El parto vaginal es el paso del feto y la placenta (alumbramiento) desde el útero a través del canal del parto y la abertura vaginal.
(Véase también Introducción al parto.)
Cuando el parto tiene lugar en un hospital, la mujer puede dar a luz en la misma habitación donde ha estado dilatando o puede ser trasladada desde una sala de dilatación a una sala de partos. Por lo general, se anima a que la pareja de la futura madre o una persona cercana a la futura madre la acompañe.
Cuando una mujer está lista para alumbrar, es posible que se la coloque en una posición semierguida, entre recostada y sentada. Su espalda puede descansar sobre almohadas o un respaldo. La posición semierguida utiliza la gravedad: la presión hacia abajo que ejerce el feto ayuda a la vagina y a la zona circundante a que se distiendan gradualmente, disminuyendo así el riesgo de desgarro. Esta posición también alivia la tensión sobre la espalda y la pelvis. Algunas mujeres prefieren dar a luz acostadas. Sin embargo, en esta posición, el parto puede demorarse más.
Nacimiento del bebé
A medida que avanza el parto, el médico o la matrona examinan la vagina para determinar la posición de la cabeza del feto. Cuando el cuello uterino está completamente dilatado y adelgazado y borrado, se le pide a la madre que haga fuerza hacia abajo y empuje con cada contracción para ayudar a desplazar la cabeza del feto por la pelvis y así dilatar la abertura de la vagina a fin de que aparezca una porción cada vez mayor de la cabeza. La comadrona puede masajear el área alrededor de la abertura de la vagina (llamada perineo) y aplicar compresas tibias. Estas técnicas pueden contribuir a que los tejidos que rodean la abertura vaginal se estiren lentamente y ayudan a prevenir los desgarros, si bien pueden aumentar el riesgo de infección.
Cuando aparecen cerca de 3 a 4 cm de la cabeza, el médico o la matrona coloca una mano sobre la cabeza del feto mientras se está produciendo una contracción para, de este modo, controlar un poco su progresión. Cuando la cabeza corona, es decir, cuando la parte más ancha de la cabeza pasa por la abertura vaginal, la cabeza y la mandíbula se deslizan fuera de la abertura vaginal para evitar que los tejidos de la madre se desgarren.
El parto con ventosa puede usarse para ayudar a sacar la cabeza cuando el feto está sufriendo o la mujer tiene dificultades para empujar.
Por las mismas razones, a veces se usa el fórceps, pero se recurre a él con menos frecuencia que a las ventosas.
La episiotomía es una incisión que ensancha la abertura de la vagina para facilitar la salida del bebé. Se utiliza la episiotomía solo cuando los tejidos alrededor de la abertura de la vagina no se estiran lo suficiente e impiden que salga el bebé. Para llevarlo a cabo, el médico inyecta un anestésico local para entumecer la zona y hacer una incisión entre los orificios de la vagina y del ano (perineo).
Después de que la cabeza del bebé haya emergido, el médico o la comadrona sujetan el cuerpo del bebé y le ayudan a girar lateralmente para que los hombros puedan emerger fácilmente de uno en uno. A continuación, el resto del cuerpo suele salir con rapidez.
Enseguida se aspiran la mucosidad y el líquido de la nariz, la boca y la garganta del recién nacido. El cordón umbilical se pinza y se corta. Este procedimiento es indoloro. (Se deja una pinza en el muñón del cordón cerca del ombligo del bebé, hasta que el cordón ha sellado, por lo general en las próximas 24 horas.) Luego se seca al recién nacido, se le envuelve en una manta ligera y se le deposita sobre el abdomen de la madre o en una cuna tibia.
La expulsión de la placenta
Una vez ha nacido el bebé, el médico o la matrona palpan suavemente el abdomen de la madre para asegurarse de que el útero se está reduciendo de tamaño (volviendo a su tamaño original). Después del parto, la placenta habitualmente se desprende del útero en un plazo de entre 3 y 10 minutos; un chorro de sangre sigue al desprendimiento. Por lo general, la madre puede empujar la placenta hacia fuera por sí sola. Sin embargo, en muchos hospitales, tan pronto como el bebé es entregado, la mujer recibe oxitocina (por vía intravenosa o intramuscular), y se le masajea el abdomen para favorecer la contracción del útero y la expulsión de la placenta.
Si la mujer no es capaz de expulsar la placenta y, en particular, si la hemorragia es excesiva, el médico o la comadrona ejerce una firme presión sobre el abdomen materno, haciendo que la placenta se desprenda del útero y salga. Si la placenta no se ha expulsado pasados 45 a 60 minutos desde el nacimiento, el médico o la comadrona puede introducir una mano en el útero, separando la placenta del útero y extrayéndola. Para este procedimiento se necesitan analgésicos o anestesia.
Después de extraer la placenta, se examina para verificar que esté completa. Cualquier fragmento que quede en el útero puede causar una infección del útero o evitar que el útero se contraiga. Las contracciones son esenciales para prevenir un sangrado adicional después del parto. Entonces, si la placenta no está completa, el médico o la matrona pueden eliminar los fragmentos que faltan con la mano. A veces estos fragmentos se tienen que extirpar quirúrgicamente.
Después del nacimiento
Se administra por lo general oxitocina a la mujer después del parto. Este fármaco hace que el útero se contraiga y minimiza la pérdida de sangre. El médico también masajea el útero para asegurarse de que esté firme y bien contraído. Por lo general, la lactancia materna del recién nacido también provoca la contracción del útero.
El médico repara cualquier desgarro aparecido en la vagina o en los tejidos circundantes y, si se realizó una episiotomía, la incisión de la episiotomía.
Normalmente si el bebé no necesita más atención médica, se permite que permanezca con la madre. Usualmente, la mujer, el bebé y la pareja de la mujer permanecen juntos en una zona privada durante una hora o más para que pueda iniciarse su vinculación afectiva. Muchas madres desean comenzar a amamantar al bebé poco después de su nacimiento.
Más tarde, el bebé puede ser trasladado al pabellón de neonatos del hospital. En muchos hospitales se permite que la madre pueda tener al bebé junto a ella, una práctica denominada alojamiento conjunto. Cuando el bebé permanece con la madre, se le alimenta, por lo general, cuando lo pide (a demanda), y se enseña a la madre a cuidar de su bebé antes de abandonar el hospital. Si la madre necesita reposo, se puede llevar al bebé al pabellón para recién nacidos.
Como la mayoría de las complicaciones, sobre todo hemorragias, se producen en las 24 horas siguientes al parto, las enfermeras y los médicos observan cuidadosamente a la mujer y al bebé durante este tiempo.