Las anfetaminas son fármacos simpaticomiméticos con propiedades estimulantes y euforizantes sobre el sistema nervioso central cuyos efectos adversos tóxicos incluyen delirio, hipertensión, convulsiones e hipertermia (que puede causar rabdomiólisis e insuficiencia renal). La toxicidad se trata con medidas sintomáticas, como benzodiazepinas IV (para la agitación, la hipertensión y las convulsiones) y técnicas de enfriamiento (hipertermia). No hay ningún síndrome de abstinencia estereotipado.
La droga original de esta clase, la anfetamina, ha sido modificada mediante varias sustituciones en su anillo fenilo y produjo muchas variaciones, como la metanfetamina, la metilendioximetanfetamina (MDMA o éxtasis), la metilendioxietilanfetamina (MDEA) y muchas otras.
Algunas anfetaminas, como la dextroanfetamina, la metanfetamina y el metilfenidato relacionado, son utilizadas médicamente para tratar el trastorno de hiperactividad y el déficit de atención, la obesidad y la narcolepsia, que por esto crea una desviación del suministro para el uso ilegal. La elaboración ilegal de la metanfetamina es sencilla.
Fisiopatología
Las anfetaminas aumentan la liberación de catecolaminas, lo que incrementa los niveles intrasinápticos de serotonina, noradrenalina y dopamina. La estimulación resultante de los receptores alfa y beta-adrenérgicos y la excitación general del sistema nervioso central explican los efectos "deseados" del mayor estado de alerta, la euforia y la anorexia, así como los efectos adversos de delirio, hipertensión, hipertermia y convulsiones.
Los efectos de las anfetaminas son similares, variando en intensidad y duración de los efectos psicoactivos; la MDMA y sus derivados tienen más propiedades sobre la mejora del estado de ánimo, quizá como resultado de un mayor efecto sobre la serotonina. Las anfetaminas pueden tomarse por vía oral como píldoras o cápsulas, por vía nasal a través de inhalación o cigarrillos, o por vía inyectable.
Efectos crónicos
El uso repetido de anfetaminas provoca dependencia. La tolerancia se desarrolla lentamente, si bien pueden ser ingeridas o inyectadas cantidades varios cientos de veces mayores que las utilizadas en un inicio. La tolerancia a los diferentes efectos se desarrolla en forma desigual. Disminuyen la taquicardia y el mayor estado de alerta, pero pueden producirse alucinaciones y delirios.
Las anfetaminas suelen causan disfunción eréctil en los varones, si bien aumentan el deseo sexual. El consumo se asocia con prácticas de sexo inseguro y los consumidores están en mayor riesgo de infecciones de transmisión sexual, incluida la infección por HIV. Los abusadores de anfetaminas están propensos a lesiones debido a que la droga produce excitación y la sensación de grandiosidad seguida de cansancio excesivo y somnolencia.
Puede ocurrir una vasculitis necrosante que compromete múltiples sistemas de órganos.
El uso de ciertos inhibidores del apetito relacionados con la anfetamina (dexfenfluramina, fenfluramina, fentermina) se ha asociado con enfermedad cardíaca valvular. La dexfenfluramina y la fenfluramina fueron retirados del mercado de los Estados Unidos en 1997. Los productos de fentermina-fenfluramina (Phen-Fen) se retiraron de manera similar en el mercado de Estados Unidos, pero por sí sola y en combinación con topiramato, la fentermina está disponible como anorexígeno.
Signos y síntomas del consumo de anfetaminas
Efectos agudos
Muchos de los efectos psíquicos de las anfetaminas son similares a los de la cocaína; incluyen un mayor estado de alerta y concentración, euforia y sensaciones de bienestar y grandiosidad. Durante la intoxicación también puede haber palpitaciones, temblores, diaforesis y midriasis.
Los atracones (quizás durante varios días) conducen a un síndrome de agotamiento, de cansancio intenso y necesidad de dormir después de la fase de estimulación.
Toxicidad o sobredosis
Puede haber taquicardia, arritmias, dolor torácico, hipertensión, mareos, náuseas, vómitos y diarrea. Los efectos del sistema nervioso central incluyen delirio agudo y psicosis tóxica. La sobredosis puede causar también accidente cerebrovascular (en general hemorrágico), convulsiones, rigidez muscular e hipertermia (> 40° C); todos estos efectos pueden precipitar la rabdomiólisis, que puede conducir a insuficiencia renal.
Efectos crónicos
Una psicosis paranoide puede ser el resultado del uso prolongado de anfetaminas; en raras ocasiones, la psicosis es precipitada por una única dosis alta o por dosis moderadas repetidas. Las características típicas incluyen delirios de persecución, ideas de referencia (nociones de que los acontecimientos cotidianos tienen un significado o una relevancia personalmente diseñado para el paciente o dirigido a él) y sentimientos de omnipotencia. Algunos consumidores experimentan una depresión prolongada, durante la cual es posible el suicidio.
