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Reacciones adversas a los fármacos

PorShalini S. Lynch, PharmD, University of California San Francisco School of Pharmacy
Revisado porEva M. Vivian, PharmD, MS, PhD, University of Wisconsin School of Pharmacy
Revisado/Modificado Modificado abr 2025
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Las reacciones adversas a los medicamentos (efectos adversos) corresponden a los efectos no deseados de los medicamentos. Existen varios tipos diferentes:

  • Relacionados con la dosis

  • Alérgico

  • Idiosincráticas

Las reacciones adversas a los fármacos relacionadas con la dosis se presentan como un exceso de los efectos terapéuticos del fármaco. Por ejemplo, una persona que está en tratamiento con un fármaco para controlar la hipertensión, siente mareo o aturdimiento si el fármaco disminuye demasiado la presión arterial.

Una persona diabética manifesta debilidad, sudor, náuseas y palpitaciones si la insulina u otro fármaco antidiabético oral reduce más de lo previsto el nivel de azúcar en sangre.

Este tipo de reacción adversa al fármaco suele ser predecible, pero en ocasiones es inevitable. Puede darse esta circunstancia si la dosis de un fármaco es excesiva (reacción por sobredosis), si la persona es excepcionalmente sensible a él o si otro fármaco ralentiza el metabolismo del primero, incrementando de este modo su concentración en sangre (véase Interacciones farmacológicas). Las reacciones relacionadas con la dosis pueden ser graves o no, pero son relativamente frecuentes.

Las reacciones alérgicas a los fármacos no están relacionadas con la dosis pero requieren haber estado expuesto previamente al fármaco en cuestión. Las reacciones alérgicas aparecen cuando el sistema inmunitario del cuerpo desarrolla una reacción inapropiada a un fármaco (una situación que en ocasiones se denomina sensibilización). Cuando una persona ya se ha sensibilizado, las exposiciones posteriores al fármaco producen un tipo concreto de reacción alérgica, de entre los distintos que existen. En ocasiones el médico lleva a cabo pruebas cutáneas para ayudar a predecir las reacciones alérgicas a los fármacos.

El mecanismo de las reacciones farmacológicas adversas idiosincráticas no se conoce bien. Este tipo de reacción adversa a un fármaco es imprevisible. Ejemplos de reacciones adversas (idiosincráticas) son la aparición de erupciones, ictericia, anemia, disminución del número de glóbulos blancos (leucocitos), lesión renal y lesión nerviosa que puede dar lugar a trastornos visuales o auditivos. Estas reacciones tienden a ser más graves, pero se producen por lo general en un pequeño número de personas. Las personas afectadas pueden presentar diferencias genéticas en el modo en que su cuerpo metaboliza o responde a los fármacos.

Algunas reacciones adversas no están relacionadas con el efecto terapéutico del fármaco, pero suelen ser predecibles porque los mecanismos involucrados son muy conocidos. Por ejemplo, la irritación gástrica y la hemorragia suelen darse en personas que toman de forma habitual aspirina (ácido acetilsalicílico) u otros Algunas reacciones adversas no están relacionadas con el efecto terapéutico del fármaco, pero suelen ser predecibles porque los mecanismos involucrados son muy conocidos. Por ejemplo, la irritación gástrica y la hemorragia suelen darse en personas que toman de forma habitual aspirina (ácido acetilsalicílico) u otrosantiinflamatorios no esteroideos (AINE). La razón es que estos fármacos reducen la producción de prostaglandinas, las cuales ayudan a proteger el tracto digestivo contra el ácido gástrico.

Gravedad de las reacciones adversas a los fármacos

Las reacciones adversas a los medicamentos (efectos adversos) son cualquier efecto no deseado de los medicamentos. No existe una escala universal para describir o medir la gravedad de una reacción adversa a un fármaco. La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) clasifica las reacciones adversas a medicamentos como graves o no graves. La evaluación es, en gran medida, subjetiva.

Las reacciones adversas leves no graves no significan necesariamente que la persona deba dejar de tomar el medicamento, sobre todo si no se dispone de una alternativa apropiada. No obstante, el médico suele reconsiderar la dosis, la frecuencia de utilización (número de dosis diarias) y el horario de las dosis (por ejemplo, antes o después de las comidas, al levantarse o al acostarse). También pueden utilizarse otros medicamentos para controlar la reacción adversa al fármaco (por ejemplo, un laxante para aliviar el estreñimiento).

Las reacciones adversas no graves a medicamentos pueden incluir trastornos digestivos (náuseas, estreñimiento, diarrea), dolores de cabeza, fatiga y malestar general, dolores musculares inespecíficos, erupciones cutáneas, dificultad para orinar, cambios en el estado de ánimo o cambios temporales en algunos componentes sanguíneos (como una disminución reversible en el recuento de glóbulos blancos).

