Los cánceres de otros órganos pueden producir metástasis en los riñones. Los orígenes más frecuentes de las metástasis renales son los melanomas y los tumores sólidos, en especial de los pulmones, la mama, el estómago, ginecológicos, intestinales y pancreáticos. La leucemia y el linfoma pueden invadir los riñones, que se ven entonces con el tamaño aumentado, a menudo en forma asimétrica.
A pesar del compromiso intersticial extenso, los síntomas son infrecuentes y la función renal puede no modificarse. La proteinuria está ausente o es insignificante, y las concentraciones de urea y creatinina en sangre rara vez aumentan a menos que haya una complicación (p. ej., nefropatía por ácido úrico, hipercalcemia, infección bacteriana).
En general, las metástasis renales se descubren durante la evaluación del tumor primario, o de manera incidental en un estudio por la imagen del abdomen. Si no se conoce un tumor primario, el diagnóstico y el tratamiento se realizan como para el carcinoma de células renales.
El tratamiento es la terapia sistémica para el tumor primario y, rara vez, la cirugía. Sin embargo, la nefrectomía parcial o radical puede ser necesaria para guiar la elección de la terapia sistémica en los casos en que la biopsia con aguja gruesa no es capaz de proporcionar suficiente tejido o si la masa renal persiste en ausencia de otra enfermedad metastásica.