Nariz y senos paranasales

PorEric J. Formeister, MD, MS, Dept. of Head and Neck Surgery and Communication Sciences, Duke University School of Medicine
Revisado/Modificado abr 2022 | Modificado dic 2022
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Datos clave

    La nariz es el órgano del olfato y es la principal vía de acceso para la entrada y salida de aire de los pulmones. La nariz calienta, humedece y limpia el aire antes de que penetre en los pulmones. Los huesos de la cara alrededor de la nariz contienen unos espacios huecos (cavidades) denominados senos paranasales. Existen cuatro grupos de senos paranasales: maxilar, etmoidal, frontal y esfenoidal. Los senos paranasales reducen el peso de los huesos faciales y del cráneo, al tiempo que mantienen su fortaleza y forma. Los espacios llenos de aire de la nariz y de los senos paranasales también añaden resonancia a la voz.

    Localización de los senos paranasales

    La estructura de soporte de la parte superior y externa de la nariz está formada por hueso, y la parte inferior es cartílago. En el interior de la nariz se encuentra la cavidad nasal, dividida en dos conductos por el tabique nasal. El tabique nasal está compuesto de hueso y de cartílago, y se extiende desde las fosas nasales hasta la parte posterior de la garganta. Los huesos denominados cornetes nasales se proyectan hacia el interior de la fosa nasal, donde forman una serie de pliegues (cornetes). Estos cornetes aumentan en gran medida el área superficial de la cavidad nasal, permitiendo así un intercambio más eficaz de calor y humedad. Pueden crecer pólipos entre los cornetes, a menudo en las personas asmáticas, alérgicas o con fibrosis quística, y en las que toman aspirina (ácido acetilsalicílico) durante mucho tiempo.

    La cavidad nasal está revestida por una membrana mucosa rica en vasos sanguíneos. La superficie aumentada y los abundantes vasos sanguíneos permiten que la nariz caliente y humedezca rápidamente el aire que entra por ella. Las células de la membrana mucosa producen mucosidad y tienen diminutos filamentos (cilios). Por lo general, las partículas de suciedad que penetran con el aire son atrapadas por la mucosidad y luego transportadas por los cilios hasta la parte anterior de la nariz o hasta la garganta, para ser eliminadas de las vías respiratorias. Esta acción ayuda a limpiar el aire antes de que llegue a los pulmones. Estornudar limpia automáticamente los conductos nasales en respuesta a la irritación, así como toser limpia los pulmones.

    Igual que la cavidad nasal, los senos paranasales están revestidos por una membrana mucosa compuesta por células que producen mucosidad y que tienen cilios. La mucosidad atrapa las partículas de suciedad entrantes, que posteriormente son transportadas por los cilios hacia la cavidad nasal a través de pequeñas aberturas en los senos paranasales. Debido al tamaño tan reducido de estas aberturas, el drenaje puede resultar fácilmente obstruido por afecciones tales como resfriados o alergias, que causan inflamación de las membranas mucosas. La obstrucción del drenaje normal de los senos paranasales da lugar a su inflamación e infección (sinusitis).

    Sentido del olfato

    Una de las funciones más importantes de la nariz es su papel en el sentido del olfato. En la parte superior de la cavidad nasal se encuentran las células receptoras del olfato. Se trata de células nerviosas especiales que tienen cilios sensibles a distintas sustancias químicas, y cuando son estimulados crean un impulso nervioso que se envía a las células nerviosas del bulbo olfativo, que se encuentra en el interior del cráneo justo encima de la nariz. Los nervios olfatorios transportan el impulso nervioso desde el bulbo olfatorio directamente al cerebro, donde es percibido como un olor.

    El sentido del olfato, cuyo conocimiento es aún incompleto, es mucho más sofisticado que el sentido del gusto. Existen muchos más olores diferentes perceptibles que sabores. El sentido subjetivo del gusto al comer (sabor) requiere la participación del gusto y el olfato (véase la figura Cómo se perciben los sabores), así como de la textura y la temperatura. Es por ello que la comida puede parecer algo insípida cuando una persona tiene disminuido el sentido del olfato, como ocurre durante un resfriado. Como los receptores del olfato se localizan en la parte superior de la nariz, la respiración normal no permite que les llegue gran cantidad de aire. Sin embargo, aspirar fuerte por la nariz aumenta el flujo de aire hacia las células receptoras del olfato, incrementando notablemente su exposición a los olores.

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