El cáncer de esófago desarrollarse en las células que recubren la pared del esófago (el conducto que conecta la garganta con el estómago).
El consumo de tabaco y alcohol, el reflujo gastroesofágico y la obesidad son factores de riesgo para el cáncer de esófago.
Los síntomas característicos incluyen dificultad para tragar, pérdida de peso y, más tarde, dolor.
El diagnóstico se basa en endoscopia y biopsia.
La cirugía, la quimioterapia y otras terapias diversas pueden aliviar los síntomas.
A menos que se descubra en una fase temprana, casi todos los casos de cáncer de esófago son mortales.
A nivel mundial, en 2018, el cáncer de esófago fue el séptimo tipo de cáncer diagnosticado con más frecuencia y la sexta causa de muerte por cáncer, con cerca de 572 000 nuevos casos y 508 000 muertes.
En Estados Unidos, el cáncer de esófago no es tan frecuente. En Estados Unidos, en 2023, el cáncer de esófago ha representado aproximadamente 21.560 nuevos casos y 16.120 muertes.
Los tipos más comunes de cáncer de esófago se desarrollan en las células que recubren la pared del esófago e incluyen
El carcinoma de células escamosas es más frecuente en la parte superior del esófago.
El adenocarcinoma suele aparecer en la parte inferior.
Estos tipos de cáncer pueden presentarse como un estrechamiento (constricción) del esófago, un bulto, una zona plana anómala (placa) o una conexión anómala (fístula) entre el esófago y las vías respiratorias.
El carcinoma de células escamosas es el cáncer de esófago más frecuente a nivel mundial, pero en Estados Unidos el adenocarcinoma es más frecuente. En Estados Unidos, el carcinoma de células escamosas es más frecuente en hombres que en mujeres y más frecuente en personas de ascendencia africana que en personas de ascendencia caucásica.
Los tipos menos frecuentes de cáncer de esófago incluyen los leiomiosarcomas (cáncer del músculo liso del esófago) y el cáncer metastásico (cáncer que se ha extendido desde otra región del organismo).
Factores de riesgo del cáncer de esófago
Los principales factores de riesgo para el cáncer de esófago son
Alcohol
Consumo de tabaco (en cualquier forma)
Enfermedad por reflujo gastroesofágico (especialmente para el adenocarcinoma)
Obesidad (especialmente para el adenocarcinoma)
Edad avanzada
Sexo masculino
Esófago de Barrett
Síndromes genéticos (por ejemplo, síndrome de Bloom y anemia de Fanconi)
Los otros factores de riesgo incluyen la infección por el virus del papiloma humano, la radioterapia dirigida al esófago para el tratamiento de otros tipos de cáncer cercanos, la acalasia, las membranas esofágicas (síndrome de Plummer-Vinson) o el estrechamiento debido a haber ingerido una vez una sustancia corrosiva (como la lejía).
La mayoría de los adenocarcinomas aparecen en personas con una afección precancerosa conocida como esófago de Barrett. El esófago de Barrett se desarrolla a partir de una irritación prolongada del esófago causada por el reflujo repetido del ácido del estómago (reflujo gastroesofágico). Las personas obesas tienen un mayor riesgo de padecer un adenocarcinoma debido a que la probabilidad de padecer reflujo gastroesofágico también es mayor.
Síntomas del cáncer de esófago
El cáncer de esófago en estadio inicial puede no causar ningún síntoma.
A medida que el crecimiento del cáncer estrecha el esófago, el primer síntoma del cáncer de esófago suele ser la dificultad para tragar alimentos sólidos. Varias semanas más tarde, aparece dificultad para tragar alimentos blandos y posteriormente, líquidos y la saliva.
La pérdida de peso es frecuente, incluso cuando la persona continúa comiendo bien. La persona afectada puede tener dolor torácico que irradia a la espalda.
A medida que el cáncer progresa, frecuentemente invade varios nervios y otros tejidos y órganos. El tumor puede comprimir el nervio que controla las cuerdas vocales, lo que puede causar ronquera. La compresión de los nervios circundantes puede causar dolor en la columna vertebral, parálisis del diafragma e hipo.
El cáncer suele extenderse hacia los pulmones, donde puede causar ahogo, y hacia el hígado, donde puede producir fiebre y distensión abdominal. Si se disemina a los huesos puede causar dolor. Si se disemina al cerebro puede causar dolor de cabeza, confusión y convulsiones. La extensión al intestino puede causar vómitos, sangre en las heces y anemia por carencia de hierro. Con frecuencia, la diseminación a los riñones no produce síntomas.
En las fases finales, el cáncer puede obstruir completamente el esófago. La deglución se vuelve imposible, haciendo que se acumulen secreciones en la boca, lo cual puede ser muy angustiante.
