A pesar de los rigurosos sistemas de seguridad de las vacunas implementados en Estados Unidos, algunos progenitores siguen preocupados por la seguridad del uso y del calendario de las vacunas infantiles. Estas preocupaciones han llevado a que algunos padres no permitan que sus hijos reciban todas o algunas de las vacunas recomendadas. En los Estados Unidos, las tasas de exenciones de vacunas aumentaron del 1% en 2006 al 2% en 2016 hasta 2017. Durante el año escolar 2021-2022, este número aumentó al 2,6% en forma global, y un estado informó que el 10% de los niños de jardín de infantes había solicitado una exención (1). Estudios previos han demostrado que las tasas de enfermedades prevenibles por vacunación son más altas en los niños cuyos padres han rechazado una o más vacunas por razones no médicas. Durante un brote de sarampión en Ohio desde noviembre de 2022 hasta febrero de 2023, 85 niños se infectaron, 80 de los cuales nohabían sido vacunados (2).
La decisión de aplazar o rechazar las vacunas afecta a la salud pública. Cuando la proporción de la población total que es inmune a una enfermedad (inmunidad del rebaño) disminuye, aumenta la prevalencia de la enfermedad, lo que aumenta la posibilidad de la enfermedad en las personas en riesgo. La gente puede estar en riesgo debido a
Ellos se vacunaron anteriormente, pero la vacuna no induce inmunidad (p. ej., 2 a 5% de los receptores no responden a la primera dosis de la vacuna contra el sarampión).
La inmunidad puede disminuir con el tiempo (p. ej., en los ancianos).
Ellos (es decir, algunos pacientes inmunocomprometidos) no pueden recibir vacunas de virus vivos (p. ej., contra el sarampión, las paperas y la rubéola, varicela) y se basan en la inmunidad de grupo para la protección contra este tipo de enfermedades.
En las conversaciones con progenitores renuentes generalmente es necesario preguntar sobre preocupaciones específicas y explicar los riesgos y beneficios de las vacunas y las pruebas científicas que los corroboran empleando un lenguaje llano. Estas conversaciones brindan oportunidades para aclarar conceptos erróneos y participar en la toma de decisiones compartidas (3). En especial, los médicos deben asegurarse de que los padres de sus pacientes conozcan los posibles efectos graves (que incluyen la muerte) de las enfermedades infantiles que pueden prevenirse con la vacunación, como el sarampión. Los recursos para estas discusiones incluyen CDC: Talking with Parents about Vaccines for Infants y Parents' Guide to Childhood Immunizations.
Referencias generales
1. Seither R, Calhoun K, Yusuf OB, et al: Vaccination coverage with selected vaccines and exemption rates among children in kindergarten - United States, 2021-22 school year. MMWR Morb Mortal Wkly Rep 72(2):26-32, 2023. doi:10.15585/mmwr.mm7202a2
2. Ohio Disease Reporting System (ODRS): Measles Public Report. Accedido el 28 de junio de 2023.
3. Edwards KM, Hackell JM, Committee on Infectious Diseases, Committee on Practices and Ambulatory Medicine: Countering vaccine hesitancy. Pediatrics 138(3):e20162146, 2016. doi: 10.1542/peds.2016-2146
Vacunas contra la COVID-19
La pandemia de la COVID-19 ha vuelto a poner en primer plano la duda ante la vacunación. Las primeras vacunas contra la COVID-19 recibieron la Autorización de Uso de Emergencia (EUA, por sus siglas en inglés) de la Agencia Federal para Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) en diciembre de 2020. Desde entonces, más de 270 millones de estadounidenses han recibido al menos una dosis de la vacuna contra COVID, pero muchos adultos jóvenes y niños permanecen sin vacunar (véase CDC: COVID-19 Vaccinations in the United States). Se producen eventos adversos graves asociados con la vacuna COVID-19, pero son extremadamente raros. Por ejemplo, las vacunas de RNAm, la vacuna BNT162b2 contra la COVID-19 (RNAm) producida por Pfizer-BioNTech y la vacuna RNAm-1273 contra la COVID-19 (RNAm) producida por Moderna, se han asociado a miocarditis y pericarditis. Aunque graves, estos eventos son extremadamente poco frecuentes en comparación con la infección por COVID-19 y sus complicaciones. Al igual que sucede con otras enfermedades evitables por vacunación, las hospitalizaciones por COVID-19 y las muertes son mucho más frecuentes entre las personas no vacunadas.
