A pesar de los fuertes sistemas de seguridad que cumplen las vacunas existentes en Estados Unidos, algunos padres siguen preocupados por el uso y el calendario de vacunas en niños. Esta preocupación puede llevar a algunos padres a vacilar a la hora de tomar una decisión sobre la vacuna. La vacilación ante la vacunación se produce cuando los padres retrasan o no permiten que sus hijos reciban algunas o todas las vacunas recomendadas a pesar de la disponibilidad de servicios de vacunación. Las enfermedades prevenibles mediante vacunación tienen mayor probabilidad de desarrollarse en niños cuyos padres no han consentido una o más vacunas.
Los niños en Estados Unidos que no reciben las vacunas de rutina pueden enfermarse gravemente y a veces morir a causa de enfermedades prevenibles con vacunas. Por ejemplo, antes de que se hubiera desarrollado una vacuna, Haemophilus influenzae tipo b (Hib) era la principal causa de meningitis bacteriana en niños (que puede causar daño cerebral o sordera) (véase Centers for Disease Control and Prevention (CDC): Epidemiology and Prevention of Vaccine-Preventable Diseases: Chapter 8: Haemophilus influenzae).
Vacunas COVID-19
La pandemia del COVID-19 ha vuelto a poner en primer plano la vacilación ante la vacunación. La primera vacuna contra el COVID-19 recibió la Autorización de Uso de Emergencia (EUA por sus siglas en inglés) por parte de la FDA (Agencia Federal para Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos) en diciembre de 2020. Desde entonces, cientos de millones de estadounidenses han recibido al menos una dosis de la vacuna contra el COVID-19. Sin embargo, muchas personas permanecen sin vacunar. Al igual que sucede con otras enfermedades prevenibles mediante vacunación, las hospitalizaciones y las visitas a urgencias derivadas de la infección por COVID-19 son más comunes entre las personas no vacunadas. Además, los efectos adversos graves asociados a la vacunación contra el COVID-19 son extremadamente poco frecuentes.
La infección por COVID-19 puede afectar a niños y adolescentes y causar problemas de salud graves en todo el cuerpo. Al igual que sucede entre los adultos, la hospitalización es más frecuente en niños y adolescentes no vacunados que en vacunados. Además, los niños y adolescentes pueden desarrollar problemas de larga duración, como el COVID persistente (una afección crónica que se presenta después de la infección por SARS-CoV-2 y que está presente durante al menos 3 meses), incluso si la infección por COVID-19 fue leve o no causó síntomas. Las investigaciones sugieren que las personas que contraen una infección por COVID-19 después de la vacunación son menos propensas a desarrollar COVID persistente, en comparación con las personas que no están vacunadas (véase CDC: Long COVID Basics).
Vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola (MMR): preocupaciones sobre el trastorno del espectro autista
En la década de 1990, los medios de comunicación informaron sobre la preocupación de que la vacuna MMR pudiera causar trastorno del espectro autista. Estas preocupaciones se basaron en un breve informe médico de 1998 que posteriormente se descubrió que era fraudulento y fue retirado por la revista médica que lo publicó. Desde este informe, los médicos han realizado muchos estudios para buscar una conexión entre la vacuna y el trastorno del espectro autista. No se ha encontrado dicha conexión en ninguno de los muchos estudios realizados.
En el más exhaustivo de estos estudios se examinaron 537 303 niños daneses nacidos entre 1991 y 1998. La mayoría (82%) de estos niños habían recibido la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola. Los médicos encontraron que los niños vacunados no tenían mayor probabilidad de desarrollar trastorno del espectro autista que los no vacunados.
El trastorno del espectro autista ocurrió en 608 de 440 655 (0,138%) niños que fueron vacunados y en 130 de 96 648 (0,135%) de los que no fueron vacunados. El porcentaje de niños con trastorno del espectro autista es casi idéntico entre los 2 grupos. Un estudio de seguimiento de todos los niños nacidos en Dinamarca entre 1999 y 2010, con un total de 657 461 niños, concluyó que la vacuna MMR no causa trastorno del espectro autista ni aumenta el riesgo en niños que corren un alto riesgo de trastorno del espectro autista debido a sus antecedentes familiares u otros factores de riesgo.
