El COVID-19 causa principalmente síntomas similares a los del resfriado y la gripe (como fiebre, tos, escalofríos, dolor de garganta) pero, a diferencia de la mayoría de los resfriados, el COVID-19 puede causar pérdida del gusto y del olfato. Sin embargo, se hace evidente que a veces el COVID-19 afecta muchas partes del cuerpo y puede causar muchos otros síntomas. Puede afectar el cerebro y los nervios, causando síntomas neurológicos, como la confusión. El COVID-19 también puede provocar alteraciones en el pensamiento, las emociones, el estado de ánimo y/o el comportamiento, causando síntomas de salud mental (psicológicos).
Los síntomas neurológicos y psicológicos pueden aparecer cuando la persona contrae por primera vez el COVID-19, mientras se recupera y/o después de haberse recuperado de la infección inicial.
Las personas que enferman de COVID-19 de forma crítica pueden, como en el caso de otras infecciones, desarrollar delirio y agitación o somnolencia.
Después de recuperarse de la infección inicial por COVID-19, muchas personas presentan al menos un síntoma persistente, como fatiga, deterioro de la memoria y la cognición, dolor de cabeza, entumecimiento y hormigueo y/o pérdida del olfato.
Los médicos pueden solicitar una resonancia magnética para detectar cambios en el cerebro y análisis de sangre y orina para descartar otros trastornos que pueden causar síntomas similares.
El tratamiento principal para los síntomas neurológicos y psicológicos es la atención de apoyo, si bien los antidepresivos pueden ser eficaces para las personas con depresión.
Los síntomas neurológicos y psicológicos pueden durar mucho tiempo, desde semanas hasta meses. Los síntomas que aparecen durante las primeras 4 semanas después de la infección inicial se denominan COVID-19 agudo. Los síntomas que duran más tiempo o que reaparecen después de un período de bienestar, se denominan comúnmente COVID persistente (también denominado COVID crónico).
No se sabe a ciencia cierta de qué forma se producen los síntomas neurológicos y psicológicos provocados por el virus que causa el COVID-19 (SARS-CoV-2). Estos trastornos pueden ser consecuencia de
La propia infección
Problemas que aparecen con frecuencia durante una enfermedad grave o que son consecuencia de la propia atención hospitalaria, especialmente en una unidad de cuidados intensivos (UCI)
Una reacción autoinmunitaria, que tiene lugar cuando el sistema inmunitario funciona de forma inadecuada y ataca a sus propios tejidos, y que está desencadenada por el virus
Por ejemplo, si el COVID-19 (o cualquier enfermedad respiratoria) es grave, puede reducir la concentración de oxígeno en la sangre. Si la concentración de oxígeno es muy baja, es posible que el cerebro no reciba suficiente oxígeno y funcione mal, causando problemas de pensamiento, pérdida de memoria, cambios de personalidad, dificultad para caminar y falta de coordinación.
Los factores de riesgo para desarrollar síntomas neurológicos y psicológicos (como delirio y agitación) debidos a COVID-19 son
Estar gravemente enfermo, sobre todo si se requiere tratamiento en una UCI
Ser una persona mayor
Tener otro trastorno como enfermedad cerebrovascular, insuficiencia cardíaca o hipertensión arterial
Las personas que están ingresadas en una UCI se desorientan y se confunden con facilidad. A menudo se encuentran solas y asustadas en un lugar extraño, sin puntos de referencia familiares y sin rutinas habituales. A menudo no hay ventanas ni relojes, y no disponen de ninguno de sus objetos para orientarlos. Las personas mayores, tengan o no demencia, se ven particularmente afectadas cuando se les desplaza de su entorno habitual y no cuentan con el apoyo de familiares y amigos. Las personas ingresadas en una UCI tienden a sentirse somnolientas porque a menudo reciben sedantes y su sueño se ve constantemente interrumpido por pitidos en los monitores y por el personal que los controla, les extrae sangre y les administra medicamentos. Las personas cansadas presentan confusión más fácilmente, lo que en ocasiones puede conducir a delirio.
Síntomas de disfunción cerebral relacionados con COVID-19
Alrededor del 80% de las personas hospitalizadas por COVID-19 presentan síntomas neurológicos. Muchas personas presentan síntomas neurológicos y psicológicos durante los 6 meses posteriores a la hospitalización por COVID-19, especialmente si es grave.
Primeros síntomas
Durante las primeras 4 semanas de infección, los síntomas neurológicos del COVID-19 pueden consistir en dolor de cabeza, mareos, dolores musculares, fatiga y el síntoma más específico del COVID-19: pérdida del olfato y del gusto.
