Lesiones causadas por la radiación

PorJerrold T. Bushberg, PhD, DABMP, DABSNM, The National Council on Radiation Protection and Measurements
Revisado/Modificado dic 2022
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La lesión por radiación es el daño producido en los tejidos a causa de una exposición a radiación ionizante.

  • La radiación ionizante a dosis grandes puede disminuir la producción de células sanguíneas y lesionar las vías digestivas, originando una enfermedad aguda.

  • Una dosis muy grande de radiación ionizante también puede dañar el corazón y los vasos sanguíneos (sistema cardiovascular), el cerebro y la piel.

  • Las lesiones producidas por dosis grandes y muy grandes de radiación se conocen como reacciones tisulares. La dosis necesaria para causar una lesión tisular visible varía con el tipo de tejido.

  • La radiación ionizante puede aumentar el riesgo de cáncer.

  • La exposición a la radiación de los espermatozoides y los óvulos incrementa un poco el riesgo de anomalías genéticas en la descendencia.

  • Los médicos eliminan tanto material radiactivo externo e interno (material inhalado o ingerido) como sea posible y tratan los síntomas y complicaciones de las lesiones causadas por la radiación.

En general, la radiación ionizante se refiere a ondas electromagnéticas de alta energía (rayos X y rayos gamma) y partículas (partículas alfa, partículas beta y neutrones) que son capaces de arrancar electrones a los átomos (ionización). La ionización cambia la estructura química de los átomos afectados y de las moléculas que contengan dichos átomos. Al cambiar las moléculas de la tan ordenada estructura celular, la radiación ionizante puede alterar y lesionar las células. Dependiendo de la magnitud de la dosis, los órganos expuestos y los tipos de radiación, el daño celular causado por la radiación ionizante puede provocar una enfermedad aguda, aumentar el riesgo de desarrollar cáncer, o ambos.

La radiación ionizante la emiten sustancias radiactivas (radionúclidos) como el uranio, el radón y el plutonio. También la producen dispositivos como los aparatos de rayos X y de radioterapia.

Otras formas de radiación electromagnética son las ondas de radio (como las de teléfonos móviles y las de transmisores de radio AM y FM) y la luz visible. Sin embargo, debido a su energía menor, estas formas de radiación no son ionizantes, y por lo tanto, la exposición pública a estas fuentes comunes no lesiona las células. Aquí, al hablar de «radiación» se hace referencia exclusivamente a las radiaciones ionizantes.

Medición de la radiación

La cantidad de radiación se mide en varias unidades diferentes. El roentgen (R) es una medida de la capacidad ionizante de la radiación en el aire y se utiliza normalmente para expresar la intensidad de la exposición a la radiación. La radiación a la que se está expuesto y la cantidad que es absorbida por el cuerpo pueden ser muy diferentes. El gray (Gy) y el sievert (Sv) son medidas de dosis de radiación, que es la cantidad de radiación absorbida por la materia, y son las unidades utilizadas para medir la dosis en humanos después de la exposición a la radiación. El Gy y el Sv son similares, excepto en que el Sv tiene en cuenta el efecto perjudicial de diferentes tipos de radiación y la sensibilidad de los diferentes tejidos del cuerpo a la radiación. Las dosis bajas se miden en miligramos (mGy, 1 mGy = 1/1000Gy) y en milisievert (mSv, 1 mSv = 1/1000Sv).

Contaminación frente a Irradiación

La dosis de radiación de un individuo se puede aumentar de dos maneras: por contaminación y por irradiación. La mayoría de los accidentes radiactivos más importantes han expuesto a la población a ambos.

La contaminación es el contacto y la retención de un material radiactivo, normalmente en forma de polvo o líquido. La contaminación externa es la que está en la piel o en la ropa, de donde parte puede desprenderse o ser eliminada con un cepillo, y contaminar a otras personas y objetos. La contaminación interna es absorbida por el cuerpo por ingestión, inhalación o a través de cortes en la piel. Una vez en el cuerpo, el material radiactivo puede ser transportado a varios lugares, como la médula ósea, donde continua emitiendo radiación, aumentando la exposición de la persona a la radiación, hasta que se extrae o emite toda su energía (degradación). La contaminación interna es más difícil de eliminar que la contaminación externa.

La irradiación es la exposición a la radiación, pero no al material radiactivo, es decir, no se trata de contaminación. Un ejemplo habitual son las radiografías, utilizadas, por ejemplo, para evaluar una fractura ósea. La exposición a la radiación puede producirse sin contacto directo entre las personas y la fuente de radiación (por ejemplo, con material radiactivo o con una máquina radiográfica). Cuando la fuente de la radiación se elimina o se apaga, la irradiación finaliza. Las personas que son irradiadas, pero no contaminadas, no son radiactivas, es decir, no emiten radiación, y la dosis recibida desde esa fuente de radiación no va en aumento.