Otros estudios similares de todo el mundo han llegado a conclusiones semejantes. Además, se ha encontrado que la investigación realizada en el estudio original, ampliamente publicado, que vincula el trastorno del espectro autista y la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola tiene importantes fallos científicos y ha sido desacreditada por las comunidades médicas y científicas.
A pesar de la abrumadora evidencia que corrobora la inocuidad de las vacunas contra el sarampión, las paperas y la rubéola, muchos padres pueden seguir sin estar convencidos. Como resultado, en Estados Unidos se experimentó en 2019 el mayor brote de sarampión desde 1992. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), la mayoría de las personas infectadas no fueron vacunadas (véase CDC: Measles Cases and Outbreaks).
Timerosal: preocupaciones sobre el trastorno del espectro autista
La gente también se ha preocupado por los posibles efectos adversos del timerosal. El timerosal se utilizaba anteriormente como conservante en viales que contienen más de una dosis de una vacuna (viales multidosis). Los conservantes no son necesarios en viales que contienen una sola dosis (viales de dosis única), y no pueden ser utilizados en vacunas de virus vivos (tales como la rubéola y la varicela). El timerosal, que contiene mercurio, es degradado por el cuerpo en etilmercurio, que se elimina rápidamente del organismo. Como el metilmercurio (un compuesto diferente que no se elimina del cuerpo tan rápido) es tóxico para los seres humanos, existía la preocupación de que las cantidades, muy pequeñas, de timerosal utilizadas en las vacunas pudieran causar problemas neurológicos en los niños, en particular el trastorno del espectro autista.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) no ha recomendado la eliminación del timerosal de cualquier vacuna porque no hay pruebas de que el uso sistemático cause algún daño. Sin embargo, debido a preocupaciones teóricas y aunque no hay estudios que hayan evidenciado daño, en el año 2001, el timerosal fue retirado de las vacunas infantiles de rutina en Estados Unidos, Europa y otros países. En estos países, se siguen usando pequeñas cantidades de timerosal en ciertas vacunas contra la gripe, así como en varias vacunas destinadas a adultos. Se recomiendan las vacunas anuales contra la gripe para todos los niños a partir de los 6 meses de edad, y los padres que están preocupados por el timerosal pueden solicitar una vacuna contra la gripe que no contenga timerosal. (Véase también CDC: Thimerosal and Vaccines).
La eliminación del timerosal de las vacunas infantiles de rutina no ha tenido ningún efecto sobre el número de niños que han desarrollado trastorno del espectro autista.
Recibir varias vacunas al mismo tiempo
De acuerdo con el calendario de vacunación recomendado por los CDC, los niños deben recibir antes de los 6 años varias dosis de vacunas que previenen 10 o más infecciones diferentes. Para minimizar el número de inyecciones y visitas, los clínicos administran muchas vacunas en combinación, como la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tosferina (DTaP) y otras.
Sin embargo, algunos padres se preocupan por la posibilidad de que el sistema inmunitario de los niños no pueda manejar tantos antígenos administrados a la vez. Los antígenos son sustancias en las vacunas que se derivan de la bacteria o virus y que provocan que el sistema inmunitario produzca anticuerpos para combatir la enfermedad. A veces los padres preocupados solicitan un calendario de vacunas diferente o retrasar o excluir ciertas vacunas. Sin embargo, el calendario recomendado está diseñado para administrar las diversas vacunas a las edades en las que los niños comienzan a necesitar protección frente a las enfermedades. Por lo tanto, no seguir el calendario pone a los niños en mayor riesgo de infección. Además, debido a que las vacunas actuales contienen menos antígenos en general (porque los antígenos clave se han identificado y purificado mejor), hoy en día los niños están expuestos a menos antígenos de vacunas de lo que lo estuvieron durante la mayor parte del siglo XX.
Además, las vacunas, incluso las vacunas de combinación, contienen muy pocos antígenos en comparación con lo que las personas encuentran en la vida diaria. Comenzando en el nacimiento, los niños se encuentran ante decenas y posiblemente cientos de antígenos durante un solo día corriente. Su sistema inmunitario se encarga de estos antígenos sin dificultad. Incluso con un leve resfriado un niño queda expuesto a un número de antígenos del virus que puede ir de 4 a 10. El sistema inmunitario de un niño no resulta estresado o abrumado por las vacunas de combinación. (Véase también CDC: Multiple Vaccines at Once.)
