Introducción a la función y disfunción sexual en la mujer

(Salud sexual en las mujeres)

PorAllison Conn, MD, Baylor College of Medicine, Texas Children's Pavilion for Women;
Kelly R. Hodges, MD, Baylor College of Medicine, Texas Children's Pavilion for Women
Revisado/Modificado jul 2023
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La disfunción sexual en las mujeres consiste en dolor durante el coito, contracciones dolorosas involuntarias (espasmos) de los músculos que rodean la vagina (vaginismo), falta de interés en el sexo (libido baja) y problemas relacionados con la excitación o el orgasmo. Para que se diagnostique un trastorno de disfunción sexual, estos problemas deben causar angustia a la mujer.

  • Los problemas sexuales en las mujeres pueden tener causas físicas, causas psicológicas o, a menudo, una combinación de ambas, en la que un tipo de causa afecta al otro.

  • Para diagnosticar problemas sexuales, los médicos a menudo hablan con la mujer y, a veces, con su pareja; con frecuencia se requiere una exploración pélvica cuando la mujer tiene dolor o problemas relacionados con el orgasmo.

  • El tratamiento de los problemas sexuales en las mujeres varía según la causa, pero puede incluir educación sobre la funcionalidad sexual, medicamentos, fisioterapia pélvica o psicoterapia o terapia sexual.

Las mujeres suelen tener preocupaciones sobre la funcionalidad sexual. Si los problemas son tan serios que causan angustia, se puede hablar de disfunción sexual. En Estados Unidos, cerca del 12% de las mujeres presentan disfunción sexual.

La disfunción sexual se puede describir y diagnosticar en términos de problemas específicos, como los siguientes:

En la disfunción sexual inducida por sustancias o medicamentos, la disfunción sexual está relacionada con el inicio del consumo, el cambio de dosis o la interrupción del consumo de una sustancia (incluyendo drogas ilícitas) o medicamento.

En la categoría de otra disfunción sexual se encuentra la disfunción sexual que no se puede adscribir a las demás categorías. Incluye la disfunción sexual que no tiene una causa identificable o que no cumple con exactitud los criterios para un trastorno de disfunción sexual específico.

El trastorno persistente de la excitación genital es un trastorno poco frecuente que puede afectar tanto a hombres como a mujeres, pero no se dispone de criterios específicos para el diagnóstico. Las mujeres con trastorno de excitación genital persistente experimentan una excitación física excesiva (indicada por un aumento del flujo sanguíneo a los órganos genitales y una mayor secreción vaginal), pero no existe deseo sexual. No se identifica ninguna causa para la excitación, y esta no suele resolverse después del orgasmo.

A menudo, las mujeres con disfunción sexual presentan características de más de un problema específico. Por ejemplo, las mujeres que sufren dolor durante las relaciones sexuales o tienen dificultad para excitarse suelen disfrutar menos del sexo y pueden tener dificultades para alcanzar el orgasmo.

La respuesta sexual de una mujer está fuertemente influenciada por su salud mental y por la calidad de su relación de pareja. El deseo inicial suele disminuir con la edad, pero aumenta con una nueva pareja a cualquier edad.

Función sexual normal

La función sexual normal involucra a la mente (pensamientos y emociones) y al cuerpo (incluidos los sistemas nervioso, circulatorio y hormonal). La respuesta sexual incluye

  • Deseo, también llamado interés o libido

  • Excitación

  • Orgasmo

  • Resolución

Deseo (libido)

El deseo es la inclinación a participar o a continuar con la actividad sexual. El interés o el deseo sexual puede desencadenarse por pensamientos, palabras, visiones, olores o por el tacto. El deseo puede ser evidente desde el principio o puede desarrollarse una vez comienzan la actividad y la estimulación sexual.