Algunos progenitores piensan que la infección por COVID-19 no es peligrosa para los niños, pero no es así. Aunque la infección por COVID-19 es habitualmente más leve en niños que en adultos, puede causar morbilidad y mortalidad significativas. Hasta mayo de 2023 se habían informado más de 15 millones de niños en los Estados Unidos que obtuvieron un resultado positivo para COVID-19 desde el inicio de la pandemia (1), con 1.839 muertes. Además, COVID-19 puede provocar un síndrome inflamatorio multisistémico en niños (MIS-C), una enfermedad rara pero grave diagnosticada en casi 10.000 niños, que causó 79 muertes al 31 de mayo de 2023 (2). Al igual que sucede en los adultos, la hospitalización es más frecuente en adolescentes no vacunados que en adolescentes vacunados (3). Además, los niños y los adolescentes son susceptibles a experimentar COVID prolongado, y la investigación sugiere que las personas que contraen una infección por COVID-19 después de la vacunación tienen menos probabilidades de informar COVID prolongado, en comparación con las personas que no están vacunadas (véase CDC: Long COVID or Post-COVID Conditions).
Referencias de las vacunas contra la COVID-19
1. American Academy of Pediatrics and the Children’s Hospital Association: Children and COVID-19: State-level data report. Accedido el 23 de junio de 2023.
2. Centers for Disease Control and Prevention (CDC): Health department-reported cases of multisystem inflammatory syndrome in children (MIS-C) in the United States. Accedido el 23 de junio de 2023.
3. Delahoy MJ, Ujamaa D, Whitaker M, et al: Hospitalizations associated with COVID-19 among children and adolescents—COVID-NET, 14 States, March 1, 2020–August 14, 2021. MMWR Morb Mortal Wkly Rep 70(36):1255–1260, 2021. doi: 10.15585/mmwr.mm7036e2
Vacuna antisarampión-parotiditis-rubéola (MMR)
En 1998, Wakefield y cols. publicaron un breve informe en The Lancet que postulaba un vínculo entre el virus del sarampión en la vacuna MMR y el autismo, que recibió atención significativa de los medios de comunicación en todo el mundo; muchos padres comenzaron a dudar de la seguridad de la vacuna MMR. Este informe se refiere a 12 niños con trastornos del desarrollo y problemas gastrointestinales; 9 de ellos también tenían autismo. Según el informe, los padres afirmaron que 8 de los 12 niños habían recibido la vacuna combinada contra el sarampión, las paperas y la rubéola (MMR) dentro de 1 mes antes de la aparición de los síntomas. Wakefield postuló que el virus del sarampión en la vacuna MMR viajó hasta el intestino donde causó la inflamación, lo que permitió que proteínas en el tracto gastrointestinal entraran en el torrente sanguíneo, viajaran hasta el cerebro y causaran autismo. En otro estudio, Wakefield afirmó encontrar el virus del sarampión en muestras de biopsias intestinales de 75 de 90 niños con autismo y en solamente 5 de 70 pacientes del grupo control, lo que lleva a la especulación de que el virus del sarampión vivo en la vacuna MMR estuvo implicado de alguna manera en el autismo.
Debido a que la metodología de Wakefield podría mostrar solo una asociación temporal en lugar de una relación de causa-efecto, muchos otros investigadores estudiaron la posible conexión entre la vacuna MMR y el autismo. Gerber y Offit revisaron al menos 13 grandes estudios epidemiológicos, los cuales no pudieron apoyar una asociación entre la vacuna MMR y el autismo (1). Muchos de estos estudios mostraron que las tendencias nacionales de vacunación con MMR no estaban directamente relacionadas con las tendencias nacionales en el diagnóstico de autismo. Por ejemplo, en el Reino Unido entre 1988 y 1999, la tasa de vacunación con MMR no cambió, pero la tasa de autismo aumentó.
Otros estudios compararon el riesgo de autismo en los niños individuales que recibieron o no recibieron la vacuna MMR. En el mayor y más convincente de estos estudios, Madsen y cols. evaluaron 537.303 niños daneses nacidos entre 1991 y 1998, el 82% de los cuales habían recibido la vacuna MMR (2). Después de controlar los factores de confusión posibles, no encontraron ninguna diferencia en el riesgo relativo de autismo u otros trastornos del espectro autista en los niños vacunados y no vacunados. La incidencia general de autismo o un trastorno del espectro autisma fue de 608 de 440.655 (0,138%) en el grupo vacunado y de 130 de 96.648 (0,135%) en el grupo no vacunado. Un estudio de seguimiento de todos los niños nacidos en Dinamarca entre 1999 y 2010 que totalizaban 657.461 niños concluyó que la vacuna MMR en general no causa autismo (cociente de riesgo 0,93 [IC del 95%, 0,85 a 1,02]) ni aumenta el riesgo en niños con alto riesgo de autismo debido a sus antecedentes familiares (3). Otros estudios basados en la población de todo el mundo han llegado a conclusiones similares.
