El erisipeloide es una infección causada por el bacilo grampositivo Erysipelothrix rhusiopathiae. La manifestación más común es una celulitis localizada aguda pero de evolución lenta. El diagnóstico se establece a partir del cultivo de muestras de biopsia y, en ocasiones, con pruebas de PCR (polymerase chain reaction). El tratamiento consiste en la administración de antibióticos.
Erysipelothrix rhusiopathiae (antes denominado E. insidiosa) es un bacilo delgado grampositivo, microaerófilo encapsulado, no esporulado e inmóvil, que se distribuye por todo el mundo; principalmente es saprofítico.
E. rhusiopathiae puede infectar diversos animales, incluidos mariscos, peces, aves y mamíferos (en especial, el ganado porcino) e insectos. En los seres humanos, la infección suele ser ocupacional, típicamente como consecuencia de una herida penetrante en personas que manipulan productos animales comestibles o no comestibles (p. ej., cadáveres infectados, productos derivados como grasa o fertilizantes, huesos, conchas). Es común que los pacientes trabajen en la manipulación de pescados o mariscos o en mataderos. La infección puede producirse también por mordeduras de gatos o perros. La infección no dérmica es rara y por lo general ocurre como artritis séptica o endocarditis infecciosa.
Signos y síntomas del erisipeloide
Dentro de la primera semana de la lesión, aparece en la mano un exantema celulítico localizado característico de color rojo violáceo, no vesiculado, indurado, sobreelevado, de evolución lenta, acompañado de prurito y ardor. La inflamación local, a pesar de estar bien demarcada, puede inhibir el uso de la mano, que es el sitio habitual de infección. El margen de la lesión puede extenderse lentamente hacia el exterior y producir molestias e incapacidad que pueden persistir por 3 semanas. El erisipeloide localizado suele ser autolimitado.
En un tercio de los casos aparecen linfadenopatías regionales. El erisipeloide rara vez se transforma en un cuadro cutáneo generalizado que se caracteriza por lesiones púrpuras en la piel que se expanden a medida que su centro se aclara, más lesiones ampolladas en el sitio primario o en sitios distantes.
Es infrecuente la bacteriemia, que resulta por lo general una infección primaria más que una diseminación de las lesiones cutáneas. Puede producir artritis séptica o endocarditis infecciosa, incluso en personas sin enfermedades conocidas de las válvulas cardíacas. La endocarditis tiende a afectar la válvula aórtica, y suelen ser inusualmente elevados la tasa de mortalidad y el porcentaje de pacientes que necesitan una prótesis valvular de reemplazo.
Raramente, se producen infecciones en el sistema nervioso central, intraabdominales y óseas.
Diagnóstico del erisipeloide
Cultivo
Amplificación con reacción en cadena de la polimerasa para un rápido diagnóstico
Es mejor el cultivo de muestras de biopsia de grosor completo de la lesión, en comparación con las muestras de aspiración con aguja del borde en crecimiento de ésta, ya que el microorganismo se ubica sólo en las partes más profundas de la piel. El cultivo del exudado obtenido al erosionar una pápula florida puede llevar al diagnóstico. El aislamiento del líquido o la sangre sinovial es necesario para el diagnóstico de artritis o endocarditis debido a infección por E. rhusiopathiae. E. rhusiopathiae puede identificarse erróneamente como lactobacilo.
La amplificación por PCR (polymerase chain reaction) puede ayudar al diagnóstico rápido de erisipeloide. El diagnóstico rápido es particularmente importante si se sospecha endocarditis porque el tratamiento de la endocarditis por E. rhusiopathiae es a menudo diferente del tratamiento empírico habitual de la endocarditis por bacilos grampositivos (p. ej., E. rhusiopathiae es resistente a la vancomicina, que se utiliza en forma habitual).
Tratamiento del erisipeloide
Penicilina, cefalosporinas, fluoroquinolonas o clindamicina
Para la enfermedad cutánea localizada, el tratamiento habitual es uno de los siguientes, dados por 7 días:
Penicilina V o ampicilina (500 mg por vía oral cada 6 horas)
Ciprofloxacina (250 mg por vía oral cada 12 horas)
Clindamicina 300 mg por vía oral cada 8 horas
Las cefalosporinas también son eficaces. La daptomicina y la linezolida son activas in vitro y pueden considerarse si los pacientes son muy alérgicos a beta-lactámicos. Las tetraciclinas y los macrólidos ya son confiables.
E. rhusiopathiae es resistente a las sulfamidas, los aminoglucósidos y la vancomicina.
La infección cutánea difusa o sistémica grave se trata mejor con uno de los siguientes:
Penicilina G (2 a 3 millones de unidades IV cada 4 horas)
Ceftriaxona (2 g IV 1 vez al día)
Una fluoroquinolona (p. ej., ciprofloxacina 400 mg IV cada 12 horas, levofloxacina 500 mg IV 1 vez al día)
La endocarditis se trata con penicilina G durante 4 a 6 semanas. Las alternativas a esta terapia son las cefalosporinas y las fluoroquinolonas. La vancomicina se utiliza a menudo empíricamente para el tratamiento de la endocarditis por bacilos grampositivos; sin embargo, E. rhusiopathiae es resistente a vancomicina. Por lo tanto, la rápida diferenciación de E. rhusiopathiae de otros organismos gram-positivos es crítica.
Los mismos antibióticos y dosis son adecuados para la artritis (administrados al menos hasta 1 semana después de la defervescencia o la resolución del derrame), pero también es necesario drenar repetidamente la articulación afectada mediante aspiración con aguja.
Conceptos clave
El erisipeloide es típicamente el resultado de una herida penetrante en personas que manipulan productos animales comestibles o no comestibles (p. ej., matadero) o que trabajan con pescados o mariscos.
En la primera semana después de producida la lesión, aparece un exantema maculopapuloso, sobreelevado, rojo purpúreo, no vesiculoso e indurado, acompañado de prurito y sensación de quemazón; aproximadamente un tercio de los pacientes tienen adenopatías regionales.
La bacteriemia es infrecuente pero puede ocasionar artritis séptica o endocarditis infecciosa.
Diagnóstico con cultivo de una muestra de biopsia de espesor total o un exudado obtenido mediante abrasión de una pápula florida.
Si se sospecha endocarditis por E. rhusiopathiae, la rápida identificación del patógeno es crítica porque el tratamiento a menudo es diferente de la terapia empírica habitual de la endocarditis por bacilos grampositivos; E. rhusiopathiae es resistente a la vancomicina, que normalmente se utiliza para tratar la endocarditis por bacilos grampositivos.
Tratar con antibióticos (p. ej., penicilina, ciprofloxacina) basados en la extensión y la localización de la infección.