¿Sabías que...?

  • En Estados Unidos, una persona corriente recibe casi la misma dosis de radiación natural que de radiación a partir de fuentes artificiales (que consiste casi por completo en la radiación médica utilizada para diagnosticar o tratar una enfermedad).

Fuentes de exposición a la radiación

Las personas están expuestas constantemente a niveles bajos de radiación de origen natural (radiación de fondo) y de vez en cuando a la radiación procedente de fuentes artificiales. La radiación natural de fondo varía enormemente en todo el mundo y también dentro de los países. En Estados Unidos, por ejemplo, la población recibe una media de unos 3 mSv al año proveniente de fuentes naturales, y el rango de exposición varía de forma aproximada entre 0,5 y 20 mSv por año en función de la región, la elevación por encima del nivel del mar y la geología local. De media se recibe una dosis adicional de 3 mSv/año desde fuentes manufacturadas (principalmente dispositivos médicos), por lo que el promedio total de dosis efectiva es de aproximadamente 6 mSv/año.

Radiación de fondo

Entre las fuentes de radiación de fondo se encuentran

  • Radiación solar y cósmica procedente del espacio exterior

  • Elementos radiactivos naturales en el planeta

La atmósfera terrestre bloquea la radiación cósmica y solar en gran medida, pero esta se concentra en los polos norte y sur por el campo magnético terrestre. Por eso, la exposición a la radiación cósmica es mayor para las personas que viven cerca de los polos o a gran altitud, y también para las que viajan en avión.

Los elementos radiactivos, particularmente el uranio y los productos radiactivos en los que este se degrada (como el gas radón), se encuentran en muchas piedras y minerales. Estos elementos terminan incluidos en distintas sustancias, entre otras, los alimentos, el agua y los materiales de construcción. La exposición al radón supone normalmente alrededor de los dos tercios de exposición a una radiación natural.

Aun considerándola en su conjunto, la dosis de radiación natural de fondo es demasiado baja como para producir lesiones radiactivas. Hasta la fecha no se han demostrado efectos sobre la salud debidos a diferencias en el nivel de radiación de fondo, ya que los riesgos de producir efectos sobre la salud mediante la radiación a estos niveles bajos de exposición son inexistentes, o bien son demasiado pequeños para ser observados.

Radiación artificial

La mayor parte de la exposición de las personas a fuentes de radiación artificial implica pruebas de diagnóstico por la imagen que utilizan rayos X (especialmente tomografía computarizada [TC]) o implica la administración de sustancias radiactivas (en especial gammagrafías cardíacas). Quienes se someten a tratamientos de radiación contra el cáncer pueden recibir dosis muy altas de radiación. Sin embargo, se hace todo lo posible para suministrar la radiación solo a los tejidos enfermos y reducir al mínimo la radiación a los tejidos sanos.

La exposición también se produce desde otras fuentes artificiales, tales como los accidentes de radiación y las lluvias radiactivas de ensayos anteriores con armas nucleares. Sin embargo, estas exposiciones representan una parte mínima de la exposición anual para la mayoría de la población. Por lo general, los accidentes de radiación afectan a las personas que trabajan con materiales radiactivos y fuentes de rayos X, como irradiadores de alimentos, fuentes industriales de radiografía y máquinas de rayos X. Estos trabajadores pueden recibir dosis considerables de radiación. Estos accidentes son muy poco frecuentes y por lo general son consecuencia de no seguir los procedimientos de seguridad. La exposición a la radiación también se ha producido a veces por la pérdida o el robo de elementos médicos o industriales que contenían grandes cantidades de material radiactivo. También se han producido lesiones por radiación en pacientes que reciben radioterapia o a los que se les ha realizado ciertos procedimientos médicos guiados por radioscopia (fluoroscopia) que muestra una imagen de rayos X móvil en una pantalla. Algunas de estas lesiones son el resultado de accidentes o uso inapropiado, pero a veces, en los casos más complejos, el uso adecuado de este tipo de procedimientos puede causar complicaciones inevitables y reacciones tisulares inducidas por la radiación.

En contadas ocasiones, se han liberado cantidades considerables de material radiactivo de las plantas de energía nuclear, como en la planta de Three Mile Island en Pensilvania (Estados Unidos) en 1979, la de Chernobyl (Ucrania) en 1986 y la planta de Fukushima Daiichi en Japón en 2011. El accidente de Three Mile Island no provocó una exposición radiactiva mayor; de hecho, la población que vivía a 1,6 km de la planta recibió tan solo una dosis de radiación adicional de aproximadamente 0,08 mSv.

