Fármacos Antipsicóticos

PorCarol Tamminga, MD, UT Southwestern Medical Dallas
Revisado/Modificado abr 2022 | Modificado sept 2022
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La psicosis se refiere a síntomas como delirios, alucinaciones, pensamiento y habla desorganizados y conductas motoras extrañas e inapropiadas que indican pérdida de contacto con la realidad. Varios trastornos mentales causan síntomas de psicosis (véase Introducción a la esquizofrenia y trastornos relacionados).

Los antipsicóticos pueden ser efectivos para reducir o eliminar los síntomas de la psicosis. Parecen ser los más eficaces para el tratamiento de las alucinaciones, las ideas delirantes, el pensamiento desorganizado y la conducta agresiva. Se prescriben generalmente para el tratamiento de la esquizofrenia; no obstante, parecen ser eficaces tanto si estos síntomas tienen su origen en un trastorno esquizofrénico, manía o demencia, como si la causa es el consumo de sustancias, como las anfetaminas.

Una vez han desaparecido los síntomas más urgentes y dependiendo de la causa de la psicosis, es posible que las personas afectadas necesiten continuar tomando antipsicóticos para reducir la probabilidad de episodios futuros.

Cómo actúan los fármacos antipsicóticos

Los fármacos antipsicóticos actúan modificando la forma en que se transmite información entre las neuronas.

El cerebro de una persona adulta contiene más de diez mil millones de células nerviosas denominadas neuronas. Cada neurona tiene una fibra alargada y única llamada axón, que transmite la información a otras neuronas (véase figura Estructura típica de un nervio). Como cables conectados en un gran conmutador telefónico, cada neurona establece contacto con miles de neuronas.

La información viaja por el axón de la célula como un impulso eléctrico. Cuando el impulso alcanza el extremo del axón, se libera una cantidad muy pequeña de una sustancia química denominada neurotransmisor, que cumple la función de transmitir información a la siguiente neurona. Un receptor celular detecta el neurotransmisor liberado, que hace que la célula receptora genere un nuevo impulso.

Los síntomas de psicosis parecen ser consecuencia de un incremento en la actividad de las células sensibles al neurotransmisor dopamina. Por lo tanto, los fármacos antipsicóticos actúan bloqueando los receptores, de modo que disminuye la comunicación entre los grupos de células.

La eficacia que tienen los antipsicóticos para bloquear los distintos tipos de neurotransmisores es variable. Todos los antipsicóticos que han demostrado eficacia de acción bloquean los receptores de dopamina. Los antipsicóticos más nuevos (asenapina, clozapina, iloperidona, lurasidona, olanzapina, quetiapina, risperidona y ziprasidona) también bloquean los receptores de serotonina, otro neurotransmisor. Se pensaba que esta propiedad podría hacer que estos medicamentos fueran más eficaces. Sin embargo, los estudios recientes no han apoyado este punto de vista.

La clozapina, que bloquea muchos otros receptores, es claramente el fármaco más efectivo para tratar los síntomas psicóticos. No obstante, se utiliza poco debido a sus graves efectos secundarios y a que requiere un seguimiento periódico mediante análisis de sangre.

Tipos de fármacos antipsicóticos

Los fármacos antipsicóticos se dividen en dos grupos:

  • Antipsicóticos de primera generación (convencionales, más antiguos)

  • Antipsicóticos de segunda generación (de aparición más reciente)

Actualmente, alrededor del 95% de los antipsicóticos recetados en Estados Unidos son antipsicóticos de segunda generación. Se consideraba que los antipsicóticos de segunda generación podrían ser algo más eficaces que los de primera generación, pero las pruebas experimentales recientes cuestionan esta creencia. Pueden tener una probabilidad menor de dar lugar a algunos de los efectos adversos más graves de los medicamentos de primera generación.

