Edad y salud: disfunción sexual en mujeres mayores

Una de las razones principales de las mujeres mayores para abandonar el sexo es la falta de una pareja sexualmente activa. No obstante, los cambios relacionados con la edad, en especial los debidos a la menopausia, pueden hacer que una mujer sea más propensa a experimentar una disfunción sexual. También ciertos trastornos, que son más frecuentes a medida que se envejece, pueden interferir con la función sexual, como la diabetes, la ateroesclerosis, las infecciones del tracto urinario y la artritis. Sin embargo, estos cambios no deben acabar con la actividad sexual y el placer, igual que los cambios relacionados con la edad no son la causa de todas las disfunciones sexuales en las mujeres mayores.

En estas mujeres, igual que en las más jóvenes, el problema más frecuente es la falta de interés en el sexo.

Después de la menopausia se produce menos estrógeno.

  • Los tejidos que rodean la abertura vaginal (labios) y las paredes de la vagina se vuelven menos elásticos y más delgados (lo que se denomina atrofia vulvovaginal). Los tejidos también pueden inflamarse e irritarse porque la producción de estrógenos disminuye (lo que se denomina vaginitis atrófica). Ambos cambios pueden causar dolor durante la actividad sexual que comporta penetración.

  • Se reducen las secreciones vaginales, lo que proporciona menos lubricación durante las relaciones sexuales.

  • La acidez de la vagina disminuye, lo que hace más probable que los genitales se irriten y se infecten.

  • La falta de estrógenos relacionada con la edad puede contribuir a la debilidad de los músculos y de otros tejidos de soporte en la pelvis, lo que permite en ocasiones que los órganos pélvicos (vejiga, intestino, útero o recto) protruyan en la vagina (prolapso de órganos pélvicos). Como resultado, pueden producirse pérdidas involuntarias de orina, un hecho bastante vergonzoso.

  • Con el envejecimiento se reduce el riego sanguíneo de la vagina, lo que provoca que sea más corta, más estrecha y más seca. Los trastornos de los vasos sanguíneos (como la ateroesclerosis) reducen aún más el riego sanguíneo.

Cada vez se produce una cantidad menor de testosterona, desde los 30 años y hasta los 70 años de edad, cuando la producción de testosterona cesa por completo. Se desconoce si esta disminución provoca una disminución del interés sexual.

Otros problemas pueden interferir con la función sexual. Por ejemplo, las mujeres mayores pueden estar angustiadas por los cambios en sus cuerpos provocados por enfermedades, cirugías o el propio envejecimiento. Pueden tener visiones culturales de que el deseo sexual y la fantasía son inadecuados o vergonzosos a una edad avanzada. Pueden preocuparse por el estado de salud general o por la función sexual de su pareja.

Muchas mujeres mayores están interesadas por el sexo. Las mujeres mayores no deben asumir que la disfunción sexual es normal en la edad avanzada. Si la disfunción sexual preocupa, debe hablarse de ello con el médico. En muchos casos puede ser de ayuda tratar un trastorno (incluida la depresión), suprimir o sustituir un medicamento, informarse más acerca de la función sexual o hablar con un profesional de la salud o un asesor médico.

La sequedad vaginal o las relaciones sexuales dolorosas debido a la menopausia se pueden tratar con terapia hormonal vaginal, que consiste en dosis bajas de estrógenos (en forma de crema, tableta o anillo) o dehidroepiandrosterona (DHEA, como supositorio). Los estrógenos pueden tomarse por vía oral o bien aplicarse sobre la piel en forma de parche o gel, pero estas formas de estrógeno afectan a todo el cuerpo y por lo general solo se utilizan si la mujer también presenta otros síntomas de menopausia (como sofocos) y no suelen administrarse a mujeres mayores de 60 años. El estrógeno tiene riesgos potenciales (incluyendo coágulos de sangre y un riesgo ligeramente mayor de cáncer de mama), así como beneficios, por lo que las mujeres deben hablar con su médico acerca de sus riesgos y beneficios antes de comenzar a tomarlo.

En ocasiones se prescribe la toma oral de testosterona junto con la terapia con estrógenos si todas las demás medidas no son eficaces, si bien no se recomienda prescribir esta combinación. Todavía se considera experimental y se desconoce su seguridad a largo plazo.