El trasplante de hígado es la extracción quirúrgica de un hígado sano o, a veces, de una parte del hígado de una persona viva que luego se transfiere a una persona cuyo hígado ya no funciona.
(Véase también Introducción al trasplante.)
El trasplante de hígado es el segundo tipo más común de procedimiento de trasplante de órganos. Esta es la única opción cuando este órgano ha dejado de funcionar.
Un hígado completo solo puede obtenerse de una persona que haya fallecido, pero los donantes vivos pueden proporcionar una parte. El hígado donado se almacena hasta un máximo de 18 horas.
Muchas personas mueren mientras esperan un hígado compatible pero, después del trasplante, el porcentaje de receptores de un trasplante hepático que sobreviven es
Al cabo de 1 año: 90 a 95%
Al cabo de 3 años: 80 a 85%
Al cabo de 5 años: alrededor del 75%
La mayoría de los receptores tienen el hígado destruido por la cirrosis (reemplazo del tejido del hígado por tejido cicatricial), normalmente debido a la infección por el virus de la hepatitis C. Otras razones para un trasplante hepático son la colangitis esclerosante primaria (cicatrización de los conductos biliares, que produce cirrosis), los trastornos hepáticos autoinmunitarios, y, en niños, la destrucción parcial o completa de las vías biliares (atresia biliar) y los trastornos metabólicos.
Cuando el hígado está destruido debido a alcoholismo, el receptor debe dejar de consumir alcohol antes de someterse a un trasplante. También se realiza este tipo de trasplantes cuando el cáncer hepático no está muy avanzado.
Aunque la hepatitis C y los trastornos autoinmunitarios tienden a recidivar en el hígado trasplantado, la supervivencia sigue siendo buena.
Tanto el donante como el receptor se someten a un cribado previo al trasplante. Esta prueba de cribado se realiza para asegurarse de que el órgano está lo suficientemente sano para el trasplante y que el receptor no sufre ninguna afección médica que lo prohíba.
Donantes
Casi todos los hígados donados provienen de personas con muerte cerebral y cuyo corazón sigue latiendo. El tipo de sangre y el tamaño del corazón del donante y del receptor deben ser compatibles. No es necesario que exista una coincidencia exacta en el tipo de tejido.
Algunos trasplantes proceden de donantes vivos que donan un fragmento de hígado, lo cual es posible porque basta con un fragmento de hígado sano. Algunos trasplantes provienen de personas que han sufrido una muerte cerebral y cuyo corazón ha dejado de latir. Sin embargo, el hígado de estos donantes suele estar dañado, porque no recibía sangre.
Procedimiento para el trasplante de hígado
El hígado lesionado se extrae a través de una incisión en el abdomen, y el nuevo hígado se conecta a los vasos sanguíneos y a las vías biliares del receptor. Por lo general, se requieren transfusiones de sangre.
La intervención suele durar un mínimo de 4 horas y media, y la permanencia en el hospital es de 7 a 12 días.
Medicamentos para inhibir el sistema inmunitario (inmunosupresores), incluyendo corticosteroides, que empiezan a tomarse el mismo día del trasplante. Estos medicamentos pueden ayudar a reducir el riesgo de que el receptor rechace el hígado trasplantado. En comparación con el trasplante de otros órganos, el trasplante de hígado requiere las dosis más bajas de inmunosupresores.
Complicaciones del trasplante de hígado
El trasplante puede causar diversas complicaciones.
Rechazo
A diferencia de la sangre transfundida, los órganos trasplantados, incluso si son muy compatibles, suelen ser rechazados a menos que se tomen medidas para evitarlo. El rechazo es consecuencia del ataque al órgano trasplantado por parte del sistema inmunitario del receptor, que lo reconoce como material extraño. El rechazo puede ser leve y fácilmente controlable, o grave y causar la destrucción del órgano trasplantado.
Aunque el rechazo de los trasplantes de hígado es menos intenso que el de los de riñón, de corazón o de otros órganos, es necesario administrar inmunosupresores después del trasplante.
Si el receptor presenta un hígado agrandado, náuseas, dolor, fiebre, ictericia o una función hepática anómala (detectada mediante análisis de sangre), puede que se realice una biopsia por punción. Los resultados de la biopsia permiten determinar si se está produciendo un rechazo o si es necesario ajustar el tratamiento inmunosupresor.
El rechazo se puede tratar con corticoesteroides o, si no son eficaces, con otros inmunosupresores (como la inmunoglobulina antitimocítica). Si los medicamentos son ineficaces, se trasplantará otro hígado, cuando haya uno disponible.
Hepatitis
La mayoría de las personas reciben un trasplante de hígado porque tienen cirrosis provocada por una hepatitis vírica. Los inmunosupresores, que son necesarios para ayudar a prevenir el rechazo del hígado trasplantado, también reducen la capacidad del cuerpo de defenderse contra las infecciones. Como resultado, las hepatitis B o C vuelve a aparecer en casi todos los receptores de un trasplante de hígado. Sin embargo, los medicamentos antivíricos son efectivos en el tratamiento de la hepatitis que ocurre en receptores de trasplante de hígado.
Otras complicaciones
Algunas complicaciones del trasplante hepático pueden ocurrir dentro de un periodo de 2 meses. Por ejemplo, el hígado puede funcionar mal, pueden formarse coágulos de sangre que bloqueen los vasos sanguíneos que entran o salen del hígado, o la bilis puede filtrarse desde los conductos biliares. Las complicaciones que ocurren poco después del trasplante suelen causar fiebre, hipotensión arterial y resultados anómalos en las pruebas para evaluar la función hepática.
Más tarde, la complicación más común es la formación de tejido cicatricial y el estrechamiento de los conductos biliares. Este desorden puede causar ictericia, orina oscura, heces de color claro y picazón en todo el cuerpo. A veces pueden reabrirse los conductos estrechados, pero a menudo se requiere otro transplante.