Los trastornos de ansiedad se caracterizan por miedo, preocupaciones y temores que perjudican gravemente el funcionamiento y que son desproporcionados en relación con las circunstancias.
Existen muchos tipos de trastornos de ansiedad, que se distinguen por su enfoque principal en el miedo, la preocupación o el temor.
Por lo general, en los niños se manifiesta como una negativa a ir a la escuela, a menudo recurriendo a síntomas orgánicos, como el dolor de estómago, para justificar dicha negativa.
Los médicos generalmente basan su diagnóstico en los síntomas, pero a veces realizan pruebas para descartar otros trastornos que causan síntomas orgánicos similares a los causados por la ansiedad.
La terapia conductual es a menudo suficiente, pero si la ansiedad es grave, puede ser necesario el tratamiento farmacológico.
(Véase también Introducción a los trastornos de ansiedad en adultos.)
Todos los niños se sienten ansiosos en un momento u otro. Por ejemplo, los niños de entre 3 y 4 años tienen frecuentemente miedo a la oscuridad o a los monstruos. Los niños mayores y los adolescentes pueden sentirse ansiosos cuando tienen que explicar un texto delante de sus compañeros. Estos miedos y ansiedades no son signo de un trastorno. Sin embargo, si los niños se sienten tan ansiosos que no pueden funcionar bien o se sienten muy afectados, es posible que tengan un trastorno de ansiedad. Los estudios muestran que alrededor del 3% de los niños de 6 años, el 5% de los adolescentes varones y el 10% de las adolescentes mujeres sufren trastornos de ansiedad. En etapas posteriores de la vida, los niños con un trastorno de ansiedad tienen un mayor riesgo de depresión, comportamiento suicida, consumo de alcohol, trastornos por consumo de sustancias y dificultades académicas.
La tendencia a ser ansioso puede ser hereditaria. Unos padres ansiosos suelen tener niños ansiosos.
Los trastornos de ansiedad incluyen
Durante la pandemia del COVID-19, los síntomas de ansiedad en los jóvenes se duplicaron, especialmente entre las chicas. Las visitas de salud mental para la ansiedad también aumentaron. Después de controlar el sexo, la edad y los síntomas de ansiedad pre-COVID, se descubrió que los factores siguientes eran predictores significativos de los síntomas de ansiedad por COVID-19 en niños:
Mala conexión con el cuidador
Trastornos del sueño
Altas cantidades de tiempo frente a la pantalla
Síntomas
Muchos de los niños con trastorno de ansiedad se niegan a ir a la escuela. Pueden padecer ansiedad por separación, ansiedad social o trastorno de angustia, o bien una combinación de los anteriores.
Algunos niños hablan específicamente sobre su ansiedad. Por ejemplo, pueden decir «Me preocupa no volver a verte de nuevo» (ansiedad por separación) o «Estoy preocupado porque todos los niños se reirán de mí» (trastorno de ansiedad social). Sin embargo, la mayoría de los niños se quejan de síntomas orgánicos, como dolor de estómago. Estos niños suelen decir la verdad, porque la ansiedad causa con frecuencia molestias gástricas, náuseas, dolores de cabeza y problemas para dormir en los niños.
Muchos niños que sufren un trastorno de ansiedad continúan padeciéndolo en la edad adulta. Sin embargo, con un tratamiento temprano, muchos niños aprenden cómo controlar la ansiedad.
Diagnóstico
Una visita al médico o a un especialista en salud del comportamiento
A veces, cuestionarios sobre los síntomas
A veces, observar el comportamiento del niño
Pruebas para detectar otras causas de los síntomas
Los médicos suelen diagnosticar un trastorno de ansiedad por el relato típico de los síntomas que refiere el niño o sus padres. El médico también hablará con el niño y puede observar sus actividades o pedirle que rellene un cuestionario especializado.
Algunos síntomas que puede causar la ansiedad también pueden tener su origen en un problema médico, de modo que se pueden solicitar pruebas para detectar trastornos físicos antes de considerar un trastorno de ansiedad.
Tratamiento
Terapia conductual
A veces medicaciones
Si la ansiedad es leve, el tratamiento con terapia conductual suele ser suficiente.
Una de las formas de terapia que a menudo es eficaz es la denominada terapia cognitivo-conductual (TCC). La TCC es una forma estructurada de terapia de conversación a corto plazo diseñada para ayudar a las personas a identificar y a continuación desafiar los patrones de pensamiento negativos con el fin de poder lidiar las situaciones difíciles de manera más efectiva.
Otro enfoque se denomina terapia de exposición. Los terapeutas exponen al niño a la situación que le desencadena ansiedad y le ayudan a mantenerse en esa situación y sentirse cómodo. Así, el niño se desensibiliza gradualmente y su nivel de ansiedad desciende. Si es posible, suele ser positivo tratar la ansiedad de los padres al mismo tiempo.
Si la ansiedad es grave, se pueden usar fármacos. Un tipo de antidepresivos, llamados inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), como la fluoxetina o la sertralina, suele ser la primera elección si el tratamiento farmacológico se necesita durante mucho tiempo. La mayoría de los niños pueden tomar ISRS sin ningún problema. Sin embargo, algunos niños presentan malestar estomacal, diarrea, insomnio o aumento de peso. Algunos se vuelven inquietos o más impulsivos. Ha surgido preocupación por el hecho de que los antidepresivos aumentan ligeramente el riesgo de pensamientos suicidas en niños y adolescentes (véase Fármacos antidepresivos y suicidio).
Si el tratamiento farmacológico se necesita sólo durante un breve período de tiempo (por ejemplo, porque el niño está muy ansioso antes de un procedimiento médico), se suelen administrar benzodiazepinas, un tipo de sedante.