Las reacciones alérgicas provocadas por el ejercicio se presentan durante o después de realizarlo.
El ejercicio puede desencadenar o empeorar el asma o, raramente, una reacción alérgica grave (anafilaxia).
Los médicos suelen basar el diagnóstico en los síntomas y su relación con el ejercicio.
Los fármacos utilizados para tratar el asma por lo general permiten evitar que los síntomas aparezcan durante el ejercicio, pero el hecho de estar físicamente en forma y de aumentar gradualmente la intensidad y duración del ejercicio también ayuda.
(Véase también Introducción a las reacciones alérgicas.)
El ejercicio puede desencadenar las siguientes reacciones:
Asma: a menudo, el ejercicio desencadena crisis de asma en personas asmáticas, pero también hay personas que solo tienen asma cuando practican ejercicio. El ejercicio puede desencadenar o empeorar el asma porque respirar rápidamente enfría y seca las vías respiratorias, que, al calentarse de nuevo, se estrechan. El asma provocado por el ejercicio físico es más frecuente cuando el aire es frío y seco. El tórax se siente rígido. Se tienen sibilancias, tos y dificultad para respirar.
Reacciones anafilácticas: en contadas ocasiones, el ejercicio intenso desencadena una reacción alérgica (anafiláctica) potencialmente grave. Algunas personas presentan esta reacción solo cuando ingieren un alimento específico (sobre todo, trigo o gambas) antes de hacer ejercicio. Respirar se vuelve difícil o la presión arterial desciende, lo que da lugar a mareo y colapso. La reacción anafiláctica es potencialmente mortal.
Es característico que los síntomas desencadenados por el ejercicio (el asma o una reacción anafiláctica) aparezcan 5 o 10 minutos después de practicar ejercicio físico intenso. Algunas veces, los síntomas comienzan cuando se ha dejado de practicarlo.
Diagnóstico de las reacciones alérgicas provocadas por el ejercicio
Evaluación médica
A veces, prueba de provocación por ejercicio
El diagnóstico de las reacciones alérgicas inducidas por el ejercicio se basa en los síntomas y en su relación con el ejercicio.
La prueba de provocación con ejercicio (prueba de esfuerzo) ayuda a establecer el diagnóstico. Para realizar esta prueba, se mide la función pulmonar antes y después de realizar ejercicio en una cinta de correr o en una bicicleta estática.
Tratamiento de las reacciones alérgicas provocadas por el ejercicio
Fármacos utilizados para tratar el asma o la anafilaxia
Evitación de posibles factores desencadenantes
En los casos de asma provocado por el ejercicio físico, el objetivo que persigue el tratamiento consiste en ser capaz de practicar ejercicio sin que aparezcan los síntomas. Adquirir un mejor estado físico reduce la probabilidad de que aparezcan síntomas durante el ejercicio. Inhalar un fármaco beta-adrenérgico (como los que se administran para tratar el asma) durante unos 15 minutos antes de comenzar a practicar ejercicio ayuda a prevenir las reacciones. El cromoglicato, que se suele administrar con un inhalador, también ayuda.
A menudo, en las personas asmáticas, administrar fármacos que se suelen utilizar para controlar el asma previene la aparición de síntomas durante el ejercicio. El hecho de tomar medicamentos para el tratamiento del asma y de aumentar la intensidad y la duración del ejercicio de forma gradual permite a algunas personas con asma tolerar el ejercicio.
Quienes han padecido una reacción anafiláctica provocada por el ejercicio deben evitar la modalidad de ejercicio que desencadenó la crisis. Si comer un alimento específico antes del ejercicio desencadena los síntomas, no debe volver a hacerse.
Es conveniente tener siempre a mano una jeringa autoinyectable con epinefrina (adrenalina) para un tratamiento de urgencia. Se recomienda hacer ejercicio acompañado de otras personas.