Introducción a la anemia

PorGloria F. Gerber, MD, Johns Hopkins School of Medicine, Division of Hematology
Revisado/Modificado abr 2024
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Datos clave

La anemia es una afección en la que el número de glóbulos rojos o la concentración de hemoglobina son bajos.

Los glóbulos rojos contienen hemoglobina, una proteína que les permite transportar oxígeno desde los pulmones hacia todas las partes del organismo. Si el número de glóbulos rojos o el nivel de hemoglobina se reduce, la sangre no puede transportar un suministro adecuado de oxígeno. Una cantidad de oxígeno menor a la requerida en los tejidos causa los síntomas de la anemia.

Causas de anemia

Las causas de anemia son numerosas, pero la mayoría se puede agrupar en tres mecanismos fundamentales que la producen:

  • Pérdida de sangre (hemorragia abundante)

  • Producción insuficiente de glóbulos rojos

  • Destrucción excesiva de glóbulos rojos

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Anemia debida a hemorragia abundante

Anemia puede estar causada por una hemorragia abundante. La pérdida de sangre puede ser repentina, tal como ocurre como consecuencia de una lesión o durante una cirugía. Frecuentemente, la pérdida de sangre es gradual y repetitiva (hemorragia crónica) y, de forma característica, debida a trastornos en el tracto digestivo o el urinario, o debida a menstruaciones abundantes. La hemorragia crónica suele conducir a niveles bajos de hierro, que llevan a un empeoramiento de la anemia (véase Anemia por carencia de hierro). El sangrado del tubo digestivo puede ser lento y gradual (por ejemplo, pólipos o cánceres) o repentino y masivo (por ejemplo, rotura de una arteria en una úlcera o un divertículo o rotura de varices esofágicas).

Anemia debida a una producción insuficiente de glóbulos rojos

La anemia también puede resultar de una producción insuficiente de glóbulos rojos por parte del organismo (véase también Formación de las células sanguíneas). Para la producción de glóbulos rojos, se requieren muchos nutrientes. Los más importantes son el hierro, la vitamina B12 y el ácido fólico, pero el organismo también necesita pequeñas cantidades de cobre, así como un adecuado balance hormonal, sobre todo eritropoyetina (hormona que estimula la producción de glóbulos rojos). La ausencia de estos nutrientes y hormonas hace que la producción de glóbulos rojos (eritrocitos) sea lenta e inadecuada, o que estén deformados y sean incapaces de transportar correctamente el oxígeno.

La inflamación crónica, la infección o el cáncer también pueden inhibir la producción de glóbulos rojos. En otras circunstancias, la médula ósea es invadida y reemplazada (por ejemplo, en caso de leucemia, linfoma o cáncer metastásico), lo que da como resultado una disminución en la producción de glóbulos rojos.

Anemia debida a una destrucción excesiva de glóbulos rojos

También puede producirse anemia como consecuencia de una destrucción desproporcionada de glóbulos rojos. Estos viven normalmente cerca de 120 días. Existen fagocitos en la médula ósea, el bazo y el hígado, que detectan y destruyen los glóbulos rojos que se acercan al final de su ciclo de vida. Si se destruyen prematuramente (hemólisis), la médula ósea intenta compensar esta pérdida produciendo nuevas células con gran rapidez. Cuando el ritmo de destrucción de los glóbulos rojos es mayor que el ritmo de producción, el resultado es una anemia. La anemia hemolítica no ocurre con tanta frecuencia como las anemias causadas por pérdida abundante de sangre y por producción insuficiente de glóbulos rojos. La anemia hemolítica puede ser el resultado de trastornos de los propios glóbulos rojos, pero a menudo la provocan otros trastornos que los destruyen.

Síntomas de la anemia

Los síntomas varían en función de la gravedad de la anemia y de la velocidad con que se desarrolle. Algunas personas con anemia leve, en particular cuando se desarrolla lentamente, no muestran ningún síntoma; otras experimentan síntomas solo mientras efectúan algún ejercicio físico. Una anemia más grave puede causar síntomas aun cuando la persona esté en reposo. Los síntomas son más graves cuando una anemia leve o grave tiene un curso rápido, como, por ejemplo, en el caso de una hemorragia asociada a la ruptura de un vaso sanguíneo.