En las mujeres, el deseo sexual y la excitación a menudo están estrechamente relacionados. La estimulación sexual puede desencadenar excitación y placer y respuestas físicas (como un aumento del flujo sanguíneo a la zona genital). El deseo de satisfacción sexual se desarrolla a medida que la actividad sexual y la intimidad continúan.

Excitación

La excitación, que tiene un componente subjetivo (la emoción sexual que se siente y en la que se piensa) y un componente físico (el aumento del flujo sanguíneo en la zona genital). El flujo sanguíneo puede aumentar sin ser consciente de ello y sin despertar sus sensaciones. En las mujeres, el incremento del flujo sanguíneo hace que el clítoris y las paredes vaginales se hinchen (en un proceso llamado congestión). El aumento del flujo sanguíneo también hace que aumenten las secreciones vaginales (que proporcionan lubricación).

Esta respuesta reflexiva que causa congestión y lubricación se produce en cuestión de segundos después de un estímulo sexual. El hecho de que el cerebro detecte algo sexual, no necesariamente como una excitación erótica o subjetiva, desencadena esta respuesta. Durante esta respuesta, las mujeres más jóvenes suelen referir hormigueo y palpitaciones genitales. A medida que las mujeres envejecen, el flujo sanguíneo genital procedente de los estímulos sexuales disminuye, pero la lubricación en respuesta a los estímulos sexuales puede no disminuir.

Orgasmo

El orgasmo es el punto máximo o clímax de la excitación sexual. Justo antes del orgasmo, aumenta la tensión muscular de todo el cuerpo. Cuando el orgasmo comienza, los músculos que rodean la vagina se contraen rítmicamente. Las mujeres pueden tener varios orgasmos. Las hormonas liberadas durante el orgasmo pueden contribuir a la sensación de bienestar, relajación o fatiga que sigue (resolución).

Resolución

La resolución, que es una sensación de bienestar y de relajación muscular. La resolución normalmente sucede al orgasmo. Ahora bien, la resolución puede sobrevenir lentamente después de una actividad sexual excitante sin orgasmo. Algunas mujeres pueden responder a una estimulación adicional casi inmediatamente después de la resolución.

Causas

Muchos factores causan o contribuyen a los diversos tipos de disfunción sexual. Tradicionalmente, las causas se dividen en físicas o psicológicas. Sin embargo, los dos tipos de causas no pueden separarse. Los factores psicológicos pueden causar cambios físicos en el cerebro, los nervios, las hormonas y, finalmente, los órganos genitales. Los cambios físicos pueden tener efectos psicológicos que, a su vez, pueden producir más efectos físicos. Algunos factores están más relacionados con el entorno que con la mujer. Además, la causa de la disfunción sexual a menudo es incierta.

Factores psicológicos

La depresión y la ansiedad contribuyen con frecuencia a la disfunción sexual. A veces, cuando la depresión se trata eficazmente, la disfunción sexual también mejora. Sin embargo, algunos tipos de antidepresivos (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina) también pueden causar disfunción sexual.

Diversos temores (el abandono, el rechazo o la pérdida de control) y la baja autoestima pueden contribuir a la disfunción sexual.

Las experiencias anteriores pueden afectar al desarrollo psicológico y sexual, y causar problemas como los siguientes:

  • Las experiencias sexuales negativas o de otro tipo, incluyendo los traumas sexuales, pueden conducir a una baja autoestima, vergüenza o culpa.

  • El abuso emocional, físico o sexual durante la infancia o la adolescencia puede enseñar a los niños a controlar y ocultar sus emociones (un mecanismo de defensa que resulta útil). Sin embargo, las mujeres que controlan y ocultan sus emociones pueden tener dificultad para expresar sus sensaciones sexuales.

  • Si se pierde a uno de los progenitores u otro ser querido durante la infancia, puede tenerse dificultad para empezar a intimar con una pareja sexual, porque se teme sufrir una pérdida similar, a veces sin ser conscientes de ello.

