La radioterapia es uno de los componentes del tratamiento de los tumores del sistema nervioso. Cuando existen varios tumores o un único tumor sin bordes definidos, la radioterapia se dirige a un área general (como toda la cabeza). Cuando los bordes del tumor son nítidos, el tratamiento se dirige específicamente al tumor.
La radiación procedente de estos tratamientos a veces daña el sistema nervioso, a pesar de los esfuerzos para evitarlo.
El hecho de que este daño se produzca y su nivel de gravedad dependen de diversos factores:
La cantidad de radiación que se administre a lo largo del tratamiento completo (dosis acumulada)
Cuánta radiación se administra en cada dosis
La duración del tratamiento
La extensión del área de sistema nervioso expuesta a la radiación
La susceptibilidad de la persona al daño por radiación (la susceptibilidad depende de la edad, la susceptibilidad genética, el estado general de salud y otros factores)
La administración de radioterapia durante varios días a varias semanas, aumenta su eficacia y reduce el daño al tejido normal.
Los síntomas de daño por radiación pueden ser
Agudos: ocurren durante los primeros días
Diferidos precoces: se producen en los primeros meses de tratamiento
Diferidos tardíos: se producen varios meses o años después del tratamiento
Los síntomas pueden permanecer igual o empeorar y ser temporales o permanentes.
La encefalopatía aguda puede ser resultado de la irradiación del cerebro. En el interior de las células cerebrales se acumula temporalmente líquido, lo que provoca la inflamación del encéfalo (denominada edema cerebral). Los síntomas consisten en dolor de cabeza, náuseas, vómitos, somnolencia y confusión. La encefalopatía aguda generalmente comienza poco después de recibir la primera o segunda dosis de radiación. Los síntomas suelen disminuir a lo largo del tratamiento con radiación. Los corticoesteroides, como la dexametasona, pueden ayudar a prevenir o reducir el edema cerebral.
El daño por radiación diferido precoz puede provocar síntomas similares a los de la encefalopatía aguda. Los síntomas de un daño diferido precoz pueden desarrollarse en los niños cuando se usa la radioterapia de todo el cerebro para tratar la leucemia. Estos síntomas, por lo general, disminuyen por si solos en el transcurso de días o semanas, aunque en ocasiones el proceso es más rápido si se administran conjuntamente corticoesteroides.
Si la radiación se aplica a la columna vertebral en la zona del cuello o en la parte superior de la espalda, puede producirse una mielopatía por radiación diferida precoz. Este trastorno a veces produce una sensación parecida a una descarga eléctrica. La sensación comienza en el cuello o en la espalda, por lo general cuando el cuello está inclinado hacia adelante, y se dispara hacia las piernas (una respuesta llamada signo de Lhermitte). Por regla general, la mielopatía por radiación diferida precoz remite sin tratamiento.
El daño por radiación diferido tardío produce síntomas meses o años después de la radioterapia. Este tipo de daño puede desarrollarse tanto en niños como en adultos que reciben radioterapia total del cerebro. La causa más frecuente de la administración de radioterapia a niños es el tratamiento de un tipo de tumor cerebral llamado meduloblastoma. En la mayor parte de los tumores, la radioterapia se evita en los niños ya que algunos órganos y tejidos, incluido el cerebro, son más sensibles a la radiación que en los adultos. Por lo tanto, es más probable que se produzca daño debido a la radioterapia. Los síntomas del daño por radiación diferido tardío consisten en demencia de empeoramiento progresivo, pérdida de memoria, dificultad para pensar, cambios de personalidad e inestabilidad al caminar.
La radiación dirigida a tumores cercanos a la columna vertebral puede dañar la propia médula espinal. Cuando sucede esto último, puede aparecer una mielopatía diferida tardía. A menudo, los primeros síntomas de la mielopatía consisten en pérdida progresiva de la sensibilidad, incapacidad para detectar la posición de las manos o los pies y debilidad. Cuando la persona afectada flexiona el cuello, puede sentir una descarga eléctrica o una sensación de hormigueo que baja por la espalda, por ambas piernas, por un brazo o por un lado del cuerpo (signo de Lhermitte).
La mielopatía por radiación de tipo tardío puede ser permanente y suele provocar parálisis.