se aproximan a sus aptitudes. Sin embargo, tal sofisticación tiene su precio. El encéfalo necesita nutrirse constantemente. Exige un flujo de sangre y de oxígeno muy alto y continuo, que representa alrededor del 25% del gasto cardíaco. El consumo total de energía del cerebro no cambia mucho con el tiempo, aun así ciertas áreas del cerebro consumen más energía durante aquellos periodos de mayor actividad (por ejemplo, al intentar aprender un nuevo idioma o al aprender una nueva tarea, como el patinaje sobre hielo). Una interrupción del flujo de sangre al encéfalo durante más de 10 segundos causa pérdida de consciencia.

    La falta de oxígeno o niveles anormalmente bajos de azúcar (glucosa) en sangre significan una menor aportación de energía para el encéfalo, lo que puede causar una lesión encefálica grave en cuestión de 4 minutos. No obstante, el encéfalo está protegido por varios mecanismos que pueden prevenir estos problemas. Por ejemplo, si la cantidad de sangre que fluye hacia el encéfalo disminuye, el cerebro ordena de inmediato al corazón que incremente su frecuencia y su contractilidad para así bombear más sangre. Si el nivel de glucosa en sangre baja demasiado, el cerebro ordena a las glándulas suprarrenales que liberen epinefrina (epinefrina [adrenalina]), una sustancia que estimula el hígado a liberar la glucosa almacenada.

    ¿Sabías que...?

    • El cerebro rara vez produce nuevas células nerviosas (neuronas), pero puede producir nuevas células de sostén (células gliales) a lo largo de la vida.

    • La capacidad del cerebro humano es única, ni siquiera las computadoras se aproximan a sus aptitudes.

    • Alrededor del 25% de la sangre bombeada por el corazón va al cerebro.

    La barrera hematoencefálica también protege el encéfalo. Está formada por células que recubren los vasos sanguíneos del encéfalo. Estas células permiten que algunas sustancias lleguen al cerebro mientras que otras quedan bloqueadas. La barrera hematoencefálica es necesaria porque en el encéfalo, a diferencia de la mayor parte del cuerpo, las células que forman las paredes capilares están bien selladas, por ejemplo, para protegerlo del daño causado por toxinas e infecciones. (En los capilares, que son los vasos sanguíneos más pequeños del organismo, es donde se produce el intercambio de nutrientes y oxígeno entre la sangre y los tejidos.) Debido a que la barrera hematoencefálica controla las sustancias que pueden entrar en el encéfalo, la penicilina, muchos medicamentos de quimioterapia, algunas sustancias tóxicas y la mayoría de las proteínas no pueden pasar al interior del cerebro. Por otro lado, sustancias como el alcohol, la cafeína y la nicotina sí pueden pasar. Ciertos fármacos, como los antidepresivos, se han diseñado de modo que puedan atravesar esta barrera. Algunas sustancias necesarias para el cerebro, como la glucosa y los aminoácidos, no pasan la barrera con facilidad. Sin embargo, los sistemas de transporte de la barrera hematoencefálica permiten que las sustancias necesarias para el cerebro logren pasar al tejido cerebral. Cuando se inflama el cerebro, lo que puede ocurrir en caso de ciertas infecciones o tumores, la barrera hematoencefálica se vuelve permeable. Cuando la barrera hematoencefálica es permeable, algunas sustancias (como ciertos antibióticos) que normalmente no pueden pasar al cerebro son capaces de hacerlo.

    La actividad del cerebro se debe a los impulsos eléctricos generados por las neuronas, que procesan y almacenan la información. Estos impulsos recorren las fibras nerviosas del cerebro. La cantidad, el tipo y el lugar de origen de la actividad cerebral dependen del nivel de consciencia de la persona y de la actividad específica que esté haciendo en ese momento.

    El encéfalo consta de 3 partes principales:

    • Cerebro

    • Tronco del encéfalo

    • Cerebelo

    Cada parte (cerebro, tronco del encéfalo y cerebelo) tiene una serie de áreas más pequeñas, cada una con funciones específicas.

    Cerebro

    El cerebro propiamente dicho es la parte del encéfalo que tiene un mayor tamaño y contiene las siguientes partes:

    • La corteza cerebral: esta capa retorcida de tejido forma la superficie externa del cerebro. Se compone de una capa fina de sustancia gris de alrededor de 2 a 4 mm de espesor. En los adultos, la corteza cerebral contiene la mayor parte de las neuronas del sistema nervioso.

    • Materia blanca: la materia blanca está formada principalmente por fibras nerviosas (axones) que conectan las neuronas de la corteza cerebral entre sí, así como con otras zonas del encéfalo y de la médula espinal. También contiene las células de soporte (oligodendrocitos) que producen la mielina para las fibras de las neuronas (para acelerar la conducción de los impulsos a lo largo de las fibras nerviosas). La sustancia blanca se localiza por debajo de la corteza.