Diversas preocupaciones sexuales pueden afectar la función sexual. Por ejemplo, puede haber preocupaciones sobre las consecuencias indeseadas del sexo (como el embarazo o una infección de transmisión sexual), o sobre el propio rendimiento sexual o el de la pareja.

Los factores relacionados con la situación actual de la mujer (llamados factores de contexto) que pueden afectar la funcionalidad sexual son

  • Autoimagen: por ejemplo, las mujeres pueden tener una baja autoimagen sexual si tienen una imagen corporal negativa, incontinencia urinaria, están teniendo problemas de fertilidad o se han sometido a cirugía para extirpar una mama, el útero u otra parte del cuerpo asociada al sexo.

  • La relación: se puede desconfiar o tener sentimientos negativos respecto a la pareja. También puede haber menos atracción hacia la pareja que al principio de la relación.

  • Entorno: el lugar puede no ser lo suficientemente erótico, privado o seguro para una expresión sexual.

  • Cultura: se puede pertenecer a una cultura que limite la actividad o la expresión sexual. Las culturas a veces hacen que las mujeres se sientan avergonzadas o culpables en relación a su sexualidad. La mujer y su pareja pueden provenir de culturas que tengan diferentes puntos de vista respecto a ciertas prácticas sexuales.

  • Preocupaciones o estrés emocional: la familia, el trabajo, la economía doméstica u otros factores pueden preocupar y, por tanto, alterar la excitación sexual.

¿Sabías que...?

  • Tomar un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (un tipo de antidepresivo) puede interferir con la función sexual, pero también puede hacerlo personas depresivas que no siguen tratamiento.

Factores físicos

Diversas afecciones físicas, hormonas, medicamentos y drogas ilícitas pueden conducir a la disfunción sexual o contribuir a la misma. Los cambios hormonales, que pueden ocurrir con el envejecimiento o como resultado de una enfermedad, también pueden interferir.

Después de la menopausia, las alteraciones en la vagina y las vías urinarias (lo que se denomina síndrome genitourinario de la menopausia) pueden afectar la funcionalidad sexual. Por ejemplo, los tejidos de la vagina se vuelven más delgados, secos y rígidos después de la menopausia, porque disminuyen los niveles de estrógenos. Esta afección, llamada atrofia vulvovaginal (o vaginitis atrófica), puede hacer que el coito resulte doloroso. Los síntomas urinarios que pueden ocurrir en la menopausia incluyen una necesidad imperiosa de orinar (urgencia urinaria) y frecuentes infecciones de las vías urinarias.

Síntomas similares también pueden ser consecuencia de la extirpación de ambos ovarios y de los cambios hormonales que se producen después del parto (posparto).

Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, un tipo de antidepresivo, suelen producir problemas con la función sexual. Estos fármacos pueden contribuir a varios tipos de disfunción sexual.

El alcohol también puede causar problemas en la función sexual.

Tabla
Tabla

Diagnóstico

  • Entrevista con la mujer y, a veces, con su pareja

  • Exploración pélvica

Por lo general, se diagnostica un trastorno de disfunción sexual cuando los síntomas han estado presentes durante al menos 6 meses y causan un malestar significativo. Algunas mujeres pueden no sentirse angustiadas o molestas por la disminución o la ausencia de deseo sexual, interés, excitación u orgasmo. En tales casos, no se diagnostica un trastorno.

