Las convulsiones pueden deteriorar la fertilidad. , aunque los anticonvulsivos pueden hacer que los anticonceptivos orales sean menos efectivos, lo que puede terminar en un embarazo no intencionado.
La dosis de anticonvulsivos puede tener que aumentarse durante el embarazo para mantener los niveles terapéuticos. Si la mujer duerme lo suficiente y los niveles de fármaco anticomicial se mantienen en el rango terapéutico, la frecuencia de las convulsiones en general no aumenta durante el embarazo, y la evolución de éste es buena; sin embargo, los riesgos de los siguientes elementos están ligeramente aumentados:
En general, las convulsiones no controladas son más dañinas durante el embarazo que el uso de anticonvulsivos; por lo tanto, la principal prioridad terapéutica durante el embarazo es controlar las convulsiones. La consulta preconcepcional con un neurólogo se recomienda para estabilizar las convulsiones maternas antes del embarazo. Los médicos deben utilizar la dosis más baja posible de anticonvulsivos y el menor número de anticonvulsivantes diferentes.
Las malformaciones congénitas son más frecuentes en los fetos de mujeres con un trastorno convulsivo (6 a 8%) que en los fetos de las mujeres de la población general (2-3%) (1). También puede aumentar el riesgo de discapacidad intelectual. Estos riesgos pueden estar relacionados con el trastorno convulsivo así como con el uso de fármacos anticomiciales.
El riesgo de enfermedad hemorrágica en el recién nacido (eritroblastosis fetal) puede estar aumentado por una exposición dentro del útero a ciertos anticonvulsivos (p. ej., fenitoína, carbamazepina, fenobarbital); sin embargo, si se da vitamina D prenatal a la madre y vitamina K al neonato, la enfermedad hemorrágica es rara.
Tomado durante el embarazo, el fenobarbital puede reducir la ictericia fisiológica del recién nacido, tal vez porque el fármaco induce las enzimas de conjugación hepática neonatal. En general, es preferible la fenitoína.
Todos los anticonvulsivos aumentan la necesidad de suplemento de ácido fólico; se administran 4 mg por vía oral 1 vez al día. Idealmente, se comienza antes de la concepción. El consumo de suplementos de ácido fólico antes de la concepción también ayuda a reducir el riesgo de defectos del tubo neural.
En general, es preferible un parto vaginal, pero si la mujer tiene convulsiones repetidas durante el trabajo de parto, la cesárea está indicada.
Los niveles de anticonvulsivos pueden cambiar con rapidez en el posparto y deben monitorizarse cuidadosamente.
Referencia
1. Artama M, Auvinen A, Raudaskoski T, et al: Antiepileptic drug use of women with epilepsy and congenital malformations in offspring. Neurology 64(11):1874-1878, 2005. doi:10.1212/01.WNL.0000163771.96962.1F