El sistema musculoesquelético comprende los huesos, los músculos, las articulaciones, los ligamentos, los tendones y las bolsas sinoviales (véase Introducción a la Biología del sistema musculoesquelético). Cualquiera de estas partes puede lesionarse o quedar afectada por diversos trastornos.
Algunos trastornos afectan principalmente las articulaciones (como la artrosis), causando dolor e hinchazón en las articulaciones. Otros trastornos afectan principalmente a los huesos (como fracturas, enfermedad ósea de Paget y tumores) o a los músculos u otras partes blandas (como la fibromialgia y la tendinitis).
Existen diferentes pruebas para diagnosticar los trastornos musculoesqueléticos (véase Pruebas para el diagnóstico de trastornos musculoesqueléticos), pero los elementos diagnósticos más importantes son el estudio del historial clínico y la exploración física, ambas realizados por el médico.
Historial médico
Durante la evaluación osteomuscular, los médicos preguntan acerca de los síntomas musculoesqueléticos, pero también buscan otros síntomas, como fiebre, escalofríos, pérdida de peso, erupción cutánea, dolor o enrojecimiento de ojos, y síntomas de corazón, pulmón y trastornos gastrointestinales. Estos otros síntomas pueden ser causados por, o estar asociados a, diversos trastornos musculoesqueléticos.
Dolor
El dolor es el síntoma más frecuente de los trastornos musculoesqueléticos. Los médicos preguntan a los afectados por el tipo, la ubicación y la intensidad del dolor. Preguntan también por los factores que agravan o alivian el dolor y si el dolor es nuevo o recurrente. El médico pregunta si el dolor es peor cuando se mueve la articulación por primera vez o después de un uso prolongado, o si está presente al levantarse o aparece a lo largo del día.
Los médicos también piden a la persona afectada que describa cómo siente el dolor, por ejemplo, si es agudo o sordo o si es una molestia o un dolor ardiente. Necesitan saber si el sujeto siente el dolor en profundidad en una articulación o si afecta a otras estructuras musculoesqueléticas. Conocer el tipo y la localización del dolor puede ayudar a los médicos a determinar la causa.
Rigidez
Las personas con trastornos musculoesqueléticos presentan a menudo rigidez articular (es decir, notan resistencia cuando intentan mover una articulación). Los médicos piden a las personas afectadas que describan específicamente su rigidez porque, a menudo, se emplea la palabra "rigidez" para describir debilidad o cansancio extremo (fatiga), pero, para los médicos, "rigidez" significa dificultad para mover las articulaciones. Los médicos distinguen la rigidez de la resistencia a moverse debido al dolor que ocurre con el movimiento.
El médico también solicita al afectado que describa cuándo siente rigidez. En algunos trastornos de las articulaciones (como la artritis reumatoide y la artrosis), la rigidez se produce después de que el sujeto comience a moverse después de un período de descanso o al despertar por la mañana. Los médicos también necesitan saber dónde el sujeto siente la rigidez y cuánto tiempo dura. Por ejemplo, en trastornos que causan inflamación (como la artritis reumatoide), la rigidez se prolonga, por ejemplo, más de una hora, mientras que en trastornos que no causan inflamación (como la artrosis), la rigidez es de corta duración (por ejemplo de unos 10 minutos) a pesar de que puede ser intensa y el dolor puede persistir.
Fatiga
La fatiga se produce cuando una persona siente una fuerte necesidad de descansar y tiene tan poca energía que le es difícil iniciar y mantener la actividad. Difiere de la debilidad o la incapacidad para moverse y los médicos valoran a las personas afectadas para distinguir la fatiga de la somnolencia. La fatiga puede significar que el sujeto padece un trastorno que afecta a más de un sistema u órgano corporal y causa inflamación, o que hay un trastorno que interrumpe el sueño normal.
Inestabilidad articular
Los afectados pueden presentar inestabilidad articular (por ejemplo, bamboleo o tambaleo de una articulación), lo que sugiere debilidad de los ligamentos u otras estructuras que estabilizan la articulación. El tambaleo (cuando una articulación cede) se produce con mayor frecuencia en la rodilla.
Exploración física
El médico busca determinados signos durante la exploración física dependiendo del trastorno o lesión que sospeche. Se estudia cuáles son las articulaciones o extremidades afectadas. Encontrar un patrón de articulaciones y extremidades afectadas puede ayudar a los médicos a determinar la causa.