La disfunción sexual femenina puede caracterizarse por al menos uno de los factores siguientes:

  • Dolor durante las actividades sexuales

  • Pérdida del deseo sexual

  • Alteración de la excitación

  • Incapacidad de alcanzar un orgasmo

El diagnóstico de los trastornos de disfunción sexual incluye un interrogatorio detallado de la mujer y, a veces, de su pareja. En primer lugar, los médicos solicitan a la mujer que describa el problema con sus propias palabras. A continuación, los médicos preguntan acerca de los aspectos siguientes:

  • Síntomas

  • Otros trastornos

  • Procedimientos ginecológicos y obstétricos realizados

  • Lesiones en el área pélvica

  • Trauma sexual

  • Consumo de drogas ilícitas

  • Relación con su pareja

  • Problemas de funcionalidad sexual en su pareja

  • Estado de ánimo

  • Autoestima

  • Relaciones infantiles

  • Experiencias sexuales pasadas

  • Rasgos de personalidad (como la capacidad de confiar, la tendencia a la ansiedad y la necesidad de sentir que se tiene el control)

Los médicos practican una exploración pélvica para buscar anomalías en los órganos genitales externos e internos, como la vulva, la vagina y el cuello uterino. Los médicos a menudo pueden identificar de dónde viene el dolor. A algunas mujeres con dolor sexual o con antecedentes de traumas sexuales les resulta difícil someterse a una exploración pélvica. Esto se puede comentar con el médico antes de la exploración. Algunas de las estrategias para hacer más tolerable un examen pélvico son las siguientes:

  • La mujer y su médico pueden comentar la exploración antes de que comience y acordar cómo comunicarse durante la exploración.

  • La mujer puede sostener un espejo para poder visualizar lo que ve el médico durante la exploración, permitiendo así que el médico le muestre cualquier problema detectado.

  • La mujer puede colocar su mano sobre la del médico para tener una mayor sensación de control durante la exploración.

Sin embargo, si los médicos sospechan una infección de transmisión sexual u otra infección (como una infección por levaduras o bien vaginosis bacteriana), pueden introducir un espéculo (instrumento) en la vagina para poder visualizar la vagina y el cuello uterino (como se hace durante una prueba de Papanicolaou), y tomar una muestra de líquidos de la vagina o el cuello uterino y enviarla a un laboratorio para ser analizada.

Tratamiento

  • Tratamiento de las causas del dolor sexual

  • Fármacos, incluida la terapia hormonal

  • Fisioterapia pélvica

  • A veces, psicoterapia personal o de pareja o terapia sexual

Ciertos tratamientos dependen de la causa de la disfunción sexual. Pero algunas medidas generales son beneficiosas sea cual sea la causa:

  • Para ambos miembros de la pareja, aprender sobre la anatomía de la mujer y las formas de aumentar la libido o despertarla

  • Mejorar la comunicación entre la mujer y su pareja, incluidas las cuestiones sobre el sexo.

  • Fomentar la confianza, el respeto y la intimidad emocional entre los miembros de la pareja: estas cualidades deben cultivarse con o sin ayuda profesional. Las parejas pueden precisar ayuda para aprender a resolver los conflictos que interfieran en su relación.

  • Disponer de tiempo con la pareja que no implique actividad sexual: las parejas que se comunican entre sí con regularidad tienen más probabilidades de desear y disfrutar de la actividad sexual juntos.

  • Dejar tiempo y espacio para la actividad sexual: las mujeres pueden estar preocupadas o distraídas por otras actividades (relacionadas con el trabajo, las tareas domésticas o los niños). Conviene asegurarse de que el lugar permite la intimidad adecuada si se tiene miedo de ser descubierta o interrumpida. También resulta beneficioso disponer de suficiente tiempo y de un ambiente que fomente las sensaciones sexuales.

  • Practicar formas variadas de actividad sexual: por ejemplo, acariciar y besar las partes sensibles del cuerpo y tocarse mutuamente los genitales lo suficiente antes de iniciar el coito puede aumentar la intimidad y disminuir la ansiedad.

  • Tomar medidas para prevenir consecuencias indeseadas: de especial utilidad cuando el temor a un embarazo o a las infecciones de transmisión sexual inhibe el deseo.

  • Practicar la conciencia plena: consiste en aprender a concentrarse en lo que está sucediendo en cada momento, sin juzgar o controlar lo que está pasando. Esta conciencia plena ayuda a liberarse de las distracciones y permite prestar atención a las sensaciones durante las relaciones sexuales, viviendo el momento. En Internet pueden encontrarse recursos para aprender a practicar la conciencia plena.