Una anemia leve provoca a menudo fatiga, debilidad y palidez. Por el contrario, una anemia más grave puede provocar desvanecimiento, vértigo, sed, sudoración, pulso débil y rápido y respiración acelerada. La anemia grave puede provocar calambres dolorosos en la parte inferior de las piernas, en especial durante el ejercicio, con ahogo y dolor torácico, sobre todo cuando está afectada la circulación sanguínea en las piernas, o ciertos tipos de enfermedad pulmonar o cardíaca.

Algunos síntomas también pueden proporcionar claves sobre la causa de la anemia. Por ejemplo, las heces negras alquitranosas, la sangre en la orina o en las heces o la expectoración de sangre sugieren que la causa de la anemia es una hemorragia. La orina oscura o la ictericia (una coloración amarillenta en la piel o la parte blanca de los ojos) sugieren que la destrucción de los glóbulos rojos puede ser la causa de la anemia. Una sensación de ardor o de pequeños pinchazos en las manos o en los pies puede indicar una deficiencia de vitamina B12.

Anemia en ancianos

Muchos de los trastornos que provocan anemia, como el cáncer (incluyendo los cánceres sanguíneos como el síndrome mielodisplásico y el mieloma múltiple), tienden a ser más frecuentes en personas mayores. Porlo tanto, muchos adultos mayores desarrollan anemia. La anemia por enfermedad crónica (causado por inflamación crónica, infección o cáncer) y la anemia por deficiencia de hierro debida a un sangrado anormal son las causas más frecuentes de anemia entre las personas mayores. La anemia no es una consecuencia normal del envejecimiento, y siempre que se detecte anemia debe buscarse su causa.

Los síntomas de la anemia son básicamente los mismos en todas las edades. Incluso cuando la anemia es de carácter leve, tienen más predisposición que los jóvenes a presentar confusión, depresión, agitación o apatía. También pueden presentar inestabilidad o dificultad en la deambulación. Estos problemas pueden interferir con la capacidad de vivir de manera independiente. Sin embargo, algunas personas con anemia leve no tienen ningún síntoma, sobre todo cuando se desarrolla gradualmente, como suele ocurrir.

La anemia causada por la deficiencia de vitamina B12 se puede confundir con la demencia debido a que puede afectar la función mental.

Tener anemia puede acortar la esperanza de vida de las personas mayores. Por ello, la identificación de su causa y su tratamiento son particularmente importantes.

Diagnóstico de la anemia

  • Análisis de sangre

A veces, la anemia se detecta antes de la aparición de los síntomas, en un análisis de sangre.

Los niveles bajos de hemoglobina o de hematócrito (porcentaje de glóbulos rojos presentes en el volumen total de la sangre) encontrados en una muestra sanguínea, confirman la existencia de anemia. Otras pruebas, como el estudio microscópico de una muestra de sangre y, con menor frecuencia, el examen de una muestra de médula ósea, ayudan a determinar la causa de la anemia.

Tratamiento de la anemia

  • Tratamiento para la causa de la anemia

  • Transfusión de sangre si es necesario

El tratamiento de la anemia depende de la identificación de la causa.

En las personas con sangrado excesivo, lo más urgente es detener la hemorragia. Por ejemplo, si una herida tiene un sangrado significativo, la presión puede detener el sangrado pero puede ser necesaria la cirugía. El sangrado en el tubo digestivo, como el procedente de una úlcera, a menudo se puede detener mediante endoscopia u otras medidas. La hemorragia uterina crónica puede requerir, por ejemplo, anticonceptivos orales o extirpación de fibromas uterinos.

La producción insuficiente de células sanguíneas está causada a menudo por una cantidad insuficiente de una vitamina o un nutriente necesarios para producir sangre, como el hierro o la vitamina B12.

Las personas cuyos glóbulos rojos se destruyen prematuramente (hemólisis) pueden requerir tratamiento con fármacos que deprimen el sistema inmunitario.

En última instancia, si la anemia es grave o causa síntomas, pueden ser necesarias transfusiones de sangre, que pueden salvar la vida.

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