Varios días después de la primera infección, algunas personas continúan enfermando y pueden enfermar gravemente. Habitualmente sufren delirios. Las personas que sufren delirio no pueden concentrarse y se confunden. Pueden alternar entre estar alerta un momento y somnolientas al siguiente. Las personas delirantes pueden mostrarse agitadas y hostiles o indolentes y apagadas.
En ocasiones, el COVID-19 causa problemas neurológicos graves como accidente cerebrovascular isquémico, sangrado dentro del cerebro, meningitis, encefalitis y convulsiones. Algunos síntomas persisten durante semanas o meses. Los problemas persistentes pueden requerir una rehabilitación extensa.
Las personas con COVID-19 pueden sufrir trastornos que afectan los nervios y los músculos, como el síndrome de Guillain-Barré.
Síntomas tardíos
Durante la recuperación y/o como parte del síndrome post-COVID, muchas personas presentan al menos un síntoma neurológico de larga duración, como fatiga crónica, dolores musculares generales, entumecimiento y hormigueo y sueño no reparador. Algunas personas, incluso aquellas con un caso leve de COVID-19, presentan confusión mental, que puede comportar problemas de concentración, memoria, comprensión del lenguaje oral y escrito y planificación y toma de decisiones. Muchas personas presentan cefaleas migrañosas (que a menudo no responden al tratamiento). Estos síntomas suelen afectar significativamente la capacidad de las personas para realizar las actividades diarias. La pérdida del gusto y del olfato puede persistir durante varios meses o más después de que desaparezcan otros síntomas.
Los trastornos del estado de ánimo, principalmente la ansiedad y la depresión, son frecuentes.
Puede aparecer trastorno de estrés postraumático (TEPT). Las personas con trastorno de estrés postraumático pueden tener recuerdos intrusivos recurrentes.
Se necesitan más estudios para determinar cuánto tiempo duran los síntomas neurológicos y psicológicos y hasta qué punto se produce la recuperación.
Diagnóstico de disfunción cerebral relacionada con COVID-19
Evaluación médica
Pruebas para detectar otras causas
Se realiza una resonancia magnética nuclear (RMN) o una tomografía computarizada (TC) del cerebro para evaluar los síntomas neurológicos y/o psicológicos debidos al COVID-19 (u otras causas). Estas pruebas pueden detectar hinchazón del cerebro, tumores cerebrales, infección y otras anomalías. Se solicitan análisis de sangre y orina para detectar trastornos metabólicos e infecciones. Se realizan pruebas neuropsicológicas para evaluar problemas de pensamiento y comportamiento.
Los médicos utilizan para las personas con COVID los mismos criterios específicos para diagnosticar trastornos del estado de ánimo (como la depresión), trastornos de ansiedad y trastorno de estrés postraumático (TEPT) que para el resto de personas. Se deben utilizar herramientas de detección convencionales para identificar la depresión, los trastornos de ansiedad, los trastornos del sueño, el trastorno por estrés postraumático y la fatiga. Las personas que sufren problemas de pensamiento que persisten una vez resuelta la infección inicial pueden requerir una evaluación neuropsicológica más exhaustiva.
Tratamiento de la disfunción cerebral relacionada con COVID-19
Tratamiento sintomático
A veces, los antidepresivos
La atención de apoyo es el tratamiento principal para las personas con síntomas neurológicos y psicológicos debidos al COVID-19. La atención de apoyo consiste en aliviar los síntomas y puede incluir soporte vital completo en una UCI. Comprende
Monitorización estrecha de las personas para identificar problemas a medida que ocurren
Ayudarles a respirar dándoles oxígeno suplementario
Reducción de la fiebre
Mantenerlos hidratados administrándoles líquidos por vía intravenosa
Proporcionar cuidados intensivos, incluyendo ventilación mecánica, según sea necesario
No existe un tratamiento específico para tratar el COVID prolongado, pero puede resultar útil la atención de apoyo proporcionada por un equipo de médicos, especialistas en rehabilitación, consejeros, enfermeras y psiquiatras (un equipo multidisciplinario).
Si la persona sufre depresión o ansiedad, ciertos antidepresivos pueden ayudar. Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN) pueden reducir la inflamación causada por el COVID-19, así como tratar la depresión.
Los tratamientos contra el COVID-19 se están desarrollando continuamente y están evolucionando con rapidez. Sin embargo, actualmente, ninguno se dirige específicamente a los síntomas neurológicos y psicológicos.