Por el contrario, la dosis media de las aproximadamente 115 000 personas que fueron evacuadas de la zona próxima a la planta de Chernobyl fue de alrededor de 30 mSv. De forma comparativa, la dosis típica de una sola exploración de TC oscila entre 4 y 8 mSv. Las personas que trabajaban en la planta de Chernobyl recibieron una dosis significativamente mayor. Más de treinta trabajadores y personal de emergencias murieron durante los meses posteriores al accidente, y muchos otros sufrieron enfermedad aguda por radiación. Hubo niveles bajos de contaminación provenientes de Chernobyl en partes tan distantes como Europa, Asia e incluso (en menor grado) en América del Norte. Se estimó que la dosis media de radiación acumulativa, durante un período de 20 años después del accidente, en quienes vivían en áreas con baja contaminación (varias regiones de Bielorusia, Rusia y Ucrania) fue de aproximadamente 9 mSv. Cabe observar que la dosis extra anual media (de 0,5 a 1,5 mSv por año) recibida en las zonas contaminadas por el escape de Chernobyl es generalmente inferior a la radiación habitual de fondo en Estados Unidos (3 mSv).

Algunos trabajadores de la planta de Fukushima Daiichi fueron expuestos a dosis significativas de radiación; sin embargo, no hubo muertes o reacciones tisulares permanentes inducidas por la radiación. Las personas que vivían a menos de 20 km de la central de energía nuclear de Fukushima Daiichi fueron evacuadas a causa de la preocupación causada por la exposición a la radiación. Sin embargo se estima que casi ningún residente en la zona recibió más de 5 mSv. El pronóstico de la Organización Mundial de la Salud es que las muertes por cáncer relacionadas con este accidente no serán muchas.

Las armas nucleares liberan cantidades masivas de energía y radiación. Estas armas no han sido utilizadas contra la población desde 1945. No obstante, varias naciones disponen en la actualidad de armas nucleares y varios grupos terroristas también han intentado obtenerlas o fabricar las suyas propias, lo cual aumenta la posibilidad de que estas armas vuelvan a utilizarse. La inmensa mayoría de las víctimas provocadas por la detonación de un arma nuclear lo son por la explosión y las quemaduras térmicas. A una pequeña parte de las víctimas (aun así un gran número) les sobrevienen enfermedades relacionadas con la radiación.

La posibilidad de exposición a la radiación provocada por actividades terroristas (véase Armas radiológicas) incluye el uso de dispositivos para contaminar una zona mediante la dispersión de material radiactivo (un artefacto de dispersión de la radiación que utiliza explosivos convencionales denominado «bomba sucia»). Otras situaciones de terrorismo pueden ser el uso de una fuente de radiación oculta para exponer a la población, que no sospecha nada, a grandes dosis de radiación; atacar un reactor nuclear o un almacén de material radiactivo, o detonar un arma nuclear.

Tabla
Tabla

Efectos de la radiación

Los efectos perjudiciales de la radiación (es decir, la gravedad de la reacción tisular) dependen de varios factores:

  • La cantidad (dosis)

  • Con qué rapidez se recibe la dosis

  • Qué cantidad del cuerpo se expone

  • La sensibilidad de determinados tejidos a la radiación

  • La presencia de anomalías genéticas que alteran la reparación normal del ADN

  • Edad de la persona en el momento de la exposición

  • Estado general de salud de la persona antes de la exposición

Una única dosis rápida de radiación por todo el cuerpo puede ser mortal, pero la misma dosis total aplicada en un plazo de semanas o meses puede producir menos efectos. Los efectos de la radiación también dependen del porcentaje del cuerpo que resulte expuesto. Por ejemplo, más de 6 Gy pueden ser mortales si la radiación se administra a todo el cuerpo. Sin embargo, cuando esta se limita a zonas pequeñas y se administra durante semanas o meses, como sucede en la radioterapia contra el cáncer, puede administrarse 10 veces (o más) esta cantidad sin provocar un daño grave.

Ciertas partes del cuerpo son más sensibles que otras. Los órganos y los tejidos en que las células se multiplican rápidamente, como el intestino y la médula ósea, resultan más perjudicados por la radiación que los tejidos cuyas células se multiplican más lentamente, como los músculos y las células cerebrales. La glándula tiroidea es propensa al cáncer después de ser expuesta a yodo radiactivo porque este se concentra en la glándula tiroidea.

Otros factores pueden aumentar la sensibilidad a las lesiones por radiación. Las personas que tienen ataxia-telangiectasia debido a dos genes (uno de cada progenitor) son mucho más sensibles a las lesiones por radiación. Trastornos, como los trastornos del tejido conjuntivo y la diabetes, pueden aumentar la sensibilidad a las lesiones por radiación. Algunos fármacos y agentes quimioterápicos (por ejemplo, actinomicina D, doxorubicina, bleomicina, 5-fluorouracilo, metotrexato) también pueden aumentar la sensibilidad a las lesiones por radiación. Algunos agentes quimioterápicos (por ejemplo, doxorubicina, etopósido, paclitaxel, epirubicina), antibióticos (por ejemplo, cefotetan), estatinas (por ejemplo, simvastatina) y preparaciones a base de hierbas pueden producir una reacción cutánea inflamatoria en el lugar de la irradiación previa (recuerdo de radiación) semanas o años después de la exposición en el mismo lugar.