Los antipsicóticos de segunda generación pueden aliviar los síntomas positivos (como las alucinaciones), los síntomas negativos (como la falta de expresión emocional) y el deterioro cognitivo (como la disminución de las funciones mentales y de la capacidad de atención). Sin embargo, los médicos no están seguros de si alivian los síntomas en mayor medida que los fármacos antipsicóticos más antiguos, o bien lo que ocurre es que existe una probabilidad mayor de que las personas afectadas los tomen porque tienen menos efectos secundarios.

La clozapina, el primer antipsicótico de segunda generación que apareció en el mercado, resulta efectivo hasta en la mitad de las personas que no responden al tratamiento con otros antipsicóticos. Sin embargo, la clozapina puede tener graves efectos adversos, como convulsiones o supresión, potencialmente mortal, de la actividad de la médula ósea (que incluye la producción de glóbulos blancos sanguíneos). Por lo tanto, se suele emplear únicamente en las personas que no han respondido al tratamiento con otros antipsicóticos. En Estados Unidos, durante el tratamiento con clozapina es necesario efectuar recuento semanal del número de glóbulos blancos (leucocitos), al menos durante el transcurso de los 6 primeros meses, con el fin de poder interrumpir su empleo inmediatamente en cuanto aparezca el primer indicio de disminución del número de estas células.

Algunos antipsicóticos convencionales y de segunda generación se pueden dispensar en forma de preparaciones inyectables de acción prolongada que deben administrarse solo una vez o dos cada mes. Estas preparaciones son útiles para muchas personas, como aquellas que no pueden tomar medicamentos orales diariamente de manera fiable.

Actualmente se están estudiando antipsicóticos con acciones novedosas y pueden acabar comercializándose.

Tabla
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Efectos secundarios de los medicamentos antipsicóticos

Los medicamentos antipsicóticos tienen efectos secundarios significativos entre los que se encuentran

  • Somnolencia

  • Rigidez muscular

  • Temblores

  • Aumento de peso

  • Inquietud

Algunos de los nuevos antipsicóticos de segunda generación presentan menos efectos adversos. El riesgo de discinesia tardía, rigidez muscular y temblores es significativamente menor con estos fármacos que con los antipsicóticos convencionales. Sin embargo, parece ser que algunos de estos fármacos producen un aumento significativo del peso. Algunos también aumentan el riesgo de síndrome metabólico. En este síndrome se produce una acumulación de grasa en el abdomen, concentraciones sanguíneas altas de triglicéridos (un tipo de grasa), niveles bajos de colesterol de alta densidad (HDL, el colesterol «bueno») y tensión arterial alta. Asimismo la insulina es menos eficaz (fenómeno denominado resistencia a la insulina), lo que incrementa el riesgo de diabetes de tipo 2.

La discinesia tardía es un trastorno motor involuntario hiperactivo que puede estar causado por fármacos antipsicóticos crónicos. Es más probable con medicamentos de primera generación que con los de segunda generación. La discinesia tardía se caracteriza fundamentalmente por movimientos de fruncimiento de labios, protusión de la lengua o contorsión de brazos o piernas. La discinesia tardía puede persistir incluso después de la interrupción del fármaco. No existe un tratamiento eficaz para este tipo de discinesia persistente, si bien la clozapina y la quetiapina pueden aliviar ligeramente los síntomas. Sin embargo, se ha descubierto que el medicamento valbenazina es eficaz para mejorar los síntomas de la discinesia tardía. Las personas que deben tomar fármacos antipsicóticos durante un período de tiempo prolongado deben someterse cada 6 meses a una exploración para comprobar que no presenten síntomas de discinesia tardía.

El síndrome neuroléptico maligno es un efecto secundario de los antipsicóticos muy poco frecuente pero potencialmente mortal. Este síndrome se caracteriza por rigidez muscular, fiebre, hipertensión arterial y alteraciones de la función mental (como confusión y letargo).

El síndrome de QT largo es un trastorno del ritmo cardíaco potencialmente mortal que puede estar causado por varios antipsicóticos de ambas clases. Estos medicamentos son tiridazina, haloperidol, olanzapina, risperidona y ziprasidona.

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