Entre las reacciones graves se encuentran las que pueden ser mortales (como el fallo hepático, la arritmia cardíaca y ciertos tipos de reacciones alérgicas), las que dan lugar a una discapacidad persistente o importante, o bien a un ingreso hospitalario, y las que causan algún defecto de nacimiento. Estas reacciones son relativamente raras. Es habitual que las personas que experimentan una reacción grave tengan que suspender la toma del fármaco y recibir tratamiento. No obstante, en ocasiones los médicos continúan administrando fármacos de alto riesgo (por ejemplo, quimioterapia para el cáncer o fármacos inmunosupresores en receptores de trasplantes de órganos). Los médicos utilizan todos los medios posibles para prevenir o controlar una reacción adversa grave a los medicamentos.

Las reacciones mortales son aquellas en las que una reacción a un fármaco causa, de manera directa o indirecta, la muerte. Las reacciones mortales pueden ser la causa de que algunos medicamentos hayan sido retirados del mercado.

En los Estados Unidos, las sospechas de reacciones adversas a medicamentos pueden reportarse voluntariamente a la FDA a través del MedWatch safety reporting program. El reporte puede ayudar a la FDA a evaluar el riesgo de manera continua.

Factores de riesgo de reacciones adversas a medicamentos

Muchos factores pueden aumentar la probabilidad de una reacción adversa al fármaco (cualquier efecto no deseado de un medicamento). Entre estos factores se incluyen los siguientes:

Los factores hereditarios contribuyen a que algunas personas sean más propensas a padecer los efectos tóxicos de ciertos fármacos. Se han identificado varios genes que afectan a la respuesta del organismo a los fármacos. Por ejemplo, las diferencias en ciertos genes pueden afectar el metabolismo de los fármacos en el hígado, permitiendo que aumenten los niveles de los fármacos e incrementen las posibilidades de una reacción adversa. No obstante, las pruebas para detectar estas diferencias son complejas y todavía no se utilizan de forma rutinaria en la práctica clínica.

Algunas enfermedades preexistentes alteran la absorción, el metabolismo y la eliminación de un fármaco, así como la respuesta del organismo al fármaco (véase Interacciones entre fármacos y enfermedades), aumentando el riesgo de reacciones adversas.

Otro aspecto que aún no se conoce bien es la forma en que las interacciones de la mente y el cuerpo, tales como la actitud mental, el punto de vista, la confianza en uno mismo y en los profesionales de la salud, influyen en las reacciones adversas a los fármacos.

Uso de varios medicamentos

El hecho de tomar diversos fármacos a la vez, con o sin prescripción médica, contribuye al riesgo de una reacción adversa farmacológica (véase Interacciones farmacológicas). El número y la gravedad de las reacciones adversas a los medicamentos aumentan a medida que aumenta el número de fármacos utilizados.

El consumo de alcohol también aumenta el riesgo de una reacción adversa a los medicamentos.

El riesgo de aparición de reacciones adversas puede reducirse solicitando al médico o al farmacéutico que revise de forma periódica todos los fármacos que se estén tomando, y que realice los ajustes adecuados.

Edad

Los lactantes y los niños muy pequeños presentan un alto riesgo de reacciones adversas a los fármacos, principalmente por una de dos razones: porque su capacidad para metabolizar los fármacos no está completamente desarrollada y porque todavía están creciendo y desarrollando tejido nuevo. Por ejemplo, debido a que se está formando esmalte dental, si el antibiótico tetraciclina se administra a lactantes y niños pequeños (hasta alrededor de los 8 años de edad), puede decolorar permanentemente el esmalte dental.Los lactantes y los niños muy pequeños presentan un alto riesgo de reacciones adversas a los fármacos, principalmente por una de dos razones: porque su capacidad para metabolizar los fármacos no está completamente desarrollada y porque todavía están creciendo y desarrollando tejido nuevo. Por ejemplo, debido a que se está formando esmalte dental, si el antibiótico tetraciclina se administra a lactantes y niños pequeños (hasta alrededor de los 8 años de edad), puede decolorar permanentemente el esmalte dental.

Los menores de 18 años tienen riesgo de presentar síndrome de Reye si reciben tratamiento con aspirina (ácido acetilsalicílico) cuando padecen una gripe o la varicela.Los menores de 18 años tienen riesgo de presentar síndrome de Reye si reciben tratamiento con aspirina (ácido acetilsalicílico) cuando padecen una gripe o la varicela.

Las personas mayores tienen un alto riesgo de sufrir una reacción adversa a los fármacos por varias razones (véase Fármacos y envejecimiento). Es probable que padezcan muchos problemas de salud y, por esta razón, pueden estar tomando diversos fármacos con prescripción y sin prescripción médica.

Además, a medida que se envejece, el hígado tiene menos capacidad para metabolizar muchos fármacos y los riñones están menos capacitados para eliminarlos del organismo, de forma que aumenta el riesgo de lesión renal y otras reacciones adversas. Este tipo de problemas relacionados con la edad suelen empeorar debido a la desnutrición y la deshidratación, trastornos que se presentan con mayor frecuencia a medida que se envejece.