Radiación y niños

En los niños, algunos órganos y tejidos tales como el cerebro, el cristalino y la glándula tiroides son más sensibles a la radiación que en los adultos. Sin embargo, algunos tejidos en los niños no son más sensibles a la radiación que en los adultos, y algunos, como los ovarios, en realidad son menos sensibles. El motivo de estas diferencias es complicado y no se entiende por completo, pero se cree que la mayor sensibilidad de algunos tejidos en los niños se debe, al menos en parte, al hecho de que las células de los niños crecen y maduran más rápidamente y serán sometidos a muchas más divisiones celulares que las de los adultos.

El feto es sensible a las lesiones producidas por la radiación porque las células fetales se dividen muy rápidamente y también se diferencian de células inmaduras a células maduras. En el feto, la exposición por encima de 300 mGy durante las semanas 8 a 25 después de la concepción puede causar una disminución de la inteligencia y fracaso escolar. Los defectos congénitos se pueden producir por la exposición del útero a dosis altas de radiación. Sin embargo, con dosis inferiores a 100 mGy, particularmente a las dosis bajas utilizadas en las pruebas de diagnóstico por la imagen a las que pueden someterse las mujeres embarazadas, no existe, aparentemente, un riesgo superior al normal de que el bebé nazca con un defecto de nacimiento.

¿Sabías que...?

  • La radiación no es una causa tan importante de cáncer o de defectos congénitos como puede pensarse.

Radiación y cáncer

Una exposición importante a la radiación aumenta el riesgo de cáncer porque lesiona el material genético (ADN) de las células que sobreviven a la radiación. Sin embargo, la radiación es una causa de cáncer menor de lo que se cree. Incluso una dosis de cuerpo entero de 500 mGy (más de 150 veces por encima de la dosis media anual de radiación de fondo) aumenta el riesgo de un individuo de morir a causa de un cáncer a lo largo de su vida del 22% al 24,5%, lo que significa únicamente un 2,5% de aumento del riesgo en términos absolutos.

En un feto o en un niño, el riesgo de cáncer producido por radiación es varias veces mayor que el de los adultos. Los niños pueden ser más propensos debido a que sus células se dividen más frecuentemente y porque tienen una esperanza de vida más larga, durante la cual pueden desarrollar cáncer. Se estima que el riesgo de morir a causa de un cáncer a lo largo de la vida de un niño de 1 año de edad al que se le realiza una tomografía computarizada (TC) de abdomen aumenta cerca de un 0,1%. Recientemente, la preocupación por los posibles riesgos debido a la TC han dado lugar a controversia sobre si éstas pruebas se usan con demasiada frecuencia. Debido a estas preocupaciones, los dispositivos y las técnicas de TC se están optimizando para reducir la dosis de radiación. Los médicos también tratan de hacer una TC sólo cuando es más precisa que otras pruebas que utilizan menos o ninguna radiación. Cuando la TC es claramente la prueba más precisa, el riesgo resultante de no hacer un diagnóstico correcto debido a haber empleado una prueba menos precisa es mucho mayor que el riesgo de la TC.

Radiación y alteraciones hereditarias

En animales, la irradiación a dosis altas de los ovarios o los testículos ha demostrado tener como resultado descendientes con anomalías (alteraciones hereditarias). Sin embargo, no se ha observado ningún aumento en el porcentaje de alteraciones de nacimiento en los hijos de los supervivientes de las explosiones nucleares en Japón. Puede ser que la exposición a la radiación no fuera lo suficientemente alta como para causar un aumento mensurable. No hay un aumento en el riesgo de defectos de nacimiento en los niños concebidos después de que sus padres recibiesen radioterapia para el cáncer, si la dosis media de los ovarios fue de aproximadamente 0,5 Gy y la de los testículos de alrededor de 1,2 Gy (exposición típica de los tejidos próximos pero no del área que recibió directamente el tratamiento mediante radioterapia).

Síntomas de una lesión por radiación

Los síntomas dependen de si la exposición a la radiación alcanza todo el cuerpo o si se limita a una parte pequeña. A dosis altas, la exposición de todo el cuerpo causa una enfermedad por radiación aguda, y la exposición parcial del cuerpo ocasiona una lesión local por radiación.

