Los aneurismas aórticos torácicos son protuberancias (dilataciones) en la pared de la aorta, en la zona de la arteria que atraviesa el tórax.
Los aneurismas aórticos torácicos pueden ser asintomáticos o bien causar dolor, tos y sibilancias.
Los aneurismas aórticos torácicos a veces se rompen, causando un dolor insoportable (que comienza en la zona superior de la espalda y se extiende en dirección descendente hacia el abdomen), presión arterial baja y la muerte.
Los aneurismas suelen detectarse por casualidad, durante una prueba de diagnóstico por la imagen llevada a cabo por otro motivo, tras lo que se realizan radiografías, tomografías computarizadas u otras pruebas de diagnóstico por la imagen para determinar su tamaño y localización exacta.
Se intentan reparar quirúrgicamente antes de que lleguen a romperse.
(Véase también Introducción a los aneurismas de la aorta y a la disección aórtica.)
La aorta es la arteria más grande del cuerpo. Recibe sangre rica en oxígeno procedente del corazón y la distribuye al organismo a través de arterias más pequeñas que se ramifican a partir de ella. La aorta torácica es la parte de la aorta que atraviesa el tórax.
Los aneurismas de la aorta torácica se identifican algunas veces de forma accidental porque la tomografía computarizada (TC) de tórax se utiliza ampliamente para el diagnóstico de otras enfermedades.
La mayoría de los aneurismas de la arteria torácica están causados por ateroesclerosis.
Existe un otro tipo frecuente de aneurisma aórtico torácico en el que las paredes de la aorta sufren una degeneración (un trastorno denominado necrosis quística de la media) y la zona de la aorta más próxima al corazón se dilata. Esta dilatación origina una disfunción de la válvula que se encuentra entre el corazón y la aorta (válvula aórtica), lo que permite que la sangre regrese al corazón cuando la válvula se cierra, ya que no se cierra adecuadamente. Este trastorno se denomina insuficiencia valvular aórtica.
Aproximadamente la mitad de las personas con un aneurisma además de necrosis quística de la media también tienen un trastorno del tejido conjuntivo llamado síndrome de Marfan. En la otra mitad, no se encuentra una causa aparente, aunque a menudo existe hipertensión arterial.
En contadas ocasiones, la sífilis origina la formación de un aneurisma en el segmento de la aorta más cercano al corazón. En otros casos, las bacterias pueden penetrar en el torrente sanguíneo como resultado de otra infección (por lo general neumonía o una infección del tracto urinario), se adhieren a una zona de la aorta y se multiplican. Esta infección bacteriana puede debilitar la pared aórtica y el resultado es un aneurisma en dicha zona.
Síntomas de los aneurismas aórticos torácicos
Los aneurismas aórticos torácicos pueden llegar a ser muy voluminosos sin causar ningún síntoma. Los síntomas, en los casos en los que aparecen, son el resultado de la presión que ejerce la aorta dilatada sobre los órganos, nervios o músculos adyacentes y, por lo tanto, dependen del lugar donde se forme el aneurisma.
Los síntomas característicos son dolor (por lo general, en la parte superior de la espalda), tos y sibilancias. De forma excepcional, se expectora sangre debido a la presión o a la erosión de la tráquea o de las vías respiratorias cercanas. Deglutir resulta difícil si un aneurisma ejerce presión sobre el esófago, que conduce los alimentos hacia el estómago. Si existe compresión del nervio de la caja de resonancia de la voz (laringe), aparece ronquera.
Si la presión se ejerce sobre ciertos nervios del tórax, se manifiesta un grupo de síntomas llamado síndrome de Horner. Estos síntomas incluyen la contracción de la pupila, el párpado caído y ausencia de sudoración en un lado de la cara. La sensación de palpitaciones anómalas en el tórax puede indicar la presencia de un aneurisma aórtico torácico. Si la localización de la tráquea está ladeada, puede verse en las radiografías de tórax.
Si el aneurisma aórtico torácico se rompe, suele aparecer un dolor muy intenso en la parte superior de la espalda. Puede irradiarse de forma descendente hacia el abdomen a medida que la rotura avanza. El dolor también se puede sentir en el tórax y en los brazos, como sucede durante un infarto de miocardio. Una persona puede entrar en choque con rapidez y morir a causa de una hemorragia interna.
