La policitemia es una concentración anormalmente alta de glóbulos rojos.
Este trastorno puede tener su origen en un parto tardío, diabetes materna, transfusiones entre gemelos (en las que la sangre circula de un feto a otro) o un nivel bajo de oxígeno en la sangre fetal.
Una alta concentración de glóbulos rojos provocará que la sangre sea más densa (hiperviscosidad) y puede enlentecer el flujo de sangre a través de los vasos sanguíneos pequeños.
La mayoría de los recién nacidos afectados no tienen síntomas, pero ocasionalmente presentan un tono rubicundo o moreno, están apáticos (aletargados), se alimentan mal y, muy rara vez, tienen convulsiones.
El diagnóstico se basa en un análisis que mide la cantidad de glóbulos rojos (eritrocitos) en la sangre.
Normalmente no se necesita ningún tratamiento, excepto la administración de líquidos.
Cuando el recién nacido presenta síntomas, se realiza una exanguinotransfusión parcial para reducir la concentración de glóbulos rojos.
Contienen hemoglobina, la proteína que confiere a la sangre su color rojo característico y que le permite transportar oxígeno desde los pulmones hacia todos los tejidos del organismo. Las células utilizan el oxígeno para producir la energía que el organismo necesita. El producto de desecho de este proceso es el dióxido de carbono, que los glóbulos rojos (eritrocitos) transportan desde los distintos tejidos hacia los pulmones.
Una concentración marcadamente aumentada de glóbulos rojos puede hacer que la sangre sea demasiado espesa. Una sangre demasiado espesa circula más lentamente por los vasos sanguíneos de pequeño calibre y afecta al suministro de oxígeno a los tejidos. Un recién nacido postérmino o cuya madre sufre diabetes o hipertensión arterial grave, fuma o vive en lugares de mucha altitud tiene mayores probabilidades de padecer policitemia.
También se produce policitemia si el recién nacido recibe demasiada sangre de la placenta (el órgano que conecta al feto con el útero y le proporciona alimentación) al nacer, como ocurre a veces si se le mantiene por debajo del nivel de la placenta durante demasiado tiempo antes de pinzar el cordón umbilical.
Otras causas de policitemia son: un nivel bajo de oxígeno en la sangre (hipoxia), asfixia perinatal, restricción del crecimiento de la matriz, defectos de nacimiento (como algunos problemas cardíacos o problemas renales), síndrome de Down, síndrome de Beckwith-Wiedemann o una transfusión importante de sangre de un hermano gemelo a otro (transfusión entre gemelos).
Síntomas de la policitemia en el recién nacido
El recién nacido con policitemia tiene un color rojizo o pardo, está aletargado, se alimenta mal y tiene convulsiones.
Diagnóstico de policitemia en el recién nacido
Análisis de sangre
Para diagnosticar policitemia, se realiza al recién nacido un análisis de sangre. Si los resultados del análisis de sangre indican que el recién nacido tiene demasiados glóbulos rojos, puede recibir tratamiento para la policitemia.
Tratamiento de la policitemia en el recién nacido
Líquidos por vía intravenosa
A veces, una exanguinotransfusión parcial
Si el recién nacido no presenta síntomas, se administran líquidos para hidratación por vía intravenosa, porque la deshidratación (pérdida de líquido) puede espesar todavía más la sangre.
Si el recién nacido presenta síntomas, se elimina parte de su sangre y se reemplaza por una cantidad equivalente de solución salina. Este procedimiento, llamado exanguinotransfusión parcial, diluye los glóbulos rojos restantes y corrige la policitemia.