Enfermedad por radiación aguda

La enfermedad por radiación aguda suele producirse en personas en las que todo el cuerpo ha estado expuesto a dosis altas de radiación a la vez o en poco tiempo. Los médicos dividen la enfermedad por radiación aguda en tres grupos (síndromes), en función del sistema de órganos afectado, aunque algunos se solapan:

  • Síndrome hematopoyético: afecta los tejidos que producen células sanguíneas

  • Síndrome gastrointestinal: afecta el tubo digestivo

  • Síndrome cerebrovascular: afecta el cerebro y el sistema nervioso

El síndrome de radiación aguda evoluciona normalmente en tres fases:

  • Primeros síntomas tales como náuseas, pérdida de apetito, vómitos, cansancio y, cuando se reciben dosis muy altas de radiación, diarrea (llamados en conjunto «pródromos»)

  • Un periodo sin síntomas (fase latente)

  • Varios patrones de síntomas (síndromes) en función de la cantidad de radiación que se haya recibido

El tipo de síndrome que aparece, su gravedad y su velocidad de progresión, dependerá de la dosis de radiación. A medida que aumenta la dosis, los síntomas aparecen antes, progresan más rápidamente (por ejemplo, de síntomas prodrómicos a síndromes de varios sistemas de órganos) y se vuelven más graves.

La gravedad y la evolución de los primeros síntomas son bastante consistentes de una persona a otra para una cantidad de radiación determinada. Por eso, a menudo el médico puede calcular la exposición a la radiación de una persona en función del momento de aparición, la naturaleza y la gravedad de los primeros síntomas. Sin embargo, la presencia de lesiones, quemaduras o ansiedad severa puede complicar esta estimación.

El síndrome hematopoyético está causado por los efectos de la radiación sobre la médula ósea, el bazo y los ganglios linfáticos, que son los principales centros de producción de células sanguíneas (hematopoyesis). La pérdida de apetito (anorexia), el letargo, las náuseas y los vómitos comienzan entre 1 y 6 horas después de la exposición a 1 y 6 Gy de radiación. Estos síntomas desaparecen de 24 a 48 horas después de la exposición y la persona se siente bien durante una semana o más. Durante ese periodo sin síntomas, las células productoras de sangre de la médula ósea, del bazo y de los ganglios linfáticos comienzan a desgastarse y no son reemplazadas, lo cual da lugar a una insuficiencia grave de leucocitos, seguida de escasez de plaquetas y, más adelante, de eritrocitos. La escasez de glóbulos blancos (leucocitos) (linfocitopenia y neutropenia) puede conducir a infecciones graves. La escasez de plaquetas (trombocitopenia) puede causar una hemorragia incontrolada. La escasez de glóbulos rojos (anemia) causa fatiga, debilidad, palidez y dificultad respiratoria durante el ejercicio físico. Si la persona sobrevive, al cabo de 4 o 5 semanas los glóbulos sanguíneos empiezan a producirse de nuevo, pero la persona se siente débil y cansada durante meses, y presentan un aumento del riesgo de sufrir cáncer.

El síndrome gastrointestinal se debe a los efectos de la radiación sobre las células que revisten el aparato digestivo. Las náuseas graves, los vómitos y la diarrea pueden aparecer en menos de 1 hora, tras una exposición a 6 Gy o más de radiación. Los síntomas pueden llevar a una deshidratación grave, pero se resuelven al cabo de 2 días. En los siguientes 4 o 5 días (periodo de latencia), la persona se siente bien, pero las células que revisten el aparato digestivo, que normalmente actúan como una barrera protectora, mueren y son excretadas. Tras este periodo vuelve a producirse diarrea grave, a menudo sanguinolenta, lo cual tiene como consecuencia, una vez más, la deshidratación. Las bacterias del aparato digestivo pueden invadir el organismo y causar infecciones graves. Quienes han recibido dicha cantidad de radiación también sufren el síndrome hematopoyético, que provoca hemorragia e infección y aumenta el riesgo de muerte. Tras la exposición a una radiación de 6 Gy o más, la persona habitualmente muere. Sin embargo, con un tratamiento médico avanzado, el 50% de la población puede sobrevivir.

El síndrome cerebrovascular se produce cuando la dosis total de radiación supera los 20-30 Gy. La persona manifiesta rápidamente confusión, náuseas, vómitos, diarrea sanguinolenta, temblores y choque. La fase de latencia es breve o no aparece. En unas horas se produce un descenso de la presión arterial, acompañado de convulsiones y coma. El síndrome cerebrovascular es siempre mortal en unas horas o en 1 o 2 días.

Lesión local por radiación

La radioterapia contra el cáncer es una de las causas más frecuentes de lesiones producidas por radiación local. Los síntomas dependen de la cantidad de radiación, la velocidad a la que se administra y el área del cuerpo tratada.