Las personas mayores también son más sensibles a los efectos de muchos fármacos. Por ejemplo, son más propensas a experimentar aturdimiento, pérdida de apetito, depresión o decaimiento, confusión mental y alteraciones de coordinación, lo cual constituye un riesgo de sufrir caídas y fracturas. Entre los diversos tipos de fármacos que pueden provocar estas reacciones se encuentran muchos antihistamínicos, somníferos, ansiolíticos, antihipertensores, antihiperglucémicos y antidepresivos (véase la tabla Algunos medicamentos particularmente susceptibles de dar problemas en personas de edad avanzada).

Embarazo y lactancia

Muchos fármacos, como por ejemplo los antihipertensivos, como los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (IECA) y los antagonistas de los receptores de la angiotensina II (ARA-II), suponen un riesgo para la salud y el correcto desarrollo del feto.Muchos fármacos, como por ejemplo los antihipertensivos, como los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (IECA) y los antagonistas de los receptores de la angiotensina II (ARA-II), suponen un riesgo para la salud y el correcto desarrollo del feto.

En la medida de lo posible, las mujeres embarazadas no deben tomar ningún fármaco, en especial durante el primer trimestre (véase la tabla Algunos medicamentos y riesgo de problemas durante el embarazo). El feto en desarrollo es especialmente vulnerable a los efectos de los medicamentos durante el primer trimestre del embarazo y solo deben tomarse medicamentos esenciales (según lo recomendado por el proveedor de atención médica tratante) y vitaminas prenatales. Sin embargo, para algunos fármacos en concreto, entre los que se incluyen los inhibidores de la ECA y los ARA-II, el riesgo aumenta durante el segundo y tercer trimestres del embarazo.

Durante el embarazo es necesaria la supervisión del médico para el uso de cualquier fármaco con o sin prescripción médica, al igual que para el uso de complementos dietéticos (incluidas las plantas medicinales).

También constituyen un riesgo para el embarazo y el feto las llamadas drogas sociales (alcohol y nicotina) y las drogas ilegales (cocaína y opioides como la heroína), por lo que deben evitarse.También constituyen un riesgo para el embarazo y el feto las llamadas drogas sociales (alcohol y nicotina) y las drogas ilegales (cocaína y opioides como la heroína), por lo que deben evitarse.

Los fármacos, las drogas y las plantas medicinales pueden transmitirse a un lactante a través de la leche materna (véase Uso de medicamentos y de sustancias durante la lactancia). Algunos fármacos no deben administrarse a las mujeres durante la lactancia, mientras que otros sí pueden utilizarse, pero requieren supervisión médica.

Las personas que están amamantando deben consultar con un profesional de la salud antes de tomar cualquier medicamento. Tanto las drogas sociales como las ilegales pueden causar daño al lactante.

Toxicidad por sobredosis

La toxicidad por sobredosis de un fármaco se refiere a las reacciones tóxicas graves, habitualmente nocivas y en ocasiones mortales, debidas a una sobredosis accidental (por un error por parte del médico, el farmacéutico o la persona que se toma el fármaco) o intencionada (homicida o suicida).

Un menor riesgo de toxicidad por sobredosis es a menudo la razón por la que los médicos prefieren un medicamento sobre otro cuando ambos medicamentos son igualmente eficaces. Por ejemplo, si es necesario un medicamento para dormir, los médicos pueden recomendar melatonina o prescribir zolpidem como una opción más segura que una benzodiazepina (como temazepam o triazolam), ya que las benzodiazepinas pueden causar dependencia y son peligrosas en caso de sobredosis. La seguridad es también la razón por la cual los antidepresivos más recientes, como la fluoxetina y la paroxetina, han sustituido en gran medida a antidepresivos anteriores también eficaces, como la imipramina y la amitriptilina (véase la tabla Un menor riesgo de toxicidad por sobredosis es a menudo la razón por la que los médicos prefieren un medicamento sobre otro cuando ambos medicamentos son igualmente eficaces. Por ejemplo, si es necesario un medicamento para dormir, los médicos pueden recomendar melatonina o prescribir zolpidem como una opción más segura que una benzodiazepina (como temazepam o triazolam), ya que las benzodiazepinas pueden causar dependencia y son peligrosas en caso de sobredosis. La seguridad es también la razón por la cual los antidepresivos más recientes, como la fluoxetina y la paroxetina, han sustituido en gran medida a antidepresivos anteriores también eficaces, como la imipramina y la amitriptilina (véase la tablaFármacos utilizados para tratar la depresión).

Los niños presentan un alto riesgo de toxicidad por sobredosis. Los comprimidos o las cápsulas de colores vivos, la mayoría de ellos formulados en dosis para adultos, pueden llamar la atención de los niños pequeños. En Estados Unidos, la regulación federal exige que todos los fármacos orales de venta con receta que dispense un farmacéutico vayan en envases a prueba de niños. Si dicho envase es difícil de abrir para el cliente, este debe firmar una renuncia a tal medida de seguridad.

Muchos países cuentan con centros de toxicología que proporcionan información sobre las intoxicaciones producidas por sustancias químicas y medicamentos, cuyo número de teléfono puede encontrarse en las guías telefónicas. Es conveniente anotar este número y tenerlo fácilmente localizable, o bien programarlo en las llamadas automáticas del teléfono fijo o móvil (celular).

Fármacos mencionados en este artículo

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