    • Estructuras subcorticales: estas estructuras también se encuentran debajo ("sub-") de la corteza, de ahí su nombre. Comprenden los ganglios basales, el tálamo, el hipotálamo, el hipocampo y el sistema límbico, que comprende la amígdala, las conexiones olfativas (estructuras que ayudan a transmitir las señales del olfato) y estructuras relacionadas.

    El cerebro se divide en 2 mitades: los hemisferios cerebrales derecho e izquierdo. Los dos hemisferios están conectados por un puente de materia blanca formado por fibras nerviosas (llamado cuerpo calloso) que atraviesa el centro del cerebro. Cada hemisferio se divide en lóbulos:

    • Lóbulo frontal

    • Lóbulo parietal

    • Lóbulo occipital

    • Lóbulo temporal

    Cada lóbulo tiene funciones específicas, pero para la realización de la mayoría de las actividades se necesita la cooperación de varias áreas en diferentes lóbulos de ambos hemisferios.

    Los lóbulos frontales tienen las siguientes funciones:

    • Iniciar muchas acciones voluntarias, desde mirar un objeto de interés hasta cruzar una calle o relajar la vejiga para orinar

    • Controlar las actividades motoras aprendidas, como escribir, tocar un instrumento musical o atarse los zapatos

    • Controlar procesos intelectuales complejos, como el lenguaje, el pensamiento, la concentración, la capacidad de resolver problemas y la planificación del futuro

    • Controlar las expresiones faciales y los gestos de manos y brazos

    • Coordinar las expresiones y otros gestos con el estado de ánimo y los sentimientos

    Determinadas áreas de los lóbulos frontales controlan movimientos específicos, por regla general los de la parte contralateral del cuerpo. En la mayoría de las personas, el lóbulo frontal izquierdo controla la mayor parte de las funciones relacionadas con el uso del lenguaje.

    Los lóbulos parietales tienen las funciones siguientes:

    • Interpretar la información sensorial del resto del cuerpo

    • Controlar la posición del cuerpo y de las extremidades

    • Combinar las impresiones de forma, textura y peso en las percepciones generales

    • Influir en las habilidades matemáticas y la comprensión del lenguaje, como lo hacen las zonas adyacentes de los lóbulos temporales

    • Almacenar los recuerdos espaciales que nos permiten orientarnos en el espacio (saber dónde estamos) y mantener el sentido de la orientación (saber a dónde vamos)

    • Procesar la información que nos ayuda a percibir la posición de las distintas partes del cuerpo

    Los lóbulos occipitales tienen las funciones siguientes:

    • Procesar e interpretar la visión e identificar las formas de los objetos

    • Permitir la formación de recuerdos visuales

    • Integrar las percepciones visuales con la información espacial proporcionada por los lóbulos parietales adyacentes

    Los lóbulos temporales tienen las funciones siguientes:

    • Generar la memoria y las emociones

    • Procesar los acontecimientos inmediatos en la memoria reciente y a largo plazo

    • Almacenar y recuperar los recuerdos remotos

    • Interpretar sonidos e imágenes, lo que nos permite reconocer a otras personas y objetos, e integrar la audición y el habla

    Las estructuras subcorticales están formadas por grandes colecciones de células nerviosas:

    • Los ganglios basales, que coordinan y afinan los movimientos

    • El tálamo, que por lo general organiza los mensajes sensoriales desde los niveles más altos del cerebro (corteza cerebral) y hacia éstos, y proporciona la conciencia de sensaciones como el dolor, el tacto y la temperatura.

    • El hipotálamo, que coordina algunas de las funciones más automáticas del organismo, como el control del sueño y la vigilia, el mantenimiento de la temperatura corporal, la regulación del apetito y la sed y el control de la actividad hormonal de la glándula pituitaria adyacente.

    El sistema límbico, otra estructura subcortical, está formada por elementos y fibras nerviosas que se encuentran en la parte más profunda del cerebro. Las partes que constituyen el sistema límbico son el hipotálamo, la amígdala, el tálamo, los cuerpos mamilares (tubérculos mamilares) y el hipocampo. Dicho sistema conecta el hipotálamo con otras áreas de los lóbulos frontales y temporales. El sistema límbico controla cómo sentimos y expresamos las emociones, la motivación, la memoria y el aprendizaje, así como algunas funciones corporales automáticas. Al producir emociones (como el miedo, la ira, el placer y la tristeza), el sistema límbico nos permite comportarnos de manera apropiada para comunicarnos y sobrevivir ante malestares físicos y psíquicos. El hipocampo también está involucrado en la formación y recuperación de recuerdos, y sus conexiones a través del sistema límbico ayudan a conectar esos recuerdos a las emociones experimentadas cuando se forman los recuerdos. Gracias al sistema límbico, los recuerdos con carga emocional suelen ser más fáciles de rememorar que los demás. El sistema límbico también tiene entrada en otras áreas del cerebro, como en los ganglios basales, cuya función es controlar los movimientos voluntarios de las extremidades.