En respuesta al aumento de la detección de Wakefield del virus del sarampión en muestras de biopsias intestinales de los niños autistas, Hornig y cols. buscaron el virus del sarampión en muestras de biopsias tomadas de 38 niños que tenían síntomas gastrointestinales y se sometieron a una colonoscopia; 25 niños tenían autismo y 13 no lo tenían (4). El virus del sarampión no se detectó con mayor frecuencia en los niños con autismo que en aquellos sin autismo.
En 2010, The Lancet se retractó completamente de la publicación de 1998 basada en los hallazgos del British Medical Council (5). Tres meses despues de la retractación de The Lancet, Wakefield fue retirado del registro médico del Reino Unido, con una declaración sobre la falsificación intencional de su investigación; como resultado, se le prohibió ejercer la medicina en el Reino Unido.
A pesar de la evidencia abrumadora que apoya la seguridad de las vacunas MMR, y el descrédito de la investigación de Wakefield, muchos padres no están convencidos. Como resultado, en 2019 los Estados Unidos experimentaron el mayor número de casos de sarampión desde 1992. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), la mayoría de las personas infectadas no estaban vacunadas (6).
Referencias de la vacuna MMR
1. Gerber JS, Offit PA: Vaccines and autism: A tale of shifting hypotheses. Clin Infect Dis 48(4):456-461, 2009. doi: 10.1086/596476
2. Madsen KM, Hviid A, Vestergaard M, et al: A population-based study of measles, mumps, and rubella vaccination and autism. N Engl J Med 347(19):1477-1482, 2002. doi: 10.1056/NEJMoa021134
3. Hviid A, Hansen JV, Frisch M, Melbye M: Measles, mumps, rubella vaccination and autism: A nationwide cohort study. Ann Intern Med 170(8):513-520, 2019. doi: 10.7326/M18-2101
4. Hornig M, Briese T, Buie T, et al: Lack of association between measles virus vaccine and autism with enteropathy: A case-control study. PLoS ONE 3(9):e3140, 2008. doi: 10.1371/journal.pone.0003140
5. Eggertson L: Lancet retracts 12-year-old article linking autism to MMR vaccines. CMAJ 182(4):E199-E200, 2010. doi: 10.1503/cmaj.109-3179
6. Patel M, Lee AD, Clemons NS, et al: National update on measles cases and outbreaks—United States, January 1–October 1, 2019. MMWR 68(40);893–896. doi: 10.15585/mmwr.mm6840e2
Timerosal y autismo
El timerosal es un compuesto de mercurio utilizado anteriormente como conservante en muchos frascos de vacuna multidosis; los conservantes no son necesarios en los frascos de dosis única y no pueden utilizarse en las vacunas de virus vivos. El timerosal se metaboliza a etilmercurio, que se elimina rápidamente del cuerpo. Debido a que el metilmercurio ambiental (que es un compuesto diferente que no es eliminado del cuerpo rápidamente) es tóxico para los seres humanos, existía la preocupación de que las cantidades muy pequeñas de timerosal en las vacunas utilizadas pudieran causar problemas neurológicos, en particular, el autismo en los niños. Debido a estas preocupaciones teóricas, aunque ningún estudio ha mostrado evidencia de daño, el timerosal fue retirado de las vacunas infantiles de rutina en los Estados Unidos, Europa y otros países para el año 2001. Sin embargo, en estos países, se siguen utilizando pequeñas cantidades de timerosal en ciertas vacunas antigripales y en varias otras destinadas a adultos. Para obtener información sobre las vacunas que contienen cantidades bajas de timerosal, véase the FDA: Thimerosal and Vaccines. El timerosal también se usa en muchas vacunas en países con bajos recursos; la Organización Mundial de la Salud (OMS) no ha recomendado su eliminación porque no hay pruebas clínicas de toxicidad debido a su uso sistemático.
A pesar de la eliminación del timerosal, las tasas de autismo han seguido aumentando, lo que sugiere fuertemente que el timerosal en las vacunas no causa autismo. Además, 2 estudios separados de la Base de datos de Seguridad de Vacunas (VSD) han llegado a la conclusión de que no existe una asociación entre el timerosal y el autismo. En un estudio de cohorte de 124.170 niños en 3 organizaciones de atención gerenciada (MCO); Verstraeten y cols. no encontraron ninguna asociación entre el timerosal y el autismo u otros trastornos del desarrollo, aunque se observaron asociaciones inconsistentes (es decir, observada en una MCO, pero no la otra) entre el timerosal y ciertos trastornos del lenguaje (1). En un estudio de casos y controles de 1.000 niños (256 con un trastorno del espectro autista y 752 controles apareados sin autismo), Price y cols., utilizando el análisis de regresión, no encontraron ninguna asociación entre la exposición al timerosal y el autismo (2).
