La hepatopatía podría ejercer efectos complejos sobre la depuración, la biotransformación y la farmacocinética de los fármacos. Los factores patogénicos abarcan alteraciones en la absorción intestinal, la unión a las proteínas plasmáticas, el índice de extracción hepática, el flujo sanguíneo hepático, la derivación portosistémica, la excreción biliar, la circulación enterohepática y la depuración renal. En ocasiones, ciertos trastornos aumentan las concentraciones biodisponibles de los fármacos y determinan que dosis normales provoquen efectos tóxicos. No obstante, las concentraciones y los efectos de cada fármacos en particular son impredecibles y no se correlacionan demasiado con el tipo de lesión hepática, su gravedad o los resultados del hepatograma. Por lo tanto, no pueden establecerse reglas generales para modificar la dosificación de los fármacos en los pacientes con hepatopatía.
Los efectos clínicos pueden variar en forma independiente de la biodisponibilidad del fármaco, en especial en pacientes con hepatopatía crónica. Por ejemplo, la sensibilidad cerebral a los opioides y los sedantes suele aumentar en pacientes con hepatopatía crónica. En consecuencia, dosis de estos fármacos en apariencia pequeñas administradas a pacientes cirróticos podrían desencadenar una encefalopatía. El mecanismo que ocasiona este efecto podría comprometer alteraciones en los receptores cerebrales de los fármacos.
Las reacciones adversas a los fármacos no parecen más frecuentes en pacientes con hepatopatía avanzada, aunque estos pacientes podrían tolerar menos los efectos adversos hepáticos de los fármacos.