El bloqueo de una arteria que lleva sangre a la médula espinal impide que le llegue sangre y, por tanto, oxígeno. Como resultado, los tejidos medulares mueren (infarto).
Entre las causas se incluyen la ateroesclerosis grave, la inflamación de los vasos sanguíneos, los coágulos de sangre y a veces los procedimientos que afecten de algún modo la aorta abdominal.
Se presenta un dolor de espalda repentino con dolor irradiado desde la zona afectada, seguido de debilidad muscular e incapacidad de sentir calor, frío y dolor en las áreas afectadas, y algunas veces parálisis.
Se suele realizar una resonancia magnética nuclear o una mielografía con tomografía computarizada.
El tratamiento se dirige a corregir la causa si es posible o a aliviar los síntomas.
La disfunción de la médula espinal y la parálisis suelen ser permanentes.
(Véase también Introducción a los trastornos de la médula espinal.)
Al igual que todos los tejidos del cuerpo, la médula espinal requiere un aporte constante de sangre oxigenada. Solo unas pocas arterias, que son ramas de la aorta, aportan sangre a la parte anterior de la médula espinal. Pero esta sangre supone tres cuartas partes del total de sangre que recibe la médula. Por ello, el bloqueo de alguna de estas arterias es muy grave. Este tipo de bloqueo se debe en algunos casos a:
Ateroesclerosis grave de la aorta (depósitos de material graso en las paredes de la aorta)
Separación de las capas de la pared de la aorta (disección aórtica)
Los procedimientos que actúan sobre la aorta abdominal, como la cirugía para reparar una dilatación (aneurisma) en ella
Un coágulo de sangre que se desprende de la pared del corazón y viaja a través del torrente sanguíneo (convirtiéndose en un émbolo), una causa poco frecuente
Inflamación de los vasos sanguíneos (vasculitis), como poliarteritis nudosa, una causa poco frecuente
Síntomas de la obstrucción de la irrigación sanguínea a la médula espinal
Los primeros síntomas de una arteria espinal obstruida suelen ser
Dolor de espalda repentino que se irradia desde el centro de la espalda hacia la caja torácica y el tórax
El dolor es seguido de debilidad muscular, y no se siente calor, frío ni dolor en las zonas controladas por el segmento de la médula espinal inferior al nivel del bloqueo. Las personas notan los síntomas inmediatamente, y estos pueden disminuir algo con el tiempo.
Si el aporte sanguíneo a la parte anterior de la médula espinal está muy reducido, las piernas se entumecen y paralizan. Sin embargo, las sensaciones transmitidas a través de la parte posterior de la médula permanecen intactas, incluyendo el tacto, la capacidad de sentir vibraciones y la capacidad de sentir dónde están los miembros sin mirarlos (sentido de la posición), porque la parte posterior de la médula espinal recibe sangre procedente de otras fuentes. Los problemas pueden remitir parcialmente transcurridos los primeros días.
La debilidad y la parálisis llevan a la aparición de úlceras por presión y dificultades respiratorias. Las funciones de la vejiga y del intestino están alteradas, al igual que la función sexual.
Diagnóstico de obstrucción de la irrigación sanguínea a la médula espinal
Resonancia magnética nuclear o mielografía con tomografía computarizada (TC)
A veces, una punción lumbar
Se suele sospechar una obstrucción de la irrigación sanguínea a la médula espinal en función de los síntomas.
Una resonancia magnética nuclear (RMN) suele permitir el diagnóstico de dicha obstrucción. Si la resonancia magnética (RMN) no está disponible, se puede emplear una mielografía con tomografía computarizada (TC). Estas pruebas ayudan a descartar otros trastornos que causan síntomas similares.
Para descartar otros trastornos que causan síntomas similares, como una mielitis transversa se suele realizar una punción lumbar.
La angiografía confirma que una arteria de la región anterior de la médula espinal está bloqueada, pero no suele ser necesaria.
Tratamiento de la obstrucción de la irrigación sanguínea a la médula espinal
Tratamiento de la causa siempre que sea posible
Alivio de los síntomas
Cuando sea posible, se trata la causa (como la disección aórtica o la poliarteritis nudosa), pero si no es así, el tratamiento se centra en aliviar los síntomas y gestionar las complicaciones, en especial cuando la parálisis y la disfunción de la médula espinal no remiten en los primeros días y se convierten en permanentes.
Dado que se pierden algunas sensaciones y puede desarrollarse parálisis, es importante evitar la formación de úlceras por presión.
Dado que la respiración puede verse afectada, puede ser necesaria una terapia para ayudar a prevenir el desarrollo de neumonía. Dicha terapia consiste en ejercicios de respiración profunda, drenaje postural (posicionamiento de la persona de modo que la gravedad ayude a drenar las secreciones de los pulmones) y aspiración (inserción de un pequeño tubo de plástico a través de la nariz hasta la tráquea para aspirar suavemente las secreciones).
La fisioterapia y la terapia ocupacional pueden ayudar a preservar la función muscular.
Debido a que el funcionamiento de la vejiga suele estar alterado, se necesita una sonda para evacuar la orina. Este tratamiento evita que la vejiga se agrande y que resulte dañada.