La recuperación de la psicosis anfetamínica incluso prolongada es la habitual, pero lenta. Los síntomas más floridos se desvanecen en el transcurso de días o semanas, pero algunas ideas delirantes, pérdida de memoria y confusión suelen persistir durante meses.
Los consumidores tienen un alto índice de caries graves que afectan a varios dientes; se deben a disminución de la salivación, productos ácidos de la combustión, bruxismo e higiene bucal deficiente.
Abstinencia
Si bien no se produce un síndrome de abstinencia estereotipada cuando se interrumpen las anfetaminas, aparecen cambios EEG, considerados por algunos expertos para cumplir con los criterios físicos para la dependencia. Los consumidores crónicos de anfetaminas que suspenden abruptamente el fármaco pueden presentar disforia, fatiga, ansiedad, irritabilidad, insomnio o hipersomnia, o sueños desagradables. La interrupción del consumo puede revelar o exacerbar la depresión subyacente o precipitar una reacción depresiva grave. Los síntomas de abstinencia suelen comenzar dentro de las 24 horas del último consumo de anfetaminas. Los síntomas graves pueden remitir en una semana, pero algunos síntomas menos graves, como los trastornos del sueño, pueden persistir semanas o meses.
Diagnóstico del uso de anfetaminas
Por lo general, un diagnóstico clínico
Estudios complementarios según sean necesarios para descartar trastornos importantes no relacionados con la droga (p. ej., que causen alteración del estado mental)
El diagnóstico del uso de anfetaminas suele hacerse por la clínica, aunque cuando no están claros el antecedente de consumo de drogas y el diagnóstico se realizan pruebas según correspondan para pacientes indiferenciados con estado mental alterado, hiperpirexia o convulsiones. La evaluación puede incluir TC, punción lumbar y pruebas de laboratorio para detectar infecciones y alteraciones metabólicas.
Las anfetaminas suelen ser parte de las pruebas de detección sistemática de drogas en orina, que se realizan a menos que el antecedente de ingestión sea claro; no se miden las concentraciones de drogas específicas. Las pruebas de inmunoensayo para la detección sistemática en orina de anfetaminas pueden producir resultados falsos positivos y pueden no detectar metanfetamina y metilfenidato.
Tratamiento del uso de anfetaminas
Benzodiazepinas IV
Ketamina IM o IV para la agitación aguda
Nitratos IV para la hipertensión que no responde a las benzodiazepinas según sea necesario
Enfriamiento para la hipertermia según sea necesario
Toxicidad o sobredosis
Cuando se ingirió en etapa reciente una cantidad significativa de anfetaminas por vía oral (p. ej., < 1 a 2 horas), puede administrarse carbón activado para limitar la absorción, aunque con esta intervención no se ha demostrado reducir la morbilidad o la mortalidad. La acidificación de la orina acelera la excreción de anfetaminas, pero no disminuye la toxicidad y puede empeorar la precipitación de mioglobina en los túbulos renales y, por lo tanto, no se recomienda.
Las benzodiazepinas son el tratamiento inicial preferido para la excitación del sistema nervioso central, las convulsiones, la taquicardia y la hipertensión. Puede utilizarse lorazepam, 2 a 3 mg IV cada 5 min ajustado al efecto. A veces, se necesitan dosis altas e infusión continua. La infusión de propofol, con ventilación mecánica, puede utilizarse para la agitación intensa. La ketamina 4 mg/kg IM o 2 mg/kg IV puede ayudar en la agitación grave. La hipertensión arterial que no responde a las benzodiazepinas se trata con nitratos (en ocasiones, nitroprusiato) u otros antihipertensivos según sea necesario, de acuerdo con la gravedad de la hipertensión. Los beta-bloqueantes (p. ej., metoprolol, 2 a 5 mg IV) pueden utilizarse para las arritmias ventriculares graves o la taquicardia.
La hipertermia es potencialmente letal y debe tratarse de manera enérgica con sedación más enfriamiento por evaporación, compresas frías y mantenimiento del flujo de orina y el volumen intravascular con solución fisiológica IV.
Las fenotiazinas reducen el umbral para las convulsiones y sus efectos anticolinérgicos pueden interferir con el enfriamiento; por lo tanto, no son preferidas para la sedación.
Abstinencia y rehabilitación
No se ha demostrado que algún medicamento sea eficaz para tratar la abstinencia de anfetaminas.
No es necesario un tratamiento específico cuando los pacientes dejan de consumir anfetaminas. En un inicio, deben monitorizarse la tensión arterial y el estado de ánimo. Los pacientes cuya depresión persiste por más de un período breve después de interrumpir las anfetaminas pueden responder a los antidepresivos.
La terapia cognitivo-conductual (una forma de psicoterapia) es eficaz en algunos pacientes. No existen otros tratamientos farmacológicos comprobados para la rehabilitación y el mantenimiento después de la desintoxicación.
Más información
El siguiente recurso en inglés puede ser útil. Tenga en cuenta que el MANUAL no es responsable por el contenido de este recurso.
Findtreatment.gov: Listing of licensed US providers of treatment for substance use disorders