Algunos factores psicológicos y sociales pueden causar el rechazo a ir a la escuela.
Los niños simulan enfermedades como excusa para evitar ir a la escuela.
Para reestablecer la asistencia regular a la escuela, se recomienda la comunicación abierta entre el niño, los padres y el personal del centro escolar.
A veces puede ser necesaria la terapia psicológica.
El rechazo a la escuela se presenta en cerca del 1-15% de todos los niños en edad escolar y afecta a niñas y niños por igual. Habitualmente sucede entre los 5 y los 11 años de edad.
La causa del rechazo a la escuela con frecuencia es poco clara, pero pueden contribuir factores psicológicos (como el estrés, la ansiedad y la depresión—véase también Introducción a los trastornos de la salud mental en niños y adolescentes) y sociales (como el hecho de no tener amigos, sentirse rechazado por los compañeros o ser intimidado). Si un niño comienza a faltar mucho a la escuela debido a comportamientos de evitación, puede ser una señal de que el niño tiene un problema más serio como un trastorno depresivo o uno o más de los trastornos de ansiedad, particularmente el trastorno de ansiedad social, el trastorno de ansiedad por separación, el trastorno de pánico, o el mutismo selectivo (un trastorno caracterizado por la incapacidad de un niño para hablar en ciertas situaciones sociales, a pesar de poder hablar cómodamente en otros entornos, como en casa con la familia). Los niños que faltan frecuentemente a la escuela sin permiso (hacen novillos) pueden sufrir un trastorno de conducta. Estos otros trastornos difieren de la evitación escolar en el hecho de que también causan problemas que no están relacionados con la escuela.
Los niños sensibles pueden reaccionar exageradamente por miedo a la severidad o a las reprimendas de un profesor. Los niños pueden fingir enfermedades o inventar otras excusas para evitar ir a la escuela. Los niños con necesidades educativas especiales pueden desarrollar evitación escolar después de cambios en el personal o en el currículo.
Se quejan de dolor de estómago, náuseas u otros síntomas que puedan justificar su permanencia en casa. Algunos niños se niegan directamente a ir a la escuela. En otros casos, los niños y los adolescentes van a la escuela sin dificultad pero se vuelven ansiosos o manifiestan diferentes síntomas durante la jornada escolar y a menudo acuden a la enfermería. A diferencia de los niños más pequeños, los adolescentes pueden salir de su casa pero decidir no asistir a la escuela (lo que se denomina ausencia injustificada o «hacer novillos»).
En los niños que no sufren un trastorno psicológico grave, la evitación escolar tiende a ser consecuencia de
Bajo rendimiento académico
Dificultades familiares
Dificultades con los compañeros
La mayoría de los niños se recuperan del rechazo a ir a la escuela, pero algunos vuelven a presentarlo tras una enfermedad real o un periodo vacacional.
Los niños que rechazan ir a la escuela deben regresar de inmediato a ella, de manera que no se atrasen en el trabajo escolar. Los padres pueden trabajar con el personal escolar para brindar apoyo y ayudar a identificar y abordar el estrés para ayudar a los niños a permanecer en la escuela. Si el cuadro es tan intenso que afecta a las actividades del niño y no hay respuesta a las acciones tranquilizadoras de padres y maestros, el niño puede requerir la derivación a un profesional de salud mental. La educación en el hogar generalmente no es una solución porque la capacidad del niño para funcionar en un entorno escolar suele ser un objetivo.
(Véase también Introducción a los problemas de comportamiento en niños.)
Tratamiento de la evitación escolar
Comunicación con el personal de la escuela
Asistencia a la escuela, con apoyo social o emocional si es necesario
A veces la terapia
El tratamiento del rechazo a ir a la escuela debe incluir la comunicación entre los padres y el personal del centro escolar, la asistencia regular a la escuela y, a veces, terapia psicológica para la familia y el niño con un profesional de la salud mental.
La terapia incluye el tratamiento de los trastornos subyacentes, la adaptación del currículo escolar para los niños que presentan una discapacidad de aprendizaje u otras necesidades educativas especiales, así como técnicas conductuales para ayudar a hacer frente al estrés en la escuela.