Las células

PorAlexandra Villa-Forte, MD, MPH, Cleveland Clinic
Revisado/Modificado abr 2022 | Modificado nov 2023
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    Las células son los componentes básicos del cuerpo. Todos los tejidos y órganos están formados por miles de millones de células diferentes. El tamaño de las células humanas varía de unas a otras, pero todas son muy pequeñas. Incluso la mayor de todas, el óvulo fecundado, es tan pequeña que no es perceptible a simple vista.

    Todas las células del cuerpo de una persona son descendientes de dos células, el óvulo de la madre y el espermatozoide del padre. Después de la unión del óvulo y el espermatozoide (fecundación), el óvulo fecundado es una única célula. Esta célula, el cigoto, se divide muchas veces y, a medida que se divide, las células descendientes desarrollan diferentes características y funciones. Estas células diferentes forman finalmente los distintos órganos (véase también Fases del desarrollo del feto).

    Son muchos y muy diversos los tipos de células que constituyen el organismo, y cada uno está dotado de una estructura y una función propias. Algunos tipos de células incluyen

    • Células sanguíneas

    • Células musculares

    • Células cutáneas

    • Células nerviosas

    • Células glandulares

    Algunas células, como las células sanguíneas, se desplazan libremente en la sangre y no están unidas unas a otras. Otras, como las células musculares, están firmemente unidas entre sí.

    Algunas células, como las células de la piel, se dividen y se reproducen con rapidez. Otras, como ciertas células nerviosas, no se dividen ni se reproducen, salvo en circunstancias excepcionales.

    Epitelio: superficies del cuerpo

    Además de las células humanas, el cuerpo humano tiene células extrañas. Las células extrañas son microorganismos, como bacterias y hongos, que viven en la piel y en las vías respiratorias, la boca y los tractos digestivo, reproductor y urinario sin causar ningún daño. Los microorganismos que habitualmente ocupan un sitio corporal particular se denominan flora saprófita o microbioma. Gran parte de la flora saprófita es realmente útil para las personas, por ejemplo, ayudando a digerir los alimentos o al impedir el crecimiento de otras bacterias más peligrosas.

    Los virus no son células. Los virus contienen material genético (ADN o ARN), pero requieren una célula viva para multiplicarse.

    Estructura de las células

    Aunque a menudo se consideran la unidad más pequeña de un organismo vivo, están constituidas por elementos aún más pequeños, cada uno de ellos dotado de una función propia.

    Las células humanas tienen una membrana superficial (denominada membrana celular) que mantiene unidos los contenidos. Sin embargo, esta membrana no es una simple envoltura, es un participante activo en la vida de una célula. La membrana controla qué sustancias químicas y otras sustancias pueden entrar y salir de la célula. La membrana también posee receptores que identifican la célula con otras células. Estos receptores reaccionan también ante sustancias producidas por el organismo y ante fármacos introducidos en el mismo, y permiten que estas sustancias o fármacos entren o salgan de la célula de forma selectiva (véase Receptores celulares). Las reacciones que se producen en los receptores a menudo alteran o controlan las funciones celulares. Un ejemplo de ello es la unión de la insulina a los receptores de la membrana celular para permitir que la glucosa entre en las células y ayudar para mantener los niveles apropiados de azúcar en sangre.

    Dentro de la membrana celular existen dos compartimentos principales:

    • El citoplasma

    • El núcleo

    El citoplasma contiene estructuras que consumen y transforman la energía, y que realizan las funciones de la célula.

    El núcleo contiene el material genético de la célula (genes y cromosomas), que contiene a su vez todas las instrucciones sobre el funcionamiento de la célula y controla la división y la reproducción celulares.

    Las mitocondrias son estructuras minúsculas situadas en el interior del citoplasma de todas las células que proporcionan energía a la célula.

    Interior de la célula

    Si bien existen distintos tipos de células, la mayoría de ellas poseen los mismos componentes. Una célula tiene un núcleo y un citoplasma, y está delimitada por la membrana celular que regula lo que sucede dentro y fuera de ella. El núcleo contiene los cromosomas que constituyen el material genético de la célula, al igual que un nucléolo que produce los ribosomas. Los ribosomas producen proteínas, que el aparato de Golgi compacta de modo que puedan abandonar la célula. El citoplasma está constituido por un material fluido y por los orgánulos celulares, que pueden considerarse los órganos de la célula. El retículo endoplasmático transporta materiales en el interior de la célula. Las mitocondrias generan la energía necesaria para las actividades celulares. Los lisosomas contienen enzimas que pueden descomponer las partículas que entran en la célula. Los centríolos participan en la división de la célula.

    Función de las células

    Algunas células, sobre todo las glandulares, tienen por función principal la producción de sustancias complejas como las hormonas o las enzimas. Las hormonas son mensajeros químicos que controlan y coordinan las actividades a través del organismo. Por ejemplo, la insulina es una hormona producida por ciertas células del páncreas para ayudar a regular las concentraciones de azúcar en sangre. Las enzimas son proteínas complejas que controlan y llevan a cabo casi todos los procesos y reacciones químicas del organismo. Otras células del páncreas producen enzimas digestivas que descomponen los alimentos para que puedan ser absorbidos.

    Algunas células producen otras sustancias útiles, como las células de la mama, que producen leche, las células del revestimiento de los pulmones, que producen moco, y las células de la boca, que producen saliva.

    Existen otras células cuya función primordial no es la producción de sustancias. Por ejemplo, las células musculares se contraen, lo que permite el movimiento. Este es el caso, también, de las neuronas, que generan y conducen impulsos eléctricos, permitiendo de este modo la comunicación del sistema nervioso central (cerebro y médula espinal) con el resto del organismo.

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