Pueden sobrevenir náuseas, vómitos y pérdida de apetito durante, o justo después, de una irradiación del cerebro o el abdomen. Una cantidad importante de radiación sobre una zona limitada del cuerpo a menudo lesiona la piel que recubre esa zona. Las alteraciones cutáneas comprenden caída del cabello, enrojecimiento, descamación, úlceras y, posiblemente, adelgazamiento de la piel y dilatación de los vasos sanguíneos justo debajo de la superficie de la piel (venas en forma de araña). La radiación de la boca y la mandíbula puede causar sequedad permanente en la boca, lo cual tiene como resultado un mayor número de caries dentales y lesiones de la mandíbula. La radiación en los pulmones puede causar inflamación (neumonitis por radiación). A grandes dosis puede causar graves cicatrizaciones (fibrosis) del tejido pulmonar, lo cual puede producir dificultades respiratorias y posteriormente la muerte. El corazón y su envoltura protectora (pericardio) pueden inflamarse tras una radiación extensa sobre el tórax, produciendo síntomas como dolor torácico y dificultad respiratoria. Dosis elevadas de radiación acumuladas en la médula espinal pueden causar una lesión muy grave que provoca parálisis, incontinencia y pérdida de sensibilidad. La radiación extensa sobre el abdomen (administrada contra el cáncer de ganglios linfáticos, testículos u ovarios) puede causar úlceras crónicas, cicatrización y estrechamiento o perforación intestinal, provocando síntomas como dolor abdominal, vómitos, que pueden ser sanguinolentos, y heces oscuras y con aspecto de alquitrán.

En ocasiones aparecen lesiones graves mucho después de haber finalizado la radioterapia. Puede haber una disminución de la función renal entre 6 meses y un año después de que la persona haya recibido cantidades extremadamente elevadas de radiación, provocando anemia y presión arterial alta. La acumulación de grandes dosis de radiación en los músculos puede causar una enfermedad dolorosa que incluye debilitamiento muscular (atrofia) y formación de depósitos de calcio en el músculo irradiado. Ocasionalmente el tratamiento radiactivo puede provocar un tumor canceroso nuevo (maligno). Estos cánceres provocados por la radiación aparecen normalmente a los 10 años o más después de la exposición.

Diagnóstico de la lesión por radiación

  • Síntomas, gravedad de los síntomas y tiempo transcurrido entre la exposición a la radiación y la aparición de los síntomas

  • Recuento de linfocitos (para determinar la gravedad de la exposición)

La exposición a la radiación puede ser obvia a partir del historial clínico. Se considera que puede haber una lesión por radiación cuando una persona desarrolla síntomas de enfermedad o enrojecimiento de la piel o úlceras tras haber sido sometida a radioterapia o después de haber estado expuesta a una radiación accidental. El tiempo transcurrido hasta que aparecen los síntomas ayudan a calcular la cantidad de radiación. No se dispone de pruebas específicas para diagnosticar la exposición a la radiación, aunque pueden emplearse ciertas pruebas clínicas estándar para detectar infecciones, un hemograma con valores bajos o la disfunción de un órgano. Para ayudar a determinar la gravedad de una exposición a radiación, se mide el número de linfocitos (un tipo de glóbulos blancos) en sangre. Normalmente, cuanto menor sea el número de linfocitos a las 48 horas de la exposición, peor habrá sido la exposición a la radiación.

La contaminación radiactiva, a diferencia de la irradiación, a menudo puede determinarse mediante una inspección del cuerpo de la persona afectada con un contador Geiger-Müller, un aparato que detecta la radiación. También se efectúa un control de radiactividad mediante el examen de las torundas aplicadas a la nariz, la garganta y de cualquier herida.

Los primeros síntomas de enfermedad por radiación aguda (náuseas, vómitos y temblores) también pueden ser debidos a la ansiedad. Dado que la ansiedad es común después de ataques terroristas o incidentes nucleares, no debe cundir el pánico si aparecen estos síntomas, sobre todo si se desconoce la cantidad de exposición a la radiación, ya que esta puede haber sido pequeña.

Prevención de las lesiones por radiación

Tras una gran contaminación generalizada del medio ambiente por accidente en una central nuclear o por la liberación intencionada de material radiactivo, se deberán seguir los consejos de las autoridades de salud pública. Esa información suele ser difundida por televisión y radio. El consejo puede ser evacuar la zona contaminada o refugiarse en el lugar donde se encuentren. La recomendación de evacuación o de refugio dependerá de muchos factores, como el tiempo transcurrido desde el escape inicial, si el escape ha cesado, las condiciones climáticas, la disponibilidad de refugios adecuados y las condiciones del tráfico y las carreteras. Si se recomienda refugiarse, es mejor hacerlo en una estructura de hormigón o metálica, sobre todo bajo tierra (por ejemplo, en un sótano). Si no existe esa posibilidad o no hay un refugio subterráneo disponible, el mejor lugar será a mitad de camino entre la parte superior e inferior de un edificio alto, cerca del centro, y lejos de las ventanas.