Huesos y articulaciones
Al evaluar los huesos, en caso de sospechar una fractura, se puede observar que la zona afectada (como por ejemplo un brazo o una pierna) forma un ángulo anómalo, lo cual sugiere que los segmentos óseos no están alineados.
El médico palpa la superficie ósea y articular para detectar cualquier zona dolorosa, una zona más caliente que las demás, la presencia de fluido en la articulación o alguna deformación, en especial si sospecha que puede existir una fractura, un tumor o una infección ósea (osteomielitis). Las fracturas por compresión de la columna vertebral debidas a osteoporosis y las fracturas por sobrecarga pueden ser muy dolorosas al principio, sin que se evidencie deformación. En algunos casos los bultos anormales en los huesos indican un tumor. Si se sospecha osteomielitis, el médico o la enfermera toman la temperatura corporal para ver si la persona tiene fiebre.
El médico comprueba el grado de movilidad activa del sujeto. El grado de movilidad activa es el grado máximo que el sujeto puede alcanzar al mover una articulación por sí mismo. Una limitación del grado de movilidad activa del sujeto puede indicar debilidad, dolor o rigidez, así como anomalías mecánicas (tales como cicatrices e inflamación). Luego, el médico comprueba el grado de movilidad pasiva del sujeto. El grado de movilidad pasiva es el grado máximo a través del cual el médico puede mover las articulaciones del sujeto, mientras éste está completamente relajado.
El médico también examina las articulaciones afectadas con mayor detalle. Por ejemplo, examinan las articulaciones para determinar si existe líquido en la articulación (lo que se denomina derrame articular). Pueden probar movimientos activos o pasivos específicos. Pueden tirar o aplicar fuerza para ver si la articulación es estable.
Músculos y nervios
Cuando una persona se queja de debilidad o astenia muscular, el médico examina la masa muscular, el tono (el grado de relajación del músculo cuando no está siendo utilizado), la fuerza muscular y la sensibilidad al tacto de los músculos. También valora sacudidas y movimientos musculares involuntarios, que pueden indicar un trastorno neurológico más que una enfermedad muscular (véase Nervios motores). Así mismo, busca indicios de desgaste muscular (atrofia), que puede ser consecuencia de daños en el músculo o en sus nervios, o de falta de uso, como sucede tras guardar cama durante un periodo prolongado de tiempo (atrofia por desuso).
El médico intentará establecer qué músculos están debilitados (si es que hay alguno que lo esté) y cuantificar el grado de debilidad. Los músculos se examinan de forma sistemática, comenzando generalmente por la cara y el cuello, luego los brazos y finalmente las piernas. En condiciones normales, la persona debe ser capaz de mantener los brazos extendidos con las palmas de las manos hacia arriba durante un minuto sin que se produzca caída, rotación ni temblor de dichas extremidades. La desviación de los brazos hacia abajo con las palmas giradas hacia dentro es un signo de debilidad o astenia muscular.
Los médicos también comprueban si existe agrandamiento de la musculatura (hipertrofia), lo que suele ocurrir si se realizan actividades o ejercicios que tensionan repetidamente el músculo, como en el levantamiento de pesas. Sin embargo, cuando una persona está enferma, la hipertrofia puede ser debida a que un músculo trabaja más para compensar la debilidad de otro. Los músculos también se agrandan cuando el tejido muscular normal se sustituye por un tejido anómalo, lo que aumenta el tamaño pero no la fuerza del músculo. El tejido anómalo puede sustituir a los músculos en las amiloidosis y en ciertos trastornos musculares hereditarios, como la distrofia muscular de Duchenne.
La fuerza se valora haciendo que la persona empuje o tire hacia sí mientras el médico hace fuerza en la dirección contraria. También se valora haciendo que la persona realice ciertas maniobras, como caminar sobre los talones y de puntillas, levantarse desde la posición en cuclillas o subir y bajar de una silla rápidamente 10 veces.
También comprueba el tono muscular al mover la extremidad de forma pasiva. La resistencia al movimiento pasivo (denominada resistencia pasiva) puede verse reducida si el nervio que llega al músculo está lesionado. Si están dañados la médula espinal o el cerebro, la resistencia al movimiento puede estar aumentada.
Si la persona está débil, el médico también le golpea ligeramente el tendón muscular con un martillo de goma para explorar sus reflejos. Los reflejos pueden ser más lentos de lo esperado cuando el nervio que llega al músculo está dañado. Los reflejos pueden ser más rápidos de lo esperado cuando la médula espinal o el cerebro están dañados.