En los síntomas somáticos y trastornos relacionados (anteriormente llamados trastornos somatomorfos), los niños pueden responder de forma excepcionalmente intensa a los síntomas que sufren, pensar demasiado en ellos y preocuparse en exceso, solicitar atención médica continuamente y permitir que las preocupaciones relacionadas con la salud se conviertan en el centro de su vida.
Hay varios tipos de trastornos somatomorfos y de trastornos relacionados.
Los síntomas son parecidos a los característicos de un trastorno neurológico (como parálisis o pérdida de visión) o bien pueden ser vagos (como dolor de cabeza y náuseas), o los niños se muestran obsesionados por un defecto imaginario o están convencidos de que sufren una enfermedad grave.
Después de hacer pruebas para descartar trastornos orgánicos que puedan causar los síntomas, el médico basa su diagnóstico en los síntomas.
La psicoterapia individual o familiar puede ser eficaz, normalmente usando técnicas cognitivo-conductuales.
Los síntomas y el tratamiento de los trastornos somatomorfos y de los trastornos relacionados son muy similares a los de los trastornos de ansiedad.
Entre los trastornos somatomorfos y los trastornos relacionados se incluyen los siguientes:
Trastorno de conversión: los síntomas se parecen a los de algunos trastornos neurológicos. Los niños pueden tener un brazo o una pierna paralizados, volverse sordos o ciegos o tener temblores parecidos a una crisis convulsiva. Estos síntomas suelen ser desencadenados por factores psicológicos, como conflictos u otras situaciones de tensión.
Trastorno facticio impuesto a otro (anteriormente denominado síndrome de Munchausen por poderes): los cuidadores (por lo general un progenitor) fingen o producen síntomas físicos en un niño de forma intencionada. Por ejemplo, pueden añadir sangre u otras sustancias a las muestras de orina para simular una infección de orina.
Trastorno facticio autoimpuesto: el niño puede fingir síntomas físicos o hacerse algo a sí mismo para producir síntomas físicos.
Trastorno de ansiedad por enfermedad: los niños están muy preocupados por la posibilidad de estar enfermos o enfermar. Pueden o no tener síntomas físicos o un trastorno médico real. Si tienen síntomas o un trastorno, sus preocupaciones están fuera de proporción con respecto a la gravedad de la situación. También se sienten ansiosos o deprimidos.
Trastorno de síntomas somáticos (trastorno somatomorfo): los niños pueden desarrollar muchos síntomas o bien un único síntoma grave, por lo general el dolor. Los síntomas pueden ser específicos (como dolor abdominal) o vagos (como la fatiga). En el trastorno de somatización la preocupación puede centrarse en cualquier parte del cuerpo. Los niños se preocupan excesivamente por estos síntomas y sus posibles consecuencias.
Los trastornos somatomorfos y los trastornos relacionados son igualmente frecuentes en niños que en niñas, pero en los adolescentes son más frecuentes en chicas que en chicos.
(Véase también Introducción a los trastornos somáticos y trastornos relacionados en adultos.)
Síntomas
Los niños con un trastorno de este tipo pueden presentar distintos síntomas, como dolor, dificultad para respirar y debilidad. Los niños pueden tener o no otro trastorno.
A menudo, los niños desarrollan síntomas orgánicos cuando algún miembro de la familia está gravemente enfermo. A veces los síntomas son sensaciones corporales normales o malestar que se malinterpretan. Se cree que estos síntomas físicos se manifiestan de forma inconsciente como respuesta a un estrés psicológico o a un problema (véase la barra lateral Cuerpo y mente). Los síntomas no se producen de manera consciente y los niños experimentan en realidad los síntomas que describen.
Los niños se centran en su salud y/o síntomas. Se preocupan por la gravedad de sus síntomas y/o emplean una cantidad excesiva de tiempo y energía en las actividades relacionadas con su salud o síntomas.
Diagnóstico
Una visita al médico o a un especialista en salud del comportamiento
A veces, cuestionarios sobre los síntomas
La exploración física y, a veces, pruebas para descartar otros trastornos
El médico interroga al niño sobre sus síntomas y practica una exploración física, además de prescribir exámenes complementarios en algunas ocasiones para asegurarse de que el niño no sufre un trastorno físico que pueda estar causando los síntomas. Sin embargo, habitualmente se evitan los análisis de laboratorio importantes, porque reafirman el convencimiento del niño de estar sufriendo un problema orgánico, además de que las pruebas diagnósticas inútiles son en sí mismas traumáticas para el niño.
Para diagnosticar uno de estos trastornos los síntomas deben ser angustiantes o deben interferir con el funcionamiento diario, y los niños deben estar excesivamente preocupados por su salud y/o síntomas, en sus pensamientos y acciones.
Si no se puede identificar un problema orgánico, el médico somete al niño a cuestionarios de salud mental estandarizados para ayudar a determinar si los síntomas se deben a un trastorno somatomorfo o a un trastorno relacionado. El médico también habla con el niño y con sus familiares para tratar de identificar problemas psicológicos subyacentes o relaciones familiares difíciles.
Tratamiento
Psicoterapia
Un programa de rehabilitación para restaurar una rutina normal
A veces fármacos para aliviar los síntomas
El niño rechaza la idea de visitar a un psicoterapeuta porque cree que los síntomas son exclusivamente orgánicos. Sin embargo, la psicoterapia individual y familiar, generalmente utilizando técnicas cognitivo-conductuales, ayuda al niño y a sus familiares a reconocer patrones de pensamiento y de comportamiento que perpetúan los síntomas. Los terapeutas pueden utilizar la hipnosis, las técnicas de biorretroalimentación y las terapias de relajación.
La psicoterapia suele usarse en combinación con un programa de rehabilitación cuyo objetivo es ayudar a los niños a recobrar su rutina normal. Puede incluir fisioterapia, que comporta los beneficios siguientes:
Permite tratar los efectos físicos reales, como la pérdida de movilidad o de masa muscular causada por un trastorno somatomorfo o un trastorno relacionado.
Permite que los niños sientan que se está haciendo algo para tratarles.
Permite a los niños participar activamente en su tratamiento.
Tener un médico de atención primaria que los apoya, los visita con regularidad y coordina toda su atención también es importante.
Se pueden indicar fármacos, como un tipo de antidepresivos denominados inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), para aliviar el dolor, la ansiedad o la depresión que puede acompañar a estos trastornos.