Para ayudar a cambiar el pensamiento y el comportamiento, a veces es suficiente simplemente con concienciarse de lo que se necesita para tener una respuesta sexual saludable. No obstante, a menudo se precisa más de un tratamiento porque muchas mujeres tienen más de un tipo de disfunción sexual. A veces es necesario un equipo multidisciplinario, compuesto por médicos de atención primaria, ginecólogos, especialistas en dolor, psicoterapeutas, terapeutas sexuales y/o fisioterapeutas.

Medicamentos

La terapia con estrógenos puede indicarse para tratar la disfunción sexual en mujeres con síndrome genitourinario de la menopausia. Cuando las mujeres solo presentan síntomas vaginales y urinarios, los médicos suelen prescribir formas de estrógenos que se introducen en la vagina en forma de crema (con un aplicador de plástico), en forma de comprimido o en un anillo. La crema de estrógenos también se puede aplicar externamente sobre la vulva. Estos tratamientos pueden tratar eficazmente los síntomas que afectan la vagina (como la sequedad y el adelgazamiento de la vagina, la necesidad urgente de orinar y las infecciones frecuentes de las vías urinarias), pero no ayudan con el estado de ánimo, los sofocos o los problemas para dormir.

La prasterona (una forma sintética de dehidroepiandrosterona [DHEA]) introducida en forma de supositorio en la vagina, también puede aliviar la sequedad vaginal y hacer que el sexo sea menos doloroso para las mujeres posmenopáusicas.

El ospemifeno (un modulador selectivo del receptor de estrógenos) puede utilizarse para tratar el síndrome genitourinario de la menopausia en mujeres que no pueden seguir una terapia hormonal vaginal.

Debido a la posibilidad de que los inhibidores selectivos de recaptación de serotonina (ISRS, un tipo de antidepresivo) contribuyan a varios tipos de disfunción sexual, puede ser conveniente sustituirlos por otro antidepresivo que perjudique menos la respuesta sexual (por ejemplo, bupropión, moclobemida, mirtazapina y duloxetina). Además, tomar bupropión con un ISRS puede ser mejor para la respuesta sexual que tomar solo el ISRS. Algunos indicios sugieren que si se ha dejado de tener orgasmos al empezar a tomar un ISRS, el sildenafilo (empleado para el tratamiento de la disfunción eréctil) puede ayudar a experimentar orgasmos de nuevo. Sin embargo, el sildenafil no suele recomendarse porque no se dispone de pruebas contrastadas de su efectividad en las mujeres.

Las mujeres posmenopáusicas que están tomando una dosis completa de estrógenos y un progestágeno y que presentan un trastorno del interés de la excitación sexual pueden beneficiarse de la adición de testosterona (administrada en forma de píldora o crema aplicada sobre la piel). Sin embargo, el uso de testosterona para este propósito se considera experimental, y las mujeres deben discutir los riesgos y beneficios con su médico. En el caso de mujeres que toman testosterona, los médicos deben comprobar regularmente los efectos secundarios como el acné, el crecimiento excesivo de vello (hirsutismo) y el desarrollo de características masculinas (virilización).

Terapias psicológicas

Las terapias psicológicas pueden ayudar a las mujeres con problemas sexuales. Por ejemplo, la terapia cognitivo-conductual puede ayudar a reconocer una percepción negativa de la propia imagen resultado de una enfermedad o de la infertilidad. La terapia cognitiva basada en la conciencia plena combina la terapia cognitivo-conductual con la práctica de la conciencia plena. Al igual que en la terapia cognitivo-conductual, se anima a identificar los pensamientos negativos y simplemente observarlos y reconocer que no son más que pensamientos y que pueden no reflejar la realidad. Este enfoque puede hacer que tales pensamientos no distraigan y perjudiquen. La terapia cognitiva basada en la conciencia plena puede utilizarse para tratar el trastorno del interés/de la excitación sexual y el dolor que se produce cuando se presiona la abertura de la vagina (llamada vestibulodinia provocada, un tipo de trastorno por dolor genitopélvico/penetración).