Una detonación nuclear cerca del suelo produce una bola de fuego que se dispara rápidamente hacia la atmósfera y levanta miles de toneladas de tierra y escombros. Esto crea la icónica nube en forma de hongo. La nube se estabiliza en la atmósfera superior, donde el material radiactivo producido en la explosión se mezcla con la suciedad y las pequeñas partículas de desechos de la detonación. Fallout es el término que se utiliza cuando estas partículas caen de nuevo a la tierra, se acumulan en las superficies y emiten radiación peligrosa. Las importantes consecuencias de esta radiación pueden extenderse a 16-32 km de la explosión. La mejor acción protectora consiste en desplazarse a un edificio lo más alejado posible de estas partículas. Las personas afectadas tienen al menos entre 10 a 15 minutos después de la detonación para entrar en un lugar protegido antes de que comiencen las consecuencias de la radiación. Tan pronto como sea posible y durante las primeras horas después de la detonación, se puede desplazar a un refugio eficaz y luego seguir el consejo de los funcionarios locales de respuesta a emergencias. Véase también FEMA (Federal Emergency Management Agency): Be Prepared for a Nuclear Explosion.

¿Sabías que...?

  • Después de un incidente de liberación de radiación, si se recomienda evacuación o refugio dependerá de muchos factores, como el tiempo transcurrido desde el escape inicial, si el escape ha cesado, las condiciones climáticas, la disponibilidad de refugios adecuados y las condiciones del tráfico y las carreteras.

Se recomienda cambiarse de ropa y ducharse si se sospecha que puede haber habido contaminación con material radiactivo. Se pueden obtener comprimidos de yoduro de potasio (KI) en las farmacias locales y algunos centros de salud pública. Sin embargo, el yoduro potásico solo es útil si se libera yodo radiactivo. No protege frente a otros materiales radiactivos. Las personas con sensibilidad conocida al yodo y ciertos trastornos del tiroides deben evitar el yoduro de potasio. Se debe consultar a un médico si se cree que se tiene sensibilidad al yodo. Se ha demostrado que ciertos fármacos experimentales administrados durante o inmediatamente después de la irradiación aumentan las tasas de supervivencia en los animales. Sin embargo, estos fármacos pueden ser muy tóxicos y no se recomienda su administración a seres humanos en la actualidad.

Durante las pruebas de diagnóstico por la imagen que implican el uso de radiaciones ionizantes, sobre todo durante la radioterapia para el cáncer, que supone dosis altas, las partes más susceptibles del cuerpo, como el cristalino de los ojos, los senos de las mujeres, los ovarios o los testículos y la glándula tiroidea, deben protegerse cuando sea posible (por ejemplo, mediante el uso de protectores con plomo).

¿Sabías que...?

  • Las personas que viven a menos de 16 km de una central de energía nuclear deben tener fácil acceso a pastillas de yoduro potásico.

  • Cambiarse de ropa y ducharse con agua templada y un champú de uso habitual son medidas muy eficaces para eliminar la mayor parte de la contaminación externa.

Pronóstico de la lesión por radiación

El pronóstico depende de la dosis de radiación, la velocidad de la dosis (la rapidez a la que se produce la exposición) y las partes del cuerpo afectadas. Otros factores son el estado de salud de las personas y si se recibe atención médica. En general, sin cuidados médicos, la mitad de las personas que reciben más de 3 Gy de radiación en todo el cuerpo en una sola dosis fallecen. Casi todas las personas que reciben más de 8 Gy fallecen. Casi todos los que reciben menos de 2 Gy se recuperan completamente en un mes, aunque pueden aparecer complicaciones a largo plazo, como el cáncer. Con atención médica, alrededor de la mitad de la población sobrevive a 6 Gy de radiación en todo el cuerpo. Algunas personas han sobrevivido a dosis de hasta 10 Gy.

Puesto que es improbable que los médicos conozcan la cantidad de radiación que una persona ha recibido, por lo general lo deducen por los síntomas que se presenten. El síndrome cerebrovascular es mortal en un periodo de tiempo que oscila entre horas y pocos días. El síndrome gastrointestinal es generalmente mortal en un lapso de 3 a 10 días, aunque algunas personas sobreviven durante unas semanas. Muchas personas que reciben la asistencia médica adecuada sobreviven al síndrome hematopoyético, según la cantidad de radiación y su estado de salud. Los que no sobreviven, por lo general, mueren en 4 u 8 semanas tras la exposición.

Tratamiento de las lesiones por radiación

  • En primer lugar tratamiento de las lesiones graves potencialmente mortales

  • Descontaminación de heridas, piel y cabello

  • Tratamiento de la contaminación interna

  • A veces, medidas específicas para determinados radionucleidos

  • Tratamiento del sistema inmunitario comprometido

  • Tratamiento sintomático

Se procede antes al tratamiento de las lesiones físicas graves que al de la radiación, porque pueden suponer un riesgo para la vida en un periodo más breve. La irradiación no tiene un tratamiento de urgencia, pero se puede controlar cuidadosamente a la persona en busca de los diversos síndromes para tratarlos a medida que surgen.