Diagnóstico de aneurismas aórticos torácicos
Pruebas de diagnóstico por la imagen como angiografía por tomografía computarizada (TC), angiografía por resonancia magnética o ecocardiografía transesofágica
Los médicos pueden diagnosticar un aneurisma de la aorta torácica basándose en los síntomas o bien pueden encontrar indicios durante un examen clínico rutinario que sugieran la presencia de un aneurisma de la aorta torácica, como un tipo especial de soplo cardíaco (un estruendo que escucha el médico cuando ausculta con un fonendoscopio) o características clínicas del síndrome de Marfan.
El aneurisma puede detectarse a partir de una radiografía de tórax o de una tomografía computarizada (TC) tomadas por otro motivo.
La angiografía mediante tomografía computarizada (TC), la angiografía mediante resonancia magnética nuclear (RMN) o la ecocardiografía transesofágica (un tipo de ecografía en la que la sonda de ultrasonidos se conduce por la garganta hasta el esófago) se emplean para determinar el tamaño exacto del aneurisma. Por lo general, se practica una aortografía o una angiografía por TC para determinar el tipo de intervención que se debe realizar en caso necesario.
Tratamiento de los aneurismas aórticos torácicos
Reparación mediante endoprótesis vascular cubierta o cirugía tradicional
Fármacos para reducir la hipertensión arterial
Se realizan controles mediante TC cada 6-12 meses para que el médico pueda controlar el aneurisma y determinar si está aumentando de tamaño.
Se administran betabloqueantes, bloqueantes del canal de calcio u otros antihipertensores para reducir la velocidad de crecimiento del aneurisma y así reducir el riesgo de rotura. Para las personas que fuman, dejar de fumar es muy importante.
Es mucho mejor tratar el aneurisma aórtico torácico antes de que se rompa; por eso, cuando alcanza entre 5,5 y 6,0 cm de diámetro o más, suele recomendarse su reparación. En presencia del síndrome de Marfan, la rotura es más probable, por lo que se recomienda la reparación quirúrgica incluso si los aneurismas son pequeños.
La elección de la técnica de reparación del aneurisma depende de muchos factores, incluyendo la edad de la persona y su estado de salud general, así como la anatomía de la aorta y del aneurisma. En general, las endoprótesis vasculares cubiertas son la primera elección para aneurismas de aorta torácica, ya que son mucho menos invasivas, y se evita así una incisión abierta en el tórax, que es más dolorosa y requiere un periodo de recuperación más prolongado. La cirugía abierta se realiza con menos frecuencia y por lo general sólo es necesaria cuando una prótesis intravascular cubierta no se ajusta a la forma de la aorta.
Una prótesis intravascular cubierta es un tubo hueco compuesto de tejido soportado por una malla de metal que se puede colocar dentro de la aorta en la zona del aneurisma. Para hacer una prótesis intravascular cubierta, los médicos hacen pasar un cable largo y delgado a través de la arteria grande en la ingle (arteria femoral) y hasta la zona de disección, y luego se desliza la endoprótesis sobre el alambre y se hace avanzar hasta la zona del aneurisma en el interior de la aorta. A continuación, se abre la endoprótesis en el interior de la zona dañada de la aorta, con lo que se forma un conducto estable para el flujo sanguíneo. La prótesis intravascular se deja en su lugar de forma permanente. Este procedimiento dura de 2 a 4 horas, y la estancia en el hospital suele ser más corta que la de la cirugía abierta.
El riesgo de muerte durante reparación de los aneurismas aórticos torácicos por endoprótesis vascular cubierta es inferior al 4%, pero es de entre el 30 y el 50% en las reparaciones mediante endoprótesis vascular o las intervenciones quirúrgicas por rotura de un aneurisma torácico. Los aneurismas aórticos torácicos rotos que no reciben tratamiento siempre son mortales.
Si la causa del aneurisma es la sífilis u otra infección, los médicos administran antibióticos para tratar la infección. Por lo general, el aneurisma también debe ser reparado.