La neumonía eosinófila constituye un grupo de enfermedades pulmonares que se caracterizan por la presencia en los pulmones y, por lo general, en el torrente sanguíneo, de numerosos eosinófilos, un tipo especializado de glóbulos blancos.
Ciertos trastornos, algunos medicamentos, productos químicos, hongos y parásitos pueden causar la acumulación de eosinófilos en los pulmones.
Las personas pueden toser, tener sibilancias o sentir falta de aire, y algunas, desarrollar insuficiencia respiratoria.
Se emplean radiografías y pruebas de laboratorio para detectar la enfermedad y determinar la causa, sobre todo si se sospecha de parásitos como los responsables.
Los corticoesteroides se utilizan con frecuencia.
(Véase también Introducción a las enfermedades pulmonares intersticiales.)
Los eosinófilos son un tipo de glóbulos blancos que participan en la respuesta inmunitaria del pulmón. La cantidad de eosinófilos aumenta en muchas reacciones alérgicas e inflamatorias, incluida el asma, que con frecuencia acompañan a ciertos tipos de neumonía eosinófila. La neumonía eosinófila se diferencia de las neumonías típicas en el hecho de que nada hace pensar que los pequeños sacos aéreos de los pulmones (alvéolos) estén infectados por bacterias, virus u hongos. Sin embargo, los alvéolos y, a menudo, las vías respiratorias, se llenan de eosinófilos. Incluso las paredes de los vasos sanguíneos pueden ser invadidas por eosinófilos, y un acúmulo de secreciones (moco) puede taponar las ya estrechas vías respiratorias si se desarrolla el asma.
Síndrome de Löffler
El síndrome de Löffler, una forma de neumonía eosinófila, puede ser asintomático o bien causar síntomas respiratorios leves (la mayoría de las veces tos seca). Para establecer el diagnóstico se deben realizar radiografías torácicas y análisis de sangre para detectar niveles elevados de eosinófilos en la sangre. El síndrome de Löffler a menudo forma parte de una infestación por una de las varias especies de gusanos nematodos (lombrices intestinales), la mayoría de las veces Ascaris lumbricoides; sin embargo, hasta en un tercio de los afectados no se puede identificar causa alguna. La enfermedad generalmente se resuelve en 1 mes como máximo. El médico puede administrar corticoesteroides para reducir los síntomas y contribuir a disminuir la inflamación.
Causas de la neumonía eosinófila
No se sabe determinar el motivo por el cual los eosinófilos se acumulan en los pulmones, pero puede tratarse de un tipo de reacción alérgica. En muchos casos no es posible identificar la sustancia causante de la reacción alérgica. Sin embargo, hay algunas causas conocidas de la neumonía eosinófila, incluyendo
El humo de los cigarrillos
Ciertos fármacos (como por ejemplo penicilina, ácido aminosalicílico, carbamazepina, L-triptófano, naproxeno, isoniazida, nitrofurantoína, fenitoína, clorpropamida y sulfamidas [como trimetoprim/sulfametoxazol])
Vapores químicos (por ejemplo, cocaína o níquel inhalado como vapor)
Hongos (mayoritariamente Aspergillus fumigatus)
Parásitos (en especial parásitos intestinales, incluidos los nemátodos)
Enfermedades sistémicas (por ejemplo, granulomatosis eosinófila con poliangitis)
Síntomas de la neumonía eosinófila
Los síntomas pueden ser leves o potencialmente mortales, y también pueden ser agudos o crónicos.
La neumonía eosinófila aguda progresa rápidamente. Puede causar fiebre, dolor torácico que empeora con la respiración profunda, dificultad respiratoria, tos y una sensación general de enfermedad. Los niveles de oxígeno en sangre pueden reducirse de forma drástica, y la neumonía eosinófila aguda puede evolucionar en cuestión de horas o pocos días hacia una insuficiencia respiratoria aguda si no se trata de inmediato.
El síndrome de Löffler puede no causar síntomas o causar únicamente síntomas respiratorios leves. La persona puede tener tos, sibilancias y dificultad para respirar, pero, en general, se restablece con rapidez.
La neumonía eosinófila crónica, que evoluciona lentamente durante días o semanas, es un trastorno distinto que puede también volverse grave. Suele remitir y reaparecer por sí solo, y puede empeorar de forma gradual a lo largo de semanas o de meses. Si la afección no se trata, puede producirse una dificultad respiratoria potencialmente mortal.
Diagnóstico de neumonía eosinófila
Radiografía de tórax y tomografía computarizada
Broncoscopia
Análisis de sangre para contar el número de eosinófilos
Si se sospecha neumonía eosinófila, se realiza en primer lugar una radiografía torácica.
En la neumonía eosinófila aguda, la radiografía torácica es anómala, pero se trata de anomalías similares a las que se pueden dar en otras enfermedades.
En la neumonía eosinófila crónica, las radiografías de tórax pueden contribuir a establecer el diagnóstico.
A menudo, la tomografía computarizada (TC) torácica es necesaria para el diagnóstico, en particular para la neumonía eosinófila y crónica.
Se recuenta el número de eosinófilos en la sangre. En la neumonía eosinófila aguda, el número de eosinófilos en sangre puede ser normal. En la neumonía eosinófila crónica, las pruebas evidencian una gran cantidad de eosinófilos en la sangre, en ocasiones hasta 10 o 15 veces su valor normal.
El examen al microscopio del lavado broncoalveolar obtenido durante la broncoscopia suele mostrar los acúmulos de eosinófilos característicos. Se pueden llevar a cabo otras pruebas de laboratorio en búsqueda de procesos infecciosos causados por hongos o parásitos. Estas pruebas pueden incluir exámenes al microscopio de muestras fecales para comprobar la presencia de lombrices y otros parásitos.
Tratamiento de la neumonía eosinófila
Corticoesteroides
La neumonía eosinófila puede ser leve y los afectados logran mejorar sin ningún tratamiento.
En la neumonía eosinófila aguda suele ser necesaria la administración de corticoesteroides, como la prednisona.
En la neumonía eosinófila crónica, la persona afectada puede necesitar la prednisona durante meses o incluso años.
Si se desarrollan sibilancias, se puede administrar también el mismo tratamiento utilizado para el asma. Se emplearán los fármacos adecuados si la causa son lombrices u otros parásitos. Generalmente, se interrumpe la administración de cualquier medicamento que pueda causar la enfermedad.