Puede ser necesaria una psicoterapia más profunda si los problemas de la infancia (como un traumatismo sexual) interfieren con la función sexual.

La terapia de pareja puede ser útil para mejorar la comunicación o para resolver problemas de relación. La terapia sexual ayuda a menudo a la mujer y a su pareja a lidiar con problemas que afectan a su vida sexual, como problemas sexuales específicos y su relación mutua.

Otros tratamientos

Varios tipos de fisioterapia pueden ser útiles en mujeres con trastorno por dolor genitopélvico/penetración.

Los fisioterapeutas pueden utilizar varias técnicas para estirar y relajar los músculos pélvicos tensos:

  • Movilización de partes blandas y liberación miofascial: uso de diversos movimientos (como empuje rítmico o masaje) para aplicar presión sobre los músculos afectados o los tejidos que los cubren (miofascias)

  • Presión en el punto de activación: aplicación de presión a áreas muy sensibles de los músculos afectados, que pueden ser el lugar donde comienza el dolor (puntos de activación)

  • Estimulación eléctrica: aplicación de corriente eléctrica suave a través de un dispositivo situado en la abertura de la vagina

  • Entrenamiento de la vejiga y reeducación intestinal: seguir un régimen estricto de micción y recomendar ejercicios para fortalecer los músculos que rodean la uretra y el ano, a veces con biorretroalimentación

  • Ecografía terapéutica: aplicación de energía (producida por ondas de sonido de alta frecuencia) a los músculos afectados (aumentando el flujo sanguíneo a la zona, mejorando la curación y relajando los músculos tensos)

Si los músculos pélvicos tensos hacen que la actividad sexual sea dolorosa, las mujeres se pueden introducir dispositivos de dilatación automática, disponibles con y sin receta médica, para estirar la vagina y reducir su sensibilidad al dolor. La actividad sexual puede ser más cómoda.

Los lubricantes y humectantes vaginales pueden reducir la sequedad vaginal, que causa dolor durante el coito. Estos tratamientos incluyen aceites a base de alimentos (como el aceite de coco), lubricantes a base de silicona y productos a base de agua. Los lubricantes a base de agua se secan rápidamente y pueden tener que aplicarse de nuevo, pero se prefieren a la vaselina y otros lubricantes a base de aceites. Los aceites con base alimentaria pueden dañar los dispositivos anticonceptivos de látex, como los preservativos y los diafragmas. No deben usarse con condones. Los lubricantes a base de silicona se pueden utilizar con preservativos y diafragmas, al igual que los lubricantes a base de agua. La mujer puede preguntar a su médico qué tipo de lubricante le convendría.

Dependiendo del tipo de disfunción, se pueden realizar ejercicios de entrenamiento sexual (por ejemplo, instrucción en la masturbación) y ejercicios para facilitar la comunicación con la pareja sobre las necesidades y preferencias sexuales.

Los dispositivos como los vibradores o los dispositivos de succión del clítoris pueden ser utilizados por mujeres con trastorno de interés sexual/excitación o trastorno orgásmico, pero existen pocas pruebas que apoyen su efectividad. Muchos de estos fármacos se pueden adquirir sin receta médica.

Edad y salud: disfunción sexual en mujeres mayores

Una de las razones principales de las mujeres mayores para abandonar el sexo es la falta de una pareja sexualmente activa. No obstante, los cambios relacionados con la edad, en especial los debidos a la menopausia, pueden hacer que una mujer sea más propensa a experimentar una disfunción sexual. También ciertos trastornos, que son más frecuentes a medida que se envejece, pueden interferir con la función sexual, como la diabetes, la ateroesclerosis, las infecciones del tracto urinario y la artritis. Sin embargo, estos cambios no deben acabar con la actividad sexual y el placer, igual que los cambios relacionados con la edad no son la causa de todas las disfunciones sexuales en las mujeres mayores.

