Una conmoción cerebral es una alteración en la funcionalidad intelectual o en el nivel de conciencia causada por una lesión craneal. La conmoción, con posibilidad de pérdida de la consciencia, que ocurre a veces sin daños evidentes en las estructuras cerebrales y que dura menos de 6 horas.
(Véase también Conmoción cerebral relacionada con el deporte y Introducción a los traumatismos craneales.)
En la conmoción cerebral, el daño cerebral no puede ser detectado con pruebas de diagnóstico por la imagen, como la tomografía computarizada (TC) o la resonancia magnética nuclear (RMN). Sin embargo, las células del cerebro están dañadas o son disfuncionales temporalmente. La persona tiene síntomas temporales de disfunción cerebral.
Los síntomas de una conmoción cerebral incluyen uno o más de los siguientes:
Confusión temporal: parecer aturdido o atontado y/o responder lentamente
Pérdida de memoria: no ser capaz de recordar acontecimientos sucedidos justo antes o justo después de la lesión
Visión doble
Sensibilidad a la luz
Mareos, movimientos torpes y problemas relacionados con el equilibrio
Dolor de cabeza (cefaleas)
Náuseas y vómitos
Zumbido en los oídos (acúfenos, tinnitus)
Pérdida del olfato o del gusto
También pueden perder la consciencia durante un periodo de tiempo breve, excepcionalmente durante más de 15 minutos no se dan cuenta de que han sufrido una conmoción.
El síndrome posconmocional hace referencia a ciertos síntomas que ocurren a veces hasta durante un par de semanas después de una conmoción cerebral. Entre estos síntomas se encuentran uno o más de uno de los siguientes:
Dolor de cabeza (cefalea)
Dificultad para dormir
Fatiga
Problemas relacionados con la memoria a corto plazo
Dificultad para concentrarse
Sensibilidad a la luz o al ruido
Cambios en la personalidad, como irritabilidad o cambios de humor
Los síntomas del síndrome posconmocional son frecuentes durante la semana posterior a la conmoción cerebral y por lo general se resuelven durante la segunda semana. Sin embargo, a veces persisten durante meses o, raramente, años. Las personas que han sufrido una conmoción cerebral parecen ser más vulnerables ante una nueva conmoción, especialmente si la nueva lesión se produce antes de que los síntomas de la conmoción anterior hayan desaparecido por completo.
Para diagnosticar una conmoción cerebral, hay que asegurarse de que las estructuras cerebrales no están dañadas. Puede ser necesario el uso de TC, RMN, o ambas. Si no hay daño cerebral estructural, solo se indica tratamiento sintomático;
paracetamol (acetaminofeno) para el dolor. No debe tomarse aspirina (ácido acetilsalicílico) u otro medicamento antiinflamatorio no esteroideo (AINE) porque interfieren con la coagulación de la sangre y contribuyen a la hemorragia de los vasos sanguíneos dañados. El reposo, tanto del cuerpo como de la mente, es el mejor tratamiento para una conmoción cerebral.
El tratamiento del síndrome posconmocional se basa en la gravedad de los síntomas. El descanso y la observación de la evolución de la persona afectada son importantes. Si los síntomas empeoran, las personas que han sufrido una conmoción cerebral deben ser llevadas al médico o al hospital para su evaluación. Los atletas que han tenido conmociones cerebrales deben volver a jugar gradualmente, después de pasos específicos en su rehabilitación.
Las personas que experimentan dificultades emocionales necesitan a veces ayuda psicoterápica.
Después de una conmoción cerebral no deben practicarse deportes de contacto hasta que todos los efectos residuales se hayan resuelto y se haya recibido el alta médica.
Las conmociones cerebrales repetidas aumentan el riesgo de una persona de desarrollar demencia, así como enfermedad de Parkinson y depresión en el futuro.
Más información
El siguiente recurso en inglés puede ser útil. Tenga en cuenta que el MANUAL no se hace responsable del contenido de este recurso.
Brain Injury Association of America (Asociación Estadounidense para las Lesiones Cerebrales): información sobre la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de las lesiones cerebrales en niños y adultos