La angiostrongiliasis es una infección por larvas de helmintos del género Angiostrongylus. Dependiendo de la especie infectante, se producen síntomas abdominales (Angiostrongylus costaricensis) o compromiso neuronal con meningitis eosinófila (A. cantonensis). El diagnóstico se sospecha por los antecedentes y la presencia de eosinofilia en el líquido cefalorraquídeo (LCR) y/o en la sangre. Los antihelmínticos son ineficaces o perjudiciales.
(Véase también Revisión sobre infecciones parasitarias).
Los Angiostrongylus son parásitos de las ratas (gusano del pulmón de la rata). Las larvas excretadas son ingeridas por huéspedes intermediarios (caracoles y babosas) y por huéspedes paraténicos o de transporte (huéspedes que no son necesarios para el desarrollo del parásito pero que pueden trasmitir la infección al ser humano). Los seres humanos adquieren la infección al consumir caracoles, babosas o los huéspedes portadores (ciertos cangrejos terrestres, camarones o gambas de agua dulce, sapos o ranas) crudos o poco cocinados; aún no se comprobó si la contaminación de las verduras con larvas (p. ej., en la baba de los caracoles o las babosas que caminan sobre ellas) puede ocasionar la infección.
Image from the Centers for Disease Control and Prevention, Global Health, Division of Parasitic Diseases and Malaria.
La infección por A. cantonensis (angiostrongiliasis neural) aparece sobre todo en el sudeste asiático y en la cuenca del Pacífico, aunque se informaron casos en otras regiones, entre ellas el Caribe, Hawaii y partes del sur de los Estados Unidos. Las larvas migran desde el tubo digestivo a las meninges, donde causan meningitis eosinófila, caracterizada por fiebre, cefalea y signos meníngeos acompañados de eosinofilia. En ocasiones, el parásito invade las áreas oculares.
La infección por A. costaricensis (angiostrongiliasis abdominal) se identifica en América, especialmente en Latinoamérica y el Caribe. Los helmintos adultos viven en arteriolas del área ileocecal y pueden liberar huevos hacia los tejidos intestinales, donde promueven inflamación localizada, lo que a su vez produce dolor abdominal, vómitos y fiebre; esta infección puede simular una apendicitis. La angiostrongiliasis abdominal suele asociarse con eosinofilia y se puede desarrollar un tumor doloroso en el hipocondrio derecho.
Diagnóstico de la angiostrongiliasis
Si hay signos de meningitis, análisis del líquido cefalorraquídeo y hemograma completo (A. cantonensis)
A veces, identificación de huevos y larvas en el tejido obtenido durante la cirugía abdominal (A. costaricensis)
La angiostrongiliasis se sospecha sobre la base de antecedentes de ingestión de material potencialmente contaminado, como caracoles terrestres, babosas o huéspedes de la transferencia, como ciertos cangrejos de tierra, ranas, sapos o camarones de agua dulce o camarones.
Los pacientes con signos meníngeos requieren una punción lumbar, que típicamente muestra un aumento de la presión en el LCR, las proteínas y los leucocitos con predominio de eosinófilos > 10%. El hemograma completo muestra eosinofilia > 5% en sangre; los parásitos A. cantonensis rara vez son visibles. Las lesiones focales generalmente no se ven en la tomografía computarizada (TC) de encéfalo. Las larvas y los huevos de A. cantonensis no están presentes en las heces.
El diagnóstico de la infección gastrointestinal secundaria a A. costaricensis es difícil porque las larvas y los huevos no están presentes en las heces, aunque si se realiza cirugía (p. ej., cuando se sospecha apendicitis), es posible observar los huevos y las larvas en los tejidos extirpados. Un alto porcentaje de eosinófilos (> 10%) puede estar presente en la sangre.
No se realizaron demasiados inmunoensayos. Los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) ofrecen una PCR (reacción en cadena de la polimerasa) para A. cantonensis en líquido cefalorraquídeo; solo se dispone de pruebas moleculares para A. costaricensis en laboratorios de investigación.
Tratamiento de la angiostrongiliasis
Para la meningitis, analgésicos, corticosteroides y extracción de líquido cefalorraquídeo
La meningitis por A. cantonensis se trata con analgésicos, la extracción de LCR a intervalos frecuentes para reducir la presión en el sistema nervioso central (SNC); los corticosteroides pueden disminuir la frecuencia de la punción lumbar terapéutica. La terapia antihelmíntica puede aumentar la respuesta inflamatoria porque da como resultado la liberación de antígenos del parásito. La mayoría de los pacientes presentan una enfermedad autolimitada y se recuperan completamente.
No existe un tratamiento específico para la infección por A. costaricensis; la mayoría de las infecciones se resuelve espontáneamente. Los antihelmínticos no parecen ser eficaces y pueden llevar a la migración adicional de los parásitos y al empeoramiento de los síntomas.
Prevención de la angiostrongiliasis
Las personas que viven o viajan a áreas con A. cantonensis debe evitar comer caracoles crudos o poco cocidos, babosas, camarones de agua dulce, cangrejos de tierra, ranas, centípedos y lagartos, así como vegetales y zumos de vegetales contaminados.
Las personas que viven o viajan a áreas con A. costaricensis debe evitar comer babosas crudas o poco cocidas y vegetales o zumos potencialmente contaminados.
Conceptos clave
Los seres humanos adquieren Angiostrongylus cuando consumen caracoles o babosas crudos o poco cocidos u otros huéspedes portadores de los microorganismos (ciertos cangrejos de tierra, ranas, sapos o camarones o gambas de agua dulce).
Las larvas de A. cantonensis migran desde el tubo digestivo a las meninges, donde causan meningitis eosinófila; los huevos de A. costaricensis pueden liberarse en los tejidos intestinales y causar dolor abdominal, vómitos y fiebre.
Los huevos no están presentes en las heces de los pacientes con angiostrongiliasis.
Trate la infección neurológica con meningitis por A. cantonensis con analgésicos, corticosteroides y, si la presión intracraneal es elevada, eliminación de líquido cefalorraquídeo a intervalos frecuentes.
El tratamiento de la infección abdominal por antihelmínticos A. costaricensis no parece ser eficaz y puede provocar una migración adicional de gusanos y un empeoramiento de los síntomas; la mayoría de estas infecciones se resuelve espontáneamente.