En estas mujeres, igual que en las más jóvenes, el problema más frecuente es la falta de interés en el sexo.

Después de la menopausia se produce menos estrógeno.

  • Los tejidos que rodean la abertura vaginal (labios) y las paredes de la vagina se vuelven menos elásticos y más delgados (lo que se denomina atrofia vulvovaginal). Los tejidos también pueden inflamarse e irritarse porque la producción de estrógenos disminuye (lo que se denomina vaginitis atrófica). Ambos cambios pueden causar dolor durante la actividad sexual que comporta penetración.

  • Se reducen las secreciones vaginales, lo que proporciona menos lubricación durante las relaciones sexuales.

  • La acidez de la vagina disminuye, lo que hace más probable que los genitales se irriten y se infecten.

  • La falta de estrógenos relacionada con la edad puede contribuir a la debilidad de los músculos y de otros tejidos de soporte en la pelvis, lo que permite en ocasiones que los órganos pélvicos (vejiga, intestino, útero o recto) protruyan en la vagina (prolapso de órganos pélvicos). Como resultado, pueden producirse pérdidas involuntarias de orina, un hecho bastante vergonzoso.

  • Con el envejecimiento se reduce el riego sanguíneo de la vagina, lo que provoca que sea más corta, más estrecha y más seca. Los trastornos de los vasos sanguíneos (como la ateroesclerosis) reducen aún más el riego sanguíneo.

Cada vez se produce una cantidad menor de testosterona, desde los 30 años y hasta los 70 años de edad, cuando la producción de testosterona cesa por completo. Se desconoce si esta disminución provoca una disminución del interés sexual.

Otros problemas pueden interferir con la función sexual. Por ejemplo, las mujeres mayores pueden estar angustiadas por los cambios en sus cuerpos provocados por enfermedades, cirugías o el propio envejecimiento. Pueden tener visiones culturales de que el deseo sexual y la fantasía son inadecuados o vergonzosos a una edad avanzada. Pueden preocuparse por el estado de salud general o por la función sexual de su pareja.

Muchas mujeres mayores están interesadas por el sexo. Las mujeres mayores no deben asumir que la disfunción sexual es normal en la edad avanzada. Si la disfunción sexual preocupa, debe hablarse de ello con el médico. En muchos casos puede ser de ayuda tratar un trastorno (incluida la depresión), suprimir o sustituir un medicamento, informarse más acerca de la función sexual o hablar con un profesional de la salud o un asesor médico.

La sequedad vaginal o las relaciones sexuales dolorosas debido a la menopausia se pueden tratar con terapia hormonal vaginal, que consiste en dosis bajas de estrógenos (en forma de crema, tableta o anillo) o dehidroepiandrosterona (DHEA, como supositorio). Los estrógenos pueden tomarse por vía oral o bien aplicarse sobre la piel en forma de parche o gel, pero estas formas de estrógeno afectan a todo el cuerpo y por lo general solo se utilizan si la mujer también presenta otros síntomas de menopausia (como sofocos) y no suelen administrarse a mujeres mayores de 60 años. El estrógeno tiene riesgos potenciales (incluyendo coágulos de sangre y un riesgo ligeramente mayor de cáncer de mama), así como beneficios, por lo que las mujeres deben hablar con su médico acerca de sus riesgos y beneficios antes de comenzar a tomarlo.

En ocasiones se prescribe la toma oral de testosterona junto con la terapia con estrógenos si todas las demás medidas no son eficaces, si bien no se recomienda prescribir esta combinación. Todavía se considera experimental y se desconoce su seguridad a largo plazo.

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