Un golpe fuerte en la cara puede fracturar cualquiera de los distintos huesos que forman la órbita (la cavidad ósea que contiene el globo ocular, los músculos, los nervios y los vasos sanguíneos, así como las estructuras que drenan las lágrimas).
(Véase también Introducción a las lesiones oculares.)
Se produce dolor, tumefacción y vista doble o pérdida de visión. Puede aparecer entumecimiento de las mejillas y de los dientes superiores.
Se realiza una tomografía computarizada (TC).
En ocasiones la fractura se repara quirúrgicamente.
Las fracturas del suelo (parte inferior) de la órbita (fracturas por estallido) son comunes, pero también se producen fracturas en otras partes de la órbita. En algunos casos, también resulta dañado el globo ocular.
Fractura por estallido
Algunas veces se golpea el ojo de tal forma que el globo ocular recibe la fuerza del golpe sin que los huesos sólidos que rodean el ojo lo impidan (por ejemplo el golpe producido por un objeto pequeño, como puede ser una pelota de golf o un puño). En este caso, la presión sobre el globo ocular se transmite hacia las paredes de la órbita. Esta presión puede fracturar una de las partes más frágiles de la órbita, la situada por debajo del globo ocular (suelo de la órbita). Los golpes directos a la cara también pueden transmitir fuerzas que causan la misma fractura. Estos tipos de lesiones se conocen como fracturas por estallido. A veces, partes del interior de la cavidad ocular, como la grasa que rodea el ojo y, con menor frecuencia, un músculo adherido al ojo, pasan a través del hueso fracturado y quedan atrapadas. Esta afección (denominada atrapamiento muscular) ocurre con mayor frecuencia en niños, adolescentes y adultos jóvenes y requiere reparación urgente.
En algunos casos las fracturas por estallido provocan visión doble, hundimiento del globo ocular (sobre todo una vez se resuelve la hinchazón), descenso de la posición del globo ocular en la cara, disminución de la sensibilidad al tacto y al dolor en torno a la mejilla y al labio superior (originada por la lesión de los nervios situados debajo de la órbita) o una acumulación de aire y/o sangre en los tejidos subcutáneos (enfisema subcutáneo y equimosis). La visión doble se puede producir si el ojo está gravemente inflamado o si uno de los músculos implicados en el movimiento ocular queda atrapado por la fractura. El músculo que ha quedado atrapado, por regla general el músculo que mueve el ojo hacia abajo (el recto inferior), impide al ojo dirigir su mirada al objeto que está mirando el otro ojo. El enfisema subcutáneo aparece cuando la fractura del suelo orbitario permite que penetre aire procedente de la nariz o de los senos paranasales en los tejidos que rodean al ojo, como puede ocurrir, sobre todo, al sonarse la nariz. El sangrado también puede tener lugar en la cuenca del ojo (hemorragia orbital) o en los párpados. En raras ocasiones, un aumento del aire o de la sangre del interior de la cuenca ocular puede conducir a una presión muy elevada de la órbita y globo ocular, que debe abordarse con urgencia.
Síntomas de las fracturas orbitales
Algunas personas con una fractura de la órbita no presentan síntomas. Sin embargo, la mayoría de las fracturas de la órbita son dolorosas y el área se inflama por la acumulación de sangre y líquido. Generalmente, la sangre acumulada provoca que el área inflamada tenga una coloración azul o púrpura (ojo morado). A veces se produce una hemorragia nasal.
Puede alterarse la visión cuando los párpados están tan inflamados que impiden abrir el ojo, o en los casos poco frecuentes en que el globo ocular se daña o bien cuando la sangre de los vasos sanguíneos desgarrados se acumula detrás del globo ocular (hematoma retrobulbar) y presiona el nervio que llega al cerebro (nervio óptico).
Diagnóstico de las fracturas orbitarias
Tomografía computarizada
El diagnóstico de una fractura orbital se confirma en función de los síntomas y de los resultados de la exploración física. Cuando se sospecha la existencia de una fractura orbitaria, se realiza una tomofrafía computarizada (TC), en la cual podrán observarse las probables fracturas, los cúmulos de sangre y los tejidos que puedan haber sido desplazados o atrapados. Una radiografía simple no es útil en el diagnóstico de las fracturas orbitarias. También se realiza una exploración ocular completa de ambos ojos para comprobar que no haya otras lesiones.
Tratamiento de las fracturas orbitarias
Minimizar el dolor y las hemorragias nasales
En ciertas ocasiones, intervención quirúrgica
Los sujetos con fractura orbitaria deben evitar sonarse la nariz, ya que puede causar inflamación si el aire que soplan se acumula debajo de la piel que circunda el ojo. El uso de un atomizador nasal que constriñe los vasos sanguíneos (un vasoconstrictor tópico) durante 2 o 3 días puede ayudar a minimizar las hemorragias nasales. Como en el caso de otras fracturas y lesiones, la aplicación de hielo local calma el dolor y reduce la inflamación. Mantener la cabeza elevada por encima del nivel del corazón también es una medida que ayuda a evitar el aumento de la inflamación. Los analgésicos ayudan a controlar el dolor. En caso de infección se pueden administrar antibióticos.
La reparación quirúrgica de los huesos faciales es necesaria en el caso de que la fractura por estallido atrape músculos o tejidos blandos de la órbita originando visión doble. También se puede considerar si la fractura es grande o el globo ocular está hundido. Después de confirmar que la fractura no ha dañado ninguna estructura vital, el cirujano utiliza implantes, una delgada lámina de plástico o un injerto óseo para conectar los segmentos rotos y facilitar su curación, además de liberar cualquier músculo u otro tejido orbital atrapado.