La contaminación se debe eliminar inmediatamente para evitar que el material radiactivo continúe irradiando al individuo y evitar que sea absorbido por el cuerpo. Las heridas contaminadas se tratan antes que la piel contaminada. Las heridas se descontaminan lavándolas con solución salina y limpiándolas con una esponja quirúrgica. Después de la descontaminación, las heridas se cubren para evitar la recontaminación mientras se lavan otras zonas.

Se debe frotar suavemente la piel contaminada con grandes cantidades de agua tibia (no caliente) y jabón. Los pliegues de la piel y las uñas necesitan una atención especial. Deben evitarse los productos químicos agresivos, cepillos o frotados que puedan romper la superficie de la piel. Si no se puede descontaminar el pelo con agua y jabón, es mejor cortarlo con tijeras antes que afeitarlo. Afeitarlo puede producir pequeños cortes en la piel y permitir que la contaminación entre en el cuerpo. Se debe continuar con la descontaminación de la piel y las heridas hasta que un contador Geiger-Muller muestre que la radiactividad ha desparecido o casi, hasta que el lavado no reduzca sustancialmente la cantidad de radiactividad medida, o hasta que la insistencia en el lavado suponga un riesgo de lesionar la piel. Las quemaduras se deben lavar suavemente, sin frotarlas.

La adopción de algunas medidas puede disminuir la contaminación interna. Si se ha ingerido recientemente una gran cantidad de material radiactivo, se puede inducir el vómito. Algunos materiales radiactivos tienen tratamientos químicos específicos que pueden reducir su absorción después de haberlos ingerido o ayudar a acelerar su eliminación del organismo. Si se administra poco antes o poco después de la contaminación interna con yodo radiactivo, el yoduro potásico impide de manera muy eficaz que la glándula tiroidea absorba el yodo radiactivo, lo que reduce el riesgo de padecer cáncer y lesiones de tiroides. El yoduro potásico es efectivo solo para el yodo radiactivo, no para otros elementos radiactivos. Otros fármacos se pueden administrar por vía intravenosa o por vía oral para eliminar una fracción de algunos de los radionúclidos que hayan podido penetrar en el organismo. Dichos fármacos incluyen el dietilentriamino pentaacético de calcio o de cinc (DTPA) que son efectivos contra el plutonio, el itrio, el californio y el americio; las soluciones de fosfato de aluminio o de calcio (usados contra el estroncio radiactivo); y el azul de Prusia (contra el cesio radiactivo, el rubidio y el talio). Sin embargo, a excepción del yoduro potásico, que es muy eficaz, los fármacos administrados para reducir la contaminación interna reducen la exposición en solo un 25 a 75%.

Se pueden reducir las náuseas y los vómitos mediante la administración de fármacos para prevenir el vómito (antieméticos). Estos fármacos se administran de forma sistemática a las personas sometidas a radioterapia o quimioterapia. La deshidratación se trata con sueros administrados por vía intravenosa.

Las personas con síndrome gastrointestinal o hematopoyético se mantienen aisladas para reducir su contacto con microorganismos infecciosos. Se administran transfusiones de sangre e inyecciones de factores de crecimiento que estimulan la producción de los glóbulos sanguíneos (como la eritropoyetina y el factor estimulador de colonias) para aumentar su número. Este tratamiento ayuda a disminuir la hemorragia y la anemia y es útil en la lucha contra las infecciones. Si la médula ósea está gravemente dañada, estos factores de crecimiento son ineficaces, y a veces se practica un trasplante de hemocitoblastos (células progenitoras), aunque la experiencia con el trasplante de células madre para el tratamiento del síndrome gastrointestinal o hematopoyético es limitada y el índice de éxito es bajo.

Las personas con síndrome gastrointestinal necesitan antieméticos, administración de líquidos por vía intravenosa y sedantes. Algunas personas pueden ser capaces de comer una dieta suave. Se administran antibióticos por vía oral para matar las bacterias del intestino que pueden invadir el organismo. Cuando sea necesario, también se pueden administrar por vía intravenosa antibióticos, al igual que antimicóticos y fármacos antivíricos.

El tratamiento para el síndrome cerebrovascular está dirigido a proporcionar bienestar aliviando el dolor, la ansiedad y los ahogos. Para controlar las convulsiones se administran fármacos.

El dolor causado por las llagas o úlceras provocadas por la radiación se trata con analgésicos. Si estas heridas no cicatrizan satisfactoriamente, con el tiempo se pueden reparar quirúrgicamente con injertos de piel u otros procedimientos.

Las personas que sobreviven pueden necesitar un seguimiento periódico de las cataratas y de los trastornos del tiroides, pero no es necesario otro seguimiento regular.

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