Un prolapso del cordón umbilical es cuando este precede al bebé a través de la vagina.
Cuando se produce un prolapso del cordón umbilical, el cuerpo del feto puede hacer presión sobre el cordón e interrumpir el riego sanguíneo al feto.
Esta complicación poco frecuente puede ser evidente (manifiesta) o pasar desapercibida (oculta).
Prolapso manifiesto
El prolapso manifiesto significa que el cordón umbilical prolapsado puede ser visualizado por el médico. En el prolapso manifiesto, cuando las membranas se han roto y el cordón umbilical protruye en la vagina o sale de esta antes de que lo haga el bebé, el prolapso es evidente o manifiesto. Este tipo de prolapso suele ocurrir cuando el bebé viene de pies o de nalgas. No obstante, también sucede cuando viene de cabeza, en particular si las membranas se rompen prematuramente o el feto no ha descendido dentro de la pelvis de la madre. Si el feto no ha descendido, la descarga de líquido producido por la rotura de las membranas desplaza al cordón hacia fuera por delante del feto.
Si se produce un prolapso del cordón, es necesario hacer de inmediato una cesárea para evitar la interrupción del riego sanguíneo al feto. Hasta que empiece la intervención quirúrgica, la enfermera, una matrona o el médico mantienen el cuerpo del feto apartado del cordón para no interrumpir el riego sanguíneo por el cordón prolapsado.
Prolapso oculto
En el prolapso oculto, el cordón umbilical no se puede visualizar, pero está comprimido, por lo general por un hombro o por la cabeza. Ocurre cuando las membranas están intactas y el cordón se encuentra frente al feto, junto a este o atrapado frente a su hombro.
Por lo general, el prolapso oculto se identifica por un patrón anormal en la frecuencia cardíaca fetal. El problema suele corregirse cambiando la posición de la madre. En ocasiones debe realizarse una cesárea.