Los trastornos autoinmunitarios, como la enfermedad de Graves, son más frecuentes entre las mujeres, especialmente entre las mujeres embarazadas. Los anticuerpos anormales producidos por los trastornos autoinmunitarios pueden atravesar la placenta y causar problemas al feto. El embarazo afecta a distintos trastornos autoinmunitarios de diferentes formas.
Síndrome antifosfolipídico
El síndrome antifosfolipídico, que causa la formación de coágulos de sangre con mayor facilidad o en exceso, puede producir lo siguiente durante el embarazo:
Hipertensión arterial o preeclampsia (un tipo de hipertensión arterial que aparece durante el embarazo)
Un feto que puede que no crezca como cabe esperar (pequeño para la edad gestacional)
Para diagnosticar el síndrome antifosfolipídico los médicos
Preguntan a la mujer si ha sufrido alguna muerte fetal o aborto espontáneo sin causa conocida, si ha tenido nacimientos prematuros o si ha sufrido problemas relacionados con coágulos sanguíneos.
Hacen análisis de sangre para detectar anticuerpos antifosfolípidos en dos ocasiones distintas por lo menos
Basándose en esta información, los médicos pueden diagnosticar el síndrome antifosfolipídico.
Si una mujer sufre el síndrome antifosfolipídico, por lo general se trata con anticoagulantes y con dosis bajas de aspirina (ácido acetilsalicílico) durante el embarazo y durante 6 semanas después del parto. Este tratamiento puede evitar la formación de coágulos de sangre y las consiguientes complicaciones del embarazo.
Púrpura trombocitopénica inmunitaria (trombocitopenia inmunitaria)
En la trombocitopenia inmunitaria, los anticuerpos reducen el número de plaquetas (trombocitos) en el torrente sanguíneo. Las plaquetas son partículas similares a células que intervienen en el proceso de coagulación. Una cantidad muy baja de plaquetas (trombocitopenia) puede causar trastornos hemorrágicos en las mujeres embarazadas y en sus bebés.
Si no se trata durante el embarazo, la trombocitopenia inmunitaria tiende a agravarse.
Los anticuerpos que causan el trastorno pueden atravesar la placenta hasta el feto; sin embargo, raramente alteran su concentración de plaquetas.
Generalmente, el parto puede tener lugar por vía vaginal.
Tratamiento de la trombocitopenia inmunitaria
Corticoesteroides
Algunas veces, inmunoglobulina administrada por vía intravenosa
Los corticoesteroides, habitualmente la prednisona administrada por vía oral, pueden aumentar el número de plaquetas y así mejorar la coagulación de la sangre en las mujeres embarazadas que sufren trombocitopenia inmunitaria. Sin embargo, esta mejora solo es perdurable en la mitad de las mujeres; además, la prednisona aumenta el riesgo de que el feto no crezca lo esperado o de que nazca prematuramente.
Las mujeres con un número de plaquetas peligrosamente bajo pueden necesitar dosis elevadas de gammaglobulina por vía intravenosa poco tiempo antes del parto. La inmunoglobulina (anticuerpos obtenidos a partir de la sangre de personas con un sistema inmunitario normal) aumenta de forma temporal el número de plaquetas y mejora la coagulación sanguínea. Como resultado, el parto se desarrolla de manera segura y las mujeres pueden tener su bebé por vía vaginal sin que se presente una hemorragia incontrolable.
A las embarazadas se les administran transfusiones de plaquetas solo cuando la concentración de plaquetas es tan baja que existe peligro de hemorragia grave o, algunas veces, cuando se requiere una cesárea.
Con muy poca frecuencia, cuando el número de plaquetas permanece peligrosamente bajo pese al tratamiento, los médicos extirpan el bazo, donde normalmente se acumulan las plaquetas y los glóbulos rojos viejos para su destrucción. El mejor momento para esta intervención quirúrgica es durante el segundo trimestre.
