La cistitis intersticial es una inflamación de la vejiga que no está producida por una infección.
La cistitis intersticial provoca dolor por encima de la vejiga, en la pelvis o en la parte inferior del abdomen, y la necesidad frecuente y urgente de orinar, a veces con incontinencia.
El médico examina el interior de la vejiga con un tubo flexible que lleva una pequeña cámara (cistoscopia) y a veces toma una biopsia de la pared.
No hay cura, pero los síntomas pueden aliviarse modificando la dieta y los hábitos de micción, utilizando analgésicos y pentosano.
(Véase también Control de la micción.)
Antes se consideraba que la cistitis intersticial era relativamente poco frecuente. Sin embargo, en la actualidad se piensa que puede ser más común de lo que se creía y puede ser responsable de otros problemas, como el dolor pélvico crónico. Aunque puede afectar a varones y a niños, alrededor del 90% de los casos de cistitis intersticial ocurre en mujeres.
Se desconoce su causa. Se cree que la lesión de las células que tapizan el interior de la vejiga puede permitir que determinadas sustancias de la orina produzcan una irritación vesical. Las células implicadas en las reacciones alérgicas (mastocitos) pueden estar involucradas en los cambios de la vejiga, pero su papel exacto no está claro.
Síntomas de la cistitis intersticial
Inicialmente, los pacientes con cistitis intersticial pueden no tener síntomas. Éstos generalmente aparecen gradualmente y empeoran a lo largo de años conforme se va lesionando la pared de la vejiga. El paciente presenta dolor o una sensación de presión en la vejiga, en la pelvis o en la parte baja del abdomen. También presenta la necesidad de orinar con frecuencia y de manera urgente, a menudo muchas veces cada hora. Los síntomas empeoran cuando se rellena la vejiga y disminuyen al orinar. En casos muy graves, el paciente puede permanecer sentado en el aseo durante horas, dejando que la orina gotee continuamente.
Los síntomas pueden empeorar durante la ovulación o la menstruación, las alergias estacionales, el estrés físico o emocional, o las relaciones sexuales. Los alimentos con alto contenido en potasio (por ejemplo, los cítricos, el chocolate, las bebidas con cafeína, y los tomates), los alimentos picantes, el tabaco y el alcohol pueden agravar los síntomas.
Diagnóstico de cistitis intersticial
Evaluación médica
Cistoscopia acompañada de posible biopsia
El diagnóstico de la cistitis intersticial depende de los síntomas. El médico hace una exploración completa, a menudo incluyendo un examen ginecológico en las mujeres y un tacto rectal. Es necesario realizar pruebas complementarias para determinar si existe otra afección que podría estar causando los síntomas. Por ejemplo, se obtienen análisis de orina y cultivos en busca de infecciones de las vías urinarias.
Se lleva a cabo una exploración de la vejiga con un tubo flexible provisto de una pequeña cámara (cistoscopia) para examinar el revestimiento de la vejiga. A veces el médico realiza al mismo tiempo una biopsia para descartar el cáncer de vejiga.
Introduce directamente en la vejiga una solución que contiene potasio para determinar cómo se comporta el revestimiento de la vejiga ante el potasio y otros irritantes potenciales.
Tratamiento de la cistitis intersticial
Cambios en la dieta
Reducción del estrés y ejercicios de los músculos pélvicos
Entrenamiento vesical
Medicamentos
A veces la cirugía si otros tratamientos no son efectivos
Hasta el 90% de los pacientes con cistitis intersticial pueden mejorar, pero la erradicación completa de los síntomas es poco frecuente. Los médicos alientan a las personas afectadas a tomar conciencia de cualquier factor que pueda desencadenar un episodio de síntomas de cistitis intersticial.
Los cambios en la dieta son el primer paso en el tratamiento. El paciente debe evitar alimentos picantes y alimentos ricos en potasio, ya que estos pueden irritar la vejiga. También debe evitarse el tabaco y el alcohol.
La reducción del estrés y los ejercicios de los músculos pélvicos (por ejemplo, los ejercicios de Kegel) con técnicas de bioretroalimentación pueden ayudar.
También se enseña al paciente a modificar sus hábitos de micción. El entrenamiento de la vejiga es una técnica que consiste en hacer que el paciente siga un horario fijo para orinar mientras está despierto. El médico trabaja con el paciente para establecer un horario de micción cada 2 a 3 horas, y para suprimir la necesidad de orinar fuera de este horario (por ejemplo, mediante relajación y respiraciones profundas). A medida que el paciente mejora su capacidad para reprimir las ganas de orinar, el intervalo se alarga gradualmente.
Con frecuencia es necesario el tratamiento farmacológico. El paciente puede necesitar analgésicos para aliviar el dolor. Los antidepresivos también pueden disminuir el dolor y ayudar a relajar la vejiga. Los antihistamínicos también pueden ser útiles para disminuir la urgencia urinaria. Se puede administrar pentosan por vía oral para ayudar a restaurar el revestimiento de la vejiga. Si el pentosan oral no es efectivo, el médico puede emplear un catéter para introducir una solución de pentosan directamente en la vejiga. También se puede infundir una solución de sulfóxido de dimetilo en la vejiga. El paciente retiene estas soluciones en el interior de la vejiga durante 15 minutos y luego las elimina por la orina. Esta técnica puede aliviar el dolor y la urgencia durante algún tiempo pero por lo general, suele ser necesario repetir estos tratamientos.
A veces el médico trata de aliviar el dolor y la urgencia mediante la estimulación de los nervios que salen de la médula espinal (llamados raíces nerviosas) que controlan la vejiga. Otra opción posible es distender la vejiga con líquidos o gas. Este tratamiento, denominado hidrodistensión vesical, puede aliviar los síntomas.
Generalmente se combinan varias de estas opciones para proporcionar un mayor alivio. Sin embargo, si el tratamiento combinado no es eficaz, puede intentarse el tratamiento quirúrgico.
Más información
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