Antes de la exploración física, el médico entrevista al paciente para obtener información sobre su salud actual y pasada (historial médico). La historia es la parte más importante de la evaluación neurológica.
Los médicos piden a la persona que describa los síntomas actuales, pero se centran en los relacionados con el sistema nervioso (síntomas neurológicos):
¿Cómo son exactamente los síntomas?
¿En dónde y con qué frecuencia ocurren?
¿Cuál es su gravedad?
¿Cuánto tiempo duran?
¿Qué los empeora?
¿Qué los alivia?
¿Interfieren con las actividades cotidianas?
A menudo, el médico solicita al paciente que describa el orden en que se presentan los síntomas. Esta información ayuda a identificar la causa. Mantener un registro diario de la cronología de la aparición de los síntomas puede ayudar al paciente a recordar y exponerlos con mayor precisión.
También se pregunta al paciente sobre enfermedades y operaciones pasadas y presentes, alergias, enfermedades familiares graves y fármacos que está tomando actualmente. Se le pregunta sobre su trabajo, sus contactos sociales y si ha estado de viaje, para descartar la posibilidad de exposición a infecciones o sustancias tóxicas poco habituales.
Además, el médico pregunta sobre la existencia de dificultades en el trabajo o en el hogar, como la pérdida del trabajo o un fallecimiento en la familia, porque tales circunstancias repercuten en la salud o la capacidad para hacer frente a la enfermedad.
También se hacen otras preguntas para identificar cualquier síntoma que la persona afectada haya pasado por alto o al que, atenta a la descripción del problema principal, no haya prestado la atención que merece. Si los médicos sospechan un trastorno del sistema nervioso autónomo, preguntan a la persona acerca de síntomas como sudoración reducida o ausente, rubor, visión borrosa y problemas con el control del intestino y la vejiga.