El síndrome de congestión pelviana consiste en dolor crónico exacerbado por la posición de pie o las relaciones sexuales y asociado con venas varicosas en los ovarios o cerca de ellos.
El síndrome de congestión pelviana es una causa común de dolor pélvico crónico. Las venas varicosas y la insuficiencia venosa son comunes en las venas ováricas, pero a menudo son asintomáticas. Se desconoce la razón por la cual algunas mujeres presentan síntomas. La mayoría de las mujeres con síndrome de congestión pélvica tienen entre 20 y 45 años y han tenido embarazos múltiples. Una teoría es que la ingurgitación venosa ovárica induce estiramiento de la íntima, con distorsión del endotelio y las células de músculo liso de los vasos sanguíneos, lo que induce la liberación de sustancias vasoactivas que causan inflamación y dolor.
Signos y síntomas del síndrome de congestión pelviana
En las mujeres con síndrome de congestión pelviana, el dolor pelviano aparece después de al menos un embarazo. El dolor tiende a empeorar con cada embarazo subsiguiente.
Típicamente, el dolor es sordo, pero puede ser agudo o punzante. Es peor en el final del día (después de que las mujeres han estado sentadas o de pie durante mucho tiempo) y se alivia al acostarse. El dolor también es peor durante o después de la relación sexual. A menudo, se acompaña de lumbalgia, dolores en las piernas y, a veces, sangrado uterino anormal (1).
El dolor tiende a ser unilateral, pero puede ser bilateral.
Las mujeres también pueden tener venas varicosas en los glúteos, los muslos, la vagina o la vulva.
El examen pelviano detecta sensibilidad a nivel de los ovarios y dolor a la movilización cervical.
Referencia de los signos y los síntomas
1. Bendek B, Afuape N, Banks E Desai, et al: Comprehensive review of pelvic congestion syndrome: Causes, symptoms, treatment options. Curr Opin Obstet Gynecol 32 (4):237–242, 2020.
Diagnóstico del síndrome de congestión pelviana
Criterios clínicos
Varices ováricas, detectadas durante los estudios de imágenes
El diagnóstico del síndrome de congestión pélvica requiere que el dolor esté presente durante > 6 meses y que los ovarios sean dolorosos cuando se examinan.
Se realiza ecografía, pero puede no mostrar las varices cuando las mujeres cuando están acostadas.
Algunos expertos recomiendan pruebas adicionales (p. ej., venografía, TC, RM, venografía por resonancia magnética) si es necesario para confirmar las varices pélvicas. Las varicosidades pélvicas pueden confirmarse cateterizando selectivamente venas específicas e inyectando un agente de contraste (venografía).
Si el dolor pelviano es signficativo y no se ha detectado la causa, se puede realizar una laparoscopia.
Tratamiento del síndrome de congestión pélvica
Medicamentos antiinflamatorios no esteroideos
Acetato de medroxiprogesterona o agonistas de la hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH)
El tratamiento del síndrome de congestión pelviana consiste en AINE, a veces con acetato de medroxiprogesterona en alta dosis o agonistas de GnRH. Se ha utilizado dihidroergotamina y medroxiprogesterona por vía IV. No existe evidencia de alta calidad que avale las opciones terapéuticas.
Si estos fármacos son ineficaces y el dolor persiste y es intenso, pueden considerarse la embolización o la escleroterapia.
Las varicosidades detectadas durante la venografía pueden embolizarse con pequeños espirales o un agente embolizante después de la anestesia local y la sedación IV. Este procedimiento reduce la necesidad de analgésicos hasta 80%.
Conceptos clave
El síndrome de congestión pelviana es el resultado de la dilatación de los vasos pelvianos.
Los síntomas solo aparecen en algunas mujeres con várices pelvianas.
El dolor suele ser unilateral y empeora al estar de pie y al tener relaciones sexuales; otros síntomas incluyen dolor lumbar, dolor en las piernas y, a veces, sangrado menstrual anormal.
Los estudios de diagnóstico por imágenes solos no son suficientes para el diagnóstico; no se debe implementar tratamiento para un hallazgo aislado de venas pélvicas dilatadas.
Se debe intentar el tratamiento con medicamentos antiinflamatorios no esteroideos con acetato de medroxiprogesterona o agonistas de GnRH.
Si el dolor persiste y es intenso, se debe considerar embolización endovascular o escleroterapia.