Los abscesos son acumulaciones de pus en espacios tisulares confinados, generalmente causados por una infección bacteriana. Los síntomas incluyen dolor local, dolor a la palpación, rubefacción y tumefacción (cuando se ubican cerca de la capa cutánea) o síntomas constitucionales (si se encuentran en ubicaciones profundas). A veces son necesarios estudios de imágenes para diagnosticar los abscesos profundos. El tratamiento es el drenaje quirúrgico o la aspiración percutánea con aguja y a menudo los antibióticos.
Etiología de los abscesos
Muchos microorganismos pueden causar abscesos, aunque el más común es
Los microorganismos pueden ingresar en el tejido por
Implantación directa (p. ej., por traumatismo penetrante con un objeto contaminado)
Un sitio quirúrgico
Diseminación desde un sitio de infección establecido contiguo
Diseminación por rutas linfática o hematógena desde un sitio distante
Migración desde un lugar donde hay flora residente hacia un sitio adyacente, normalmente estéril, debido a la disrupción de las barreras naturales (p. ej., la perforación de una víscera abdominal que causa un absceso intraabdominal)
Los abscesos pueden formarse en un área de celulitis o en un tejido comprometido donde se acumulan leucocitos. La disección progresiva causada por el pus o por la necrosis de las células que lo rodean expande el absceso. Un tejido conectivo muy vascularizado puede entonces rodear al tejido necrótico, los leucocitos y los restos celulares, y formar una pared que delimita el absceso e impide que siga extendiéndose.
Los factores predisponentes para la formación de abscesos son los siguientes:
Mecanismos de defensa del huésped alterados (p. ej., disminución de las defensas de leucocitos)
La presencia de cuerpos extraños
Obstrucción del drenaje normal (p. ej., en las vías urinaria, biliar respiratoria)
Isquemia o necrosis tisular
Hematoma o acumulación excesiva de líquido en el tejido
Traumatismos, incluso cirugía
Síntomas y signos de abscesos
Los signos y síntomas de los abscesos cutáneos y subcutáneos son dolor, calor, hinchazón, dolor a la palpación y enrojecimiento.
Si los abscesos superficiales están por romperse espontáneamente, la piel sobre su parte central puede ser delgada, a veces con apariencia blanca o amarillenta debido a la presencia de pus por debajo de ella (con el aspecto de un punto). Puede aparecer fiebre, en especial con celulitis circundante.
En los abscesos profundos, son típicos el dolor local y el dolor al tacto, y los síntomas sistémicos, especialmente fiebre, así como anorexia, pérdida de peso y cansancio.
La manifestación predominante de algunos abscesos es el funcionamiento anormal de un órgano (p. ej., hemiplejia debida a un absceso cerebral).
Las complicaciones de los abscesos incluyen
Diseminación bacteriémica
Rotura en el tejido adyacente
Sangrado de los vasos erosionados por la inflamación
Alteración de la función de un órgano vital
Inanición debido a anorexia y aumento de las necesidades metabólicas
Diagnóstico de los abscesos
Evaluación clínica
A veces, ecografía, TC o RM
El diagnóstico de los abscesos cutáneos y subcutáneos se realiza por examen físico.
El diagnóstico de los abscesos profundos suele requerir técnicas de imágenes. La ecografía es no invasiva y detecta muchos abscesos de los tejidos blandos; la TC es precisa para la mayoría de los casos, aunque la RM suele ser más sensible.
Tratamiento de los abscesos
Drenaje quirúrgico o aspiración percutánea con aguja
A veces antibióticos
Los abscesos superficiales pueden resolverse con aplicación de calor y antibióticos por vía oral. Sin embargo, su desaparición suele requerir un drenaje.
Los abscesos cutáneos menores pueden requerir sólo una incisión y un drenaje. Deben retirarse todo el pus, el tejido necrótico y los restos. En los abscesos más grandes (p. ej., > 5 cm) puede ser necesaria la eliminación del espacio abierto (muerto) mediante el aislamiento con compresas o con la colocación de drenajes para prevenir la reaparición del absceso. Deben corregirse los factores predisponentes, como la obstrucción de un drenaje natural o la presencia de un cuerpo extraño.
Los abscesos profundos a veces pueden drenarse adecuadamente con la aspiración percutánea con una aguja (en general guiada por ecografía o TC); a menudo, este método evita la necesidad de un drenaje quirúrgico abierto.
Puede producirse la rotura y el drenaje espontáneos, que a veces llevan a la formación de trayectos de drenaje crónicos. Sin drenaje, un absceso en ocasiones se resuelve lentamente después de la digestión proteolítica del pus, que genera un líquido poco espeso estéril que se reabsorbe al torrente sanguíneo. La reabsorción incompleta puede producir una loculación quística con una pared fibrosa susceptible de calcificarse.
Los antibióticos sistémicos no se administran en forma habitual, pero se indican como terapia adyuvante de la siguiente manera (1):
Si el absceso es profundo (p. ej., intraabdominal)
Si son múltiples abscesos
Si existe una importante celulitis circundante
Tal vez si el tamaño es > 2 cm
Además de la incisión y el drenaje, deben administrarse antibióticos dirigidos contra S. aureus si hay evidencias de un síndrome inflamatorio sistémico (1).
Los fármacos antimicrobianos son generalmente ineficaces sin drenaje. La terapia antimicrobiana empírica se basa en la ubicación y en el patógeno probable que causa la infección. La terapia posterior debe ser guiada por la tinción de Gram, el cultivo y las pruebas de sensibilidad microbiana.
Referencia del tratamiento
1. Stevens DL, Bisno AL, Chambers HF, et al. Practice guidelines for the diagnosis and management of skin and soft tissue infections: 2014 update by the infectious diseases society of America. Clin Infect Dis. 2014;59(2):147-159. doi:10.1093/cid/ciu296
Conceptos clave
Los abscesos cutáneos y subcutáneos son diagnosticados clínicamente; los abscesos más profundos a menudo requieren de imágenes.
Por lo general, drenar el absceso por incisión o en ocasiones por aspiración con aguja.
Usar antibióticos cuando los abscesos son grandes, profundos o están rodeados por celulitis significativa.