Las vitaminas y los minerales son nutrientes esenciales. Es decir, no pueden ser fabricados por el cuerpo a partir de otras sustancias de la dieta. Por lo tanto, las vitaminas y los minerales deben ser consumidos en la dieta.
Las vitaminas se clasifican como
Solubles en agua: la vitamina C y los ocho miembros del complejo vitamínico B
Liposolubles: las vitaminas A, D, E, y K
Solo las vitaminas A, D, E, K y B12 se almacenan en alguna medida en el organismo.
Algunos minerales se requieren en cantidades notables (en torno a 1 o 2 g por día) y se consideran macronutrientes. Entre estos se incluyen el calcio, el cloro, el magnesio, el fósforo (presente en el organismo principalmente en forma de fosfato), el potasio y el sodio.
Los minerales requeridos en pequeñas cantidades (denominados microminerales, oligoelementos o traza), se consideran micronutrientes. Entre estos se incluyen el cromo, el cobre, el flúor, el yodo, el hierro, el manganeso, el molibdeno, el selenio y el cinc. Excepto el cromo, todos estos minerales se hallan incluidos en las enzimas y las hormonas requeridas en el metabolismo. El cromo contribuye a que el organismo mantenga una concentración adecuada de azúcar en sangre. Los microminerales como el arsénico, el cobalto, el flúor, el níquel, el silicio y el vanadio, que son esenciales en la nutrición animal, no se consideran un requerimiento en la nutrición humana. El flúor contribuye a estabilizar el mineral contenido en los huesos y dientes formando un compuesto estable con el calcio, con lo que ayuda a prevenir el deterioro de la dentadura. Todos los microminerales son tóxicos en altas concentraciones, y algunos (arsénico, níquel y cromo) pueden causar cáncer.
Antioxidantes
Algunas vitaminas (como las vitaminas C y E) y minerales (como el selenio) actúan como antioxidantes, al igual que otras sustancias presentes en las frutas y las verduras (como el betacaroteno). Los antioxidantes protegen las células del daño ocasionado por los radicales libres, que son productos derivados de la actividad normal de las células. Los radicales libres participan fácilmente en reacciones químicas (algunas de las cuales son buenas para el organismo y otras no), y se cree que contribuyen a ocasionar enfermedades cardíacas y vasculares y ciertos cánceres.
Si se comen cantidades adecuadas de frutas y verduras, que son ricas en antioxidantes, se tiene una menor propensión a desarrollar las enfermedades antes descritas. Sin embargo, se desconoce si estos beneficios se deben a los antioxidantes, otras sustancias presentes en las frutas y verduras u otros factores presentes en la dieta y el estilo de vida de las personas; además, no se ha demostrado que tomar complementos antioxidantes prevenga la enfermedad o la mortalidad y, a veces, puede ser perjudicial.
Suplementos
Es preferible obtener suficientes vitaminas y minerales de los alimentos a hacerlo por medio de suplementos. Estos, a diferencia de los suplementos, contienen otras sustancias necesarias para una buena salud.
El consumo rutinario de complementos nutricionales por parte de personas que siguen una dieta saludable no es ni necesario ni beneficioso. Algunos suplementos pueden ser perjudiciales. Por ejemplo, un exceso de vitamina A puede causar pérdida de cabello, labios agrietados, piel seca, huesos debilitados, dolores de cabeza, aumento de las concentraciones de calcio en sangre y un trastorno poco frecuente llamado hipertensión intracraneal idiopática, que se caracteriza por un aumento de la presión dentro del cráneo.