    Tronco del encéfalo

    El tronco del encéfalo conecta el cerebro con la médula espinal. Contiene un sistema de neuronas y fibras nerviosas (denominado sistema activador reticular), localizado en su parte superior. El sistema activador reticular controla los niveles de consciencia y el estado de alerta. El tronco del encéfalo también contiene muchos de los grupos de centros nerviosos que controlan el movimiento del ojo, la cara, la mandíbula y la lengua, incluida la masticación y la deglución.

    El tronco del encéfalo también regula automáticamente funciones vitales del organismo como la respiración, la presión arterial y la frecuencia cardíaca, además de colaborar en el ajuste de la postura y el equilibrio.

    Si el tronco del encéfalo se lesiona gravemente, se pierde la consciencia y todas estas actividades automáticas dejan de funcionar. Es decir, se pierde toda la actividad cerebral. Esta pérdida se considera muerte cerebral. Poco después, sobreviene la muerte.

    Sin embargo, si el tronco cerebral se mantiene intacto, el cuerpo puede permanecer vivo, incluso cuando existen graves daños en el cerebro que hacen que sea imposible la conciencia, el pensamiento y el movimiento.

    Cerebelo

    Está situado debajo del cerebro y justo encima del tronco del encéfalo. Coordina los movimientos corporales. Con la información sobre la posición de las extremidades que recibe de la corteza cerebral y de los ganglios basales, el cerebelo ayuda a las extremidades a moverse con mayor suavidad y precisión. Esto lo hace mediante el ajuste constante del tono muscular y la postura.

    El cerebelo interacciona con unas zonas del tronco del encéfalo denominadas núcleos vestibulares, que están conectadas con los órganos del equilibrio (conductos semicirculares) del oído interno. El conjunto de estas estructuras es lo que proporciona la sensación de equilibrio, lo que permite caminar erguido.

    El cerebelo también almacena recuerdos de movimientos ya realizados, lo que permite ejecutar movimientos altamente coordinados, como una pirueta de ballet, con rapidez y equilibrio. El cerebelo contribuye a las funciones del pensamiento, tales como, la atención, el lenguaje y las emociones.

    Meninges

    Tanto el encéfalo como la médula espinal están recubiertos por tres capas de tejido (meninges) que los protegen:

    • La delgada piamadre, la capa más interna, está adherida a la superficie del cerebro y de la médula espinal.

    • La aracnoides, fina y semejante a una tela de araña, es la capa intermedia.

    • La duramadre es la membrana más externa y resistente.

    Por el espacio entre la aracnoides y la piamadre, el espacio subaracnoideo, circula el líquido cefalorraquídeo, que ayuda a proteger el encéfalo y la médula espinal.

    El líquido cefalorraquídeo ayuda a amortiguar el encéfalo contra sacudidas repentinas y lesiones menores y también a eliminar los productos de desecho procedentes del encéfalo. El líquido cefalorraquídeo circula a través de una red de cavidades cerebrales llamadas ventrículos cerebrales. El líquido cefalorraquídeo está formado por células especializadas que recubren los ventrículos, penetra en el encéfalo por el exterior de los vasos sanguíneos y circula entre las meninges por la superficie del encéfalo. El líquido es absorbido por células de sostén (células gliales) y se distribuye por todo el cerebro, llenando espacios internos (los 4 ventrículos cerebrales). El líquido acaba saliendo del encéfalo para penetrar en los vasos sanguíneos del cuerpo. A medida que el líquido cefalorraquídeo circula por el cerebro, elimina las proteínas descartadas y otros productos de desecho del tejido cerebral. Este proceso de eliminación se produce principalmente cuando las personas duermen, lo que resalta la importancia del sueño.

    El encéfalo y sus meninges están contenidos en una estructura ósea resistente y protectora, el cráneo. La médula espinal se conecta al encéfalo en la base del tronco encefálico.

    Tejidos que recubren el encéfalo

    En el interior del cráneo, el encéfalo está recubierto por 3 capas de tejido denominadas meninges:

    • Duramadre (la capa externa)

    • Aracnoides (la capa media)

    • Piamadre (capa interna)

    Entre la aracnoides y la piamadre se encuentra el espacio subaracnoideo. Este espacio contiene el líquido cefalorraquídeo, que fluye a través de las meninges, llena los espacios internos del encéfalo y actúa como amortiguador del mismo y de la médula espinal.

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