Miastenia grave
La miastenia grave causa debilidad muscular. Sus efectos durante el embarazo y entre embarazos varían. Las mujeres embarazadas pueden sufrir más episodios de debilidad. Por tanto, pueden precisar tomar dosis más elevadas de los fármacos (como neostigmina) que se usan para tratar el trastorno. Estos medicamentos pueden tener efectos secundarios como dolor abdominal, diarrea, vómitos y aumento de la debilidad. Si estos medicamentos son ineficaces, las mujeres pueden recibir corticoesteroides o medicamentos que deprimen el sistema inmunitario (inmunodepresores).
Algunos medicamentos que suelen utilizarse durante el embarazo, como el magnesio, pueden empeorar la debilidad causada por ña miastenia grave, por lo que las mujeres que la padecen deben asegurarse de que sus médicos lo saben.
En muy raras ocasiones, las mujeres que padecen este trastorno pueden necesitar ayuda para respirar (ventilación asistida) durante el parto. Aunque se recomienda el parto vaginal, las mujeres pueden requerir asistencia, por ejemplo, con fórceps.
Los anticuerpos que causan este trastorno pueden atravesar la placenta. Alrededor de 1 de cada 5 bebés nacidos de mujeres con miastenia gravis hereda dicho trastorno. Sin embargo, la debilidad muscular que presenta el bebé es, por lo general, temporal, porque los anticuerpos de la madre desaparecen gradualmente y el bebé no produce anticuerpos de este tipo.
Artritis Reumatoide
La artritis reumatoide puede aparecer durante el embarazo o, con más frecuencia, poco después del parto. Si la artritis reumatoide está presente antes del embarazo, puede desaparecer temporalmente durante este.
Este trastorno no afecta directamente al feto. Sin embargo, si la artritis ha dañado las articulaciones de la cadera o la parte inferior de la columna (zona lumbar), el parto puede ser difícil para la mujer y puede ser necesaria una cesárea. Los síntomas de la artritis reumatoide pueden disminuir durante el embarazo, pero reaparecen habitualmente al nivel original después de este.
Si durante el embarazo tiene lugar un brote de la enfermedad, se trata con prednisona (un corticoesteroide). Si la prednisona es ineficaz, se puede emplear un medicamento que deprima el sistema inmunitario (inmunodepresor).
Un brote después del embarazo puede dificultar que las mujeres con artritis reumatoide se cuiden a sí mismas y a su bebé.
Lupus Eritematoso Sistémico (Lupus)
El lupus puede aparecer por primera vez, empeorar o mejorar durante el embarazo. No se puede predecir de qué forma el embarazo afectará el curso del lupus, pero el momento más probable para que aparezcan los síntomas será inmediatamente después del parto.
Las mujeres que desarrollan lupus suelen tener antecedentes de abortos espontáneos repetidos, fetos que no han crecido según lo esperado (pequeño para su edad gestacional) y partos prematuros. Si la mujer tiene complicaciones debido al lupus (como, por ejemplo, una lesión renal o hipertensión arterial), el riesgo de muerte para el feto, el recién nacido o para la mujer es mayor.
Los problemas relacionados con el lupus se pueden minimizar si se tiene en cuenta lo siguiente:
Retrasar el momento de quedar embarazadas hasta que el trastorno permanezca inactivo durante 6 meses.
Los medicamentos se han ajustado para controlar el lupus lo mejor posible.
La presión arterial y la función renal son normales.
En las embarazadas, los anticuerpos del lupus pueden atravesar la placenta y llegar hasta el feto. Como resultado, el feto puede tener una frecuencia cardíaca muy lenta, anemia, una disminución del número de plaquetas o de glóbulos blancos (leucocitos). Sin embargo, estos anticuerpos desaparecen de forma gradual varias semanas después del nacimiento y se resuelven los problemas que han causado, con excepción de la frecuencia cardíaca lenta.
Si las mujeres con lupus tomaban hidroxicloroquina antes de quedar embarazadas, pueden seguir tomándola durante todo el embarazo. Si se producen brotes las mujeres pueden necesitar tomar una dosis baja de prednisona (un corticoesteroide) por vía oral, otro corticoesteroide, como la metilprednisolona IV o un medicamento que inhibe el sistema inmunitario (inmunosupresores) como la azatioprina.