Existen muchas afecciones con nombres médicos extraños y difíciles de pronunciar. Luego está el hígado graso, un término inquietante que asusta a muchos pacientes. El hígado graso incluye un amplio espectro de afecciones caracterizadas por una acumulación anormal de ciertas grasas (triglicéridos) dentro de las células hepáticas. De hecho, es una afección grave y puede tener consecuencias significativas para la salud si no se aborda adecuadamente.
Pero con el enfoque correcto, es posible controlar e incluso revertir los efectos del hígado graso. Para ello, hay que empezar por comprender la afección, sus causas, quién está en riesgo y las medidas que las personas pueden tomar para reducir su posible impacto. Aquí presentamos cuatro cosas que los pacientes deben saber sobre el hígado graso.
Los médicos ya no lo llaman hígado graso
Toda la preocupación por el término hígado graso pronto será cosa del pasado. En 2023, la Asociación Estadounidense para el Estudio de las Enfermedades Hepáticas (American Association for the Study of Liver Disease, AASLD) actualizó la nomenclatura sobre la esteatosis hepática y el hígado graso. Los cambios incluyen la modificación del nombre y la recategorización de diferentes formas de esteatosis hepática.
El hígado graso causado por cualquier afección, excepto el consumo de grandes cantidades de alcohol, solía denominarse esteatosis hepática no alcohólica (nonalcoholic fatty liver disease, NAFLD). Sin embargo, términos como “graso” y el enfoque en el alcohol pueden ser estigmatizantes y, en algunos casos, pueden impedir que los pacientes busquen tratamiento. Por lo tanto, la AASLD actualizó el nombre. La categoría general de hígado graso se reclasifica ahora como “esteatosis hepática” (steatotic liver disease, SLD), y el hígado graso asociado al metabolismo (anteriormente conocido como “hígado graso no alcohólico” [nonalcoholic fatty liver, NAFL]) se conoce ahora como “esteatosis hepática asociada a disfunción metabólica” (dysfunction-associated steatotic liver disease, MASLD). Otros cambios incluyen modificar el nombre de inflamación del hígado debido a NAFLD de esteatohepatitis no alcohólica (anteriormente NASH [del inglés nonalcoholic steatohepatitis) a esteatohepatitis asociada a disfunción metabólica (metabolic dysfunction-associated steatohepatitis, MASH).
Aunque algunas personas aún pueden usar “hígado graso” y términos más antiguos para hablar sobre estas afecciones, se recomienda el uso de un lenguaje más preciso y menos estigmatizante.
Hay diferentes causas de hígado graso
El hígado graso, ahora llamado “esteatosis hepática”, tiene muchas causas diferentes. Como sugiere la actualización del nombre, el consumo de grandes cantidades de alcohol es una causa frecuente. Esta afección se denomina “enfermedad hepática asociada al alcohol” (o “relacionada con el alcohol”).
Por otro lado, la MASLD incluye al menos uno de los componentes del síndrome metabólico, como el exceso de peso corporal, niveles altos de grasas en la sangre (triglicéridos y colesterol) y resistencia a la insulina. La epidemia de obesidad en Estados Unidos está impulsando un aumento de la MASLD. Se recomienda realizar pruebas de detección de la afección en algunos pacientes, incluidas las personas con obesidad, síndrome metabólico, diabetes tipo 2, antecedentes significativos de consumo de alcohol y antecedentes familiares de hígado graso.
En algunos casos, una combinación de factores metabólicos y un mayor consumo de alcohol puede contribuir al hígado graso. Hoy en día, esta afección se conoce como “MASLD y aumento de la ingesta de alcohol”, que se denomina comúnmente “MetALD”. Es importante que los pacientes comprendan que incluso el consumo social puede tener un efecto negativo, y no son solo las bebidas alcohólicas de alta graduación las que pueden contribuir al hígado graso. La cerveza y el vino pueden tener los mismos efectos.
El hígado graso suele ser reversible
La buena noticia es que, con el enfoque adecuado y cambios de estilo de vida, los pacientes pueden mejorar o resolver completamente los efectos de los problemas del hígado graso. En primer lugar, hay que mantener un peso adecuado siguiendo una dieta saludable con alto contenido de verduras de hoja verde y bajo contenido de azúcar y alimentos procesados. También es importante hacer ejercicio con regularidad, limitar (o eliminar) el consumo de alcohol y controlar cosas como la presión arterial y el colesterol. Estas medidas también pueden tener una amplia gama de otros beneficios para la salud. Es importante comenzar a abordar las afecciones del hígado graso porque los cambios inflamatorios en la esteatohepatitis asociada a disfunción metabólica (MASH) pueden progresar a cirrosis, que puede no ser reversible.
Conversar con sinceridad con su médico es la mejor forma de empezar
Para las personas a quienes le preocupa el hígado graso, el mejor primer paso que pueden dar es conversar abiertamente con su médico. Sea sincero cuando hable de su estilo de vida y hábitos de consumo de alcohol. Basándose en esa conversación, el médico recomendará cualquier cambio necesario en el estilo de vida y podrá derivarlo a un especialista en hepatología (hígado) o enfermedades gastrointestinales para una evaluación o para que se tomen otras medidas. Es probable que los médicos le digan que evite las limpiezas hepáticas u otras desintoxicaciones o depuraciones, que pueden tener efectos secundarios nocivos.
En última instancia, queda en manos del paciente el poder de tomar medidas proactivas para reducir su riesgo de tener hígado graso o evitar que la afección empeore. Lo mejor que puede hacer es ir preparado para una conversación con su médico sobre la afección y cómo abordarla mejor.
Para obtener más información sobre el hígado graso, visite la página de los Manuales sobre el tema.