Hepatitis D

PorSonal Kumar, MD, MPH, Weill Cornell Medical College
Revisado/Modificado jul 2024
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La hepatitis D vírica es una infección del hígado que ocurre solo en personas que tienen hepatitis B.

  • La hepatitis D puede transmitirse por contacto con sangre y otros fluidos corporales.

  • La coinfección con hepatitis D empeora generalmente los síntomas de la hepatitis B.

  • El diagnóstico de hepatitis D crónica se basa en análisis de sangre.

  • No existe un tratamiento específico para la hepatitis D aguda, pero la hepatitis D crónica se puede tratar con interferón alfa.

(Véase también Introducción a la hepatitis, Introducción a la hepatitis vírica aguda, Introducción a la hepatitis crónica, hepatitis B, aguda y hepatitis B, crónica.)

La hepatitis D es relativamente infrecuente en Estados Unidos. Puede ser una infección aguda, que dura poco tiempo, o una infección crónica, que dura más de 6 meses.

La hepatitis D se manifiesta únicamente como una coinfección con el virus de la hepatitis B aguda o la hepatitis B crónica. El virus de la hepatitis D es un virus incompleto que requiere la ayuda del virus de la hepatitis B para reproducirse (replicarse).

En todo el mundo, alrededor de 15 a 20 millones de personas tienen coinfección crónica por hepatitis B y hepatitis D.

Transmisión de la hepatitis D

La hepatitis D puede transmitirse por contacto con sangre y otros fluidos corporales. La hepatitis D se contagia con más frecuencia en personas que comparten agujas no esterilizadas para inyectarse drogas. También se puede transmitir a través de la actividad sexual.

Síntomas de la hepatitis D

La coinfección con la hepatitis D suele aumentar la gravedad de la infección por hepatitis B.

Sin tratamiento, la coinfección crónica por hepatitis B y D puede provocar una cicatrización grave del hígado (cirrosis).

La coinfección con hepatitis B y D puede provocar hepatitis fulminante (una forma muy grave de hepatitis). La progresión de la hepatitis fulminante puede ser muy rápida. Las sustancias tóxicas, eliminadas normalmente por el hígado, se acumulan en la sangre y llegan al cerebro, lo que provoca encefalopatía hepática (portosistémica). La persona afectada puede entrar en coma en cuestión de días o semanas. La hepatitis fulminante puede resultar mortal, sobre todo en adultos.

Diagnóstico de la hepatitis D

  • Análisis de sangre

Los médicos pueden sospechar hepatitis D cuando

  • La hepatitis B aguda es inusualmente grave (coinfección).

  • La hepatitis B crónica empeora de repente (superinfección) en personas que están infectadas de forma crónica con hepatitis B.

  • La hepatitis B crónica progresa más rápido de lo normal.

Si se sospecha hepatitis D, para confirmar el diagnóstico se realiza un análisis de sangre para detectar anticuerpos producidos por el sistema inmunitario de la persona afectada en respuesta al virus de la hepatitis D.

Tratamiento de la hepatitis D

  • Medidas generales

  • Interferon alfa (un fármaco antivírico)

Las personas con hepatitis D no deberían consumir alcohol porque puede dañar el hígado todavía más. No es necesario evitar ciertos alimentos o limitar la actividad.

No existe tratamiento específico para la hepatitis viral D aguda.

La hepatitis D crónica se puede tratar con interferón alfa junto con el tratamiento para la hepatitis B coexistente, generalmente durante 1 año.

Si se desarrolla una hepatitis fulminante, el trasplante de hígado es el tratamiento más eficaz y la única esperanza de supervivencia, sobre todo en adultos.

Prevención de la hepatitis D

El hecho de evitar comportamientos de alto riesgo (como compartir agujas para inyectarse drogas ilícitas y tener múltiples parejas sexuales) ayuda a prevenir la hepatitis B y la hepatitis D.

No hay vacuna para la hepatitis D. Pero si la persona aún no tiene hepatitis B, puede recibir la vacuna contra la hepatitis B, que puede prevenir tanto la hepatitis D como la hepatitis B.

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