Diagnóstico de cáncer de esófago
Endoscopia y biopsia
Papilla baritada
Tomografía computarizada (TC)
PET-TC y ecografía
La endoscopia, en la cual se introduce a través de la boca un tubo flexible de visualización (endoscopio) para ver el esófago, es el mejor procedimiento diagnóstico cuando se sospecha la existencia de un cáncer de esófago. La endoscopia también permite al médico obtener muestras de tejido (biopsia) y células desprendidas (citología por cepillado) para su examen al microscopio.
Un procedimiento radiológico llamado papilla baritada (en el cual la persona ingiere una papilla con bario, que es visible en las radiografías) puede también mostrar la obstrucción.
Una vez identificado el cáncer de esófago, los médicos solicitan una tomografía computarizada (TC) de tórax, abdomen y pelvis, así como una tomografía por emisión de positrones (PET-TC) de todo el cuerpo para determinar la extensión del tumor. La ecografía realizada mediante un endoscopio (véase ecografía) introducido en el esófago puede utilizarse para valorar mejor la extensión del cáncer.
Se realizan análisis de sangre básicos.
Tratamiento del cáncer de esófago
Extirpación quirúrgica
Quimioterapia asociada a radioterapia (quimiorradiación)
Inmunoterapia combinada con quimioterapia para el cáncer avanzado
Alivio de los síntomas
En ocasiones los médicos tratan los adenocarcinomas poco profundos (superficiales) mediante una resección endoscópica, lo que significa que los adenocarcinomas se extirpan durante la endoscopia. La resección endoscópica es menos invasiva y, por lo tanto, menos arriesgada que practicar una intervención quirúrgica para extirpar el cáncer. Las personas cuyo cáncer se extirpa temprano pueden no requerir quimioterapia o radioterapia. Sin embargo, la mayoría de los cánceres de esófago se tratan con quimiorradiación (véase Quimioterapia combinada [poliquimioterapia]) antes de la cirugía. A veces, la quimiorradiación realizada antes de la cirugía puede aumentar la supervivencia.
La inmunoterapia implica la administración de fármacos que estimulan el sistema inmunitario del organismo para combatir el cáncer. Estos tratamientos se dirigen a las características genéticas específicas de las células tumorales. A veces se administra inmunoterapia después de la resección del tumor. La inmunoterapia combinada con quimioterapia es el tratamiento recomendado para el carcinoma de células escamosas avanzado de esófago y puede recomendarse para el tratamiento del adenocarcinoma de esófago.
Otras medidas tienen por objeto únicamente aliviar los síntomas, sobre todo la dificultad para tragar. Tales medidas incluyen el estiramiento para abrir el área constreñida del esófago y después insertar un tubo de malla de metal flexible (stent) para mantener abierto el esófago, eliminar el tumor con un láser para ensanchar la abertura y el uso de radioterapia para destruir el tejido canceroso que está obstruyendo el esófago.
Los adenocarcinomas poco profundos (superficiales) se curan en ocasiones mediante quemaduras con ondas de radio (ablación por radiofrecuencia).
Otra técnica para aliviar los síntomas es la terapia fotodinámica, en la que se administra por vía intravenosa un colorante sensible a la luz (medio de contraste) 48 horas antes del tratamiento. El colorante es absorbido por las células cancerosas en mayor grado que por las células normales del esófago. Cuando se activan por la luz de un láser que se introduce en el esófago a través de un endoscopio, el colorante destruye el tejido canceroso, abriendo así el esófago. La terapia fotodinámica destruye las lesiones obstructivas más rápidamente que la radioterapia o la quimioterapia en personas que no pueden tolerar la cirugía debido a su deteriorado estado de salud.
Una nutrición adecuada hace que cualquier tipo de tratamiento sea más viable y mejor tolerado. Si el paciente es capaz de tragar, puede tomar suplementos nutricionales líquidos concentrados. Las personas que no pueden tragar pueden requerir alimentación mediante un tubo colocado en el estómago a través de la pared del abdomen (tubo de gastrostomía).
Pronóstico del cáncer de esófago
Dado que el cáncer de esófago, por lo general, no se diagnostica hasta que la enfermedad se ha diseminado, el índice de mortalidad es muy alto. Menos del 5% de las personas sobreviven más de 5 años. Muchos mueren en el plazo de un año tras los primeros síntomas. Entre las excepciones se encuentran los adenocarcinomas que se diagnostican cuando aún son muy superficiales.
Dado que casi todos los casos de cáncer de esófago son mortales, el principal objetivo del médico es el control de los síntomas, especialmente el dolor y la dificultad para tragar, que pueden ser aterradores para la persona afectada y sus seres queridos.
Dado que la probabilidad de muerte es alta, una persona con cáncer de esófago debe tomar todas las disposiciones necesarias. La persona debe hablar francamente con el médico acerca de sus preferencias para los cuidados médicos (véase Voluntades anticipadas) y de la necesidad de cuidados terminales.