El cáncer puede causar dolor, descenso de peso, cansancio u obstrucción de órganos viscerales. Por lo general, la muerte se produce por inanición y falla orgánica. La mayoría de las muertes por cáncer se deben a metástasis más que al cáncer primario.
En los pacientes con cáncer, el dolor se debe, con frecuencia, a metástasis óseas, compromiso de nervios o plexos, o compresión ejercida por una masa o un derrame tumoral. El tratamiento agresivo del dolor es esencial en el tratamiento del cáncer y para mantener la calidad de vida.
Los derrames pleurales deben drenarse si son sintomáticos y controlarse para detectar su reacumulación. Si el derrame se reacumula con rapidez, debe considerarse el drenaje mediante tubo de toracostomía y agentes esclerosantes o drenaje con catéter repetido.
La compresión de la médula espinal puede deberse a la diseminación del cáncer a las vértebras y requiere cirugía o radioterapia inmediata. Los síntomas pueden ser dorsalgia, parestesias de los miembros inferiores, y disfunción intestinal y vesical. El diagnóstico se confirma mediante TC o RM.
La trombosis venosa (coágulos en las venas) de los miembros inferiores que provocan embolia pulmonar son frecuentes en pacientes con tumores pancreáticos, de pulmón y otros tumores sólidos y en pacientes con tumores cerebrales. Los tumores producen procoagulantes, como factores tisulares, que determinan una formación excesiva de coágulos, en particular en pacientes sometidos a cirugía.
Las consecuencias metabólicas e inmunitarias del cáncer pueden consistir en hipercalcemia, hiperuricemia, aumento de la producción de ACTH, anticuerpos que causan disfunción neurológica, anemia hemolítica y muchas otras complicaciones paraneoplásicas.