Los profesionales de la salud que trabajan con padres que aún están preocupados por el timerosal en la vacuna antigripal pueden utilizar frascos de dosis única, de vacuna inyectable o de la vacuna en aerosol nasal a virus vivos atenuados, ninguna de las cuales contienen timerosal.
Referencias del timerosal y el autismo
1. Verstraeten T, Davis RL, DeStefano F, et al: Safety of thimerosal-containing vaccines: A two-phased study of computerized health maintenance organization databases. Pediatrics 112:1039-1048, 2003. Clarification and additional information. Pediatrics 113(1):184, 2004.
2. Price CS, Thompson WW, Goodson B, et al: Prenatal and infant exposure to thimerosal from vaccines and immunoglobulins and risk of autism. Pediatrics 126(4):656-664, 2010. doi: 10.1542/peds.2010-0309
Uso de múltiples vacunas simultáneas
Una encuesta representativa a nivel nacional realizada a fines de la década de 1990 reveló que casi una cuarta parte de todos los padres sentía que sus hijos reciban más inmunizaciones de lo que deberían. Desde entonces, vacunas adicionales se han añadido al calendario de vacunación de manera que a los 6 años, se recomienda ahora que los niños reciban múltiples dosis de vacunas para el 10 o más infecciones diferentes (véase Child and Adolescent Immunization Schedule by Age). Para reducir al mínimo el número de inyecciones y visitas, los médicos dan muchas vacunas como productos de combinación (p. ej., difteria-tétanos-tos ferina, sarampión-paperas-rubéola). Sin embargo, algunos padres se han preocupado de que el sistema inmunitario de los niños (en particular de los lactantes) no pueda manejar múltiples antígenos presentados simultáneamente. Esta preocupación ha causado que algunos padres soliciten calendarios de vacunación alternativos que retrasan y a veces excluyen por completo ciertas vacunas. Una encuesta de 2011 representativa a nivel nacional encontró que el 13% de los padres utiliza un calendario de este tipo (1).
El uso de calendarios alternativos es arriesgado y científicamente infundado. El calendario oficial está diseñado para proteger a los niños contra las enfermedades cuando son más susceptibles. El retraso de la vacunación aumenta la cantidad de tiempo que los niños están en riesgo de contraer estas enfermedades. Además, aunque los padres pueden planificar sólo retrasar la vacunación, el aumento del número de visitas necesarias para los calendarios alternativos aumenta la dificultad de la adherencia y por lo tanto el riesgo de que los niños no recibirán una serie completa de vacunas. En cuanto a los desafíos inmunológicos, los padres deben ser informados de que la cantidad y el número de antígenos contenidos en las vacunas es minúscula en comparación con la encontrada en la vida cotidiana. Incluso al nacer, el sistema inmunitario de un lactante está preparado para responder a los cientos de antígenos a los que el lactante está expuesto durante el parto y al ser manipulado por la madre (no estéril). Los niños por lo general encuentran y responder inmunológicamente a docenas y tal vez cientos de antígenos durante un día ordinario sin dificultad. Una infección típica con un solo organismo estimula una respuesta inmune a múltiples antígenos de ese organismo (tal vez de 4 a 10 en una infección respiratoria superior típica). Además, dado que las vacunas actuales contienen menos antígenos en general (es decir, porque los antígenos clave han sido mejor identificados y purificados), los niños están expuestos a menos antígenos de vacunas hoy que durante la mayor parte del siglo XX.
En resumen, los calendarios alternativos de vacunación no están basados en la evidencia y ponen a los niños en mayor riesgo de enfermedades infecciosas. Y lo más importante es que no aportan ninguna ventaja. Utilizando datos de la VSD, un estudio comparó los resultados del desarrollo neurológico de un grupo de niños que recibieron todas las vacunas a tiempo con aquellos que no lo hicieron (2). Los niños en el grupo tardío no anduvieron mejor en ninguno de los 42 resultados evaluados. Estos resultados deberían tranquilizar a los padres que se preocupan de que los niños reciban muchas vacunas demasiado pronto.
Referencias del uso de múltiples vacunas simultáneas
1. Dempsey AF, Schaffer S, Singer D, et al: Alternative vaccination schedule preferences among parents of young children. Pediatrics 128(5):848-856, 2011. doi:10.1542/peds.2011-0400
2. Smith MJ, Woods CR: On-time vaccine receipt in the first year does not adversely affect neuropsychologic outcomes. Pediatrics 125(6)1134-1141, 2010. doi: 10.1542/peds.2009-2489
Más información
El siguiente recurso en inglés puede ser útil. Tenga en cuenta que el MANUAL no es responsable por el contenido de este recurso.
U.S. Food and Drug Administration (FDA): Thimerosal and Vaccines