Alimentos procesados
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) define un alimento procesado como cualquier producto agrícola crudo que ha sido sometido a lavado, limpieza, molienda, corte, picado, calentamiento, pasteurización, blanqueo, cocción, enlatado, congelación, secado, deshidratación, mezclado o envasado, así como otros procedimientos que alteran el estado natural del alimento.
Según esta definición, prácticamente todos los alimentos se procesan en algún grado. Sin embargo, algunos métodos modernos de procesamiento de alimentos eliminan los nutrientes de los alimentos. Por ejemplo, la molienda elimina el salvado y el germen y, por lo tanto, la fibra, el hierro y muchas vitaminas B procedentes de los cereales. El procesamiento también suele añadir aditivos como conservantes (por ejemplo, benzoatos, sorbatos, nitritos, sulfitos y ácido cítrico); colorantes artificiales, saborizantes y edulcorantes; estabilizadores; emulsionantes; y vitaminas y minerales sintéticos y otros aditivos, como sal, glutamato monosódico (MSG, por sus siglas en inglés), azúcar, grasas y aceites refinados. Algunos aditivos alimentarios pueden afectar de forma negativa a los niños en particular.
Los alimentos ultraprocesados (por ejemplo, los dulces, los tentempiés salados, las bebidas azucaradas, las comidas listas para el consumo y la comida rápida) son cada vez más frecuentes y constituyen casi la mitad del suministro de alimentos en muchos países. Están compuestos por ingredientes baratos (como grasas poco saludables, granos refinados, almidones, azúcar y sal añadidos) que a menudo se combinan con aditivos alimentarios (como colorantes artificiales, saborizantes y conservantes) para que resulten baratos y excepcionalmente sabrosos, además de prolongar su duración. La mayoría contienen pocos alimentos integrales o ninguno. Estos alimentos favorecen la ingesta excesiva y el aumento de peso, proporcionando una relativa escasez de nutrientes valiosos, lo que aumenta el riesgo de resistencia a la insulina y posiblemente otros trastornos (por ejemplo, arteriopatía coronaria, depresión, síndrome del intestino irritable, cáncer e incluso muerte prematura).
Alimentos orgánicos
Para que los alimentos orgánicos sean etiquetados como alimentos orgánicos certificados por el USDA, deben cultivarse y procesarse de acuerdo con las directrices federales que abordan muchos factores, como la calidad del suelo, las prácticas de cría de animales, el control de plagas y malezas y el uso de aditivos. Por ejemplo, para que la carne se etiquete como orgánica, los animales deben criarse en condiciones que se adapten a sus comportamientos naturales (como la capacidad de pastar en una pradera), deben ser alimentados con alimento 100% orgánico y forraje y no deben recibir antibióticos u hormonas. Para que un producto esté etiquetado con el sello orgánico del USDA, debe contener un 95% de ingredientes orgánicos.
Aunque la certeza y el alcance de los beneficios para la salud atribuidos a los alimentos orgánicos son desconocidos, la ausencia de antibióticos ayuda a prevenir la resistencia a los mismos. Los pesticidas sintéticos también pueden aumentar el riesgo de autismo, trastorno de déficit de atención/hiperactividad (TDAH) y el deterioro de las habilidades cognitivas de los niños. Una de las estrategias que pueden contribuir a contener el aumento de los costes de los alimentos orgánicos es considerar las listas anuales de niveles de pesticidas del Grupo de Trabajo Ambiental (EWG, por sus siglas en inglés) que enumeran los dirty dozen (la "docena sucia" de productos contaminados con más pesticidas que otros cultivos) y los clean fifteen (la "quincena limpia", los productos que contienen la menor cantidad de residuos de pesticidas).
Alimentos bioingenierios o genéticamente modificados
Los alimentos modificados con métodos de bioingeniería o con métodos genéticos son alimentos que contienen organismos modificados genéticamente (OMG).
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los alimentos modificados con métodos de bioingeniería o con métodos genéticos contienen ADN que se ha modificado mediante técnicas de laboratorio y que no puede crearse a través de la cría convencional o encontrarse en la naturaleza. Los alimentos modificados genéticamente han existido en el suministro de alimentos de Estados Unidos desde principios de la década de 1990 y su inocuidad en humanos y animales está supervisada en Estados Unidos por la Agencia Federal para Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés).
A partir de enero de 2022, los alimentos requieren un etiquetado que indique si se trata de un alimento modificado con métodos de bioingeniería. Estos alimentos son a menudo ingredientes comunes de otros alimentos y pueden ser difíciles de identificar.
Aunque el consumo de alimentos modificados con métodos de bioingeniería no supone ningún riesgo para la salud humana, los grupos de defensa de la inocuidad de los alimentos han planteado su preocupación por la aparición de alergias (si el ADN transferido se tomó de un alimento alergénico) y por la resistencia a los antibióticos como resultado del consumo de cultivos resistentes a los herbicidas que en teoría podrían transferir genes modificados resistentes a los antibióticos al tubo digestivo humano. La OMS ha indicado que el riesgo de dicha resistencia a los antibióticos